Los mejores restaurantes japoneses de Barcelona

Yoshi Suto es un joven chef japonés que, después de pasar por cocinas de tres continentes, aterrizó en España para trabajar en restaurantes de prestigio como Azurmendi, Quique Dacosta, Enigma y Disfrutar. En 2019, convirtió un bar manolo de Sants en un pequeño templo gastronómico nipón (muy pocos comensales repartidos equitativamente entre la barra y las mesas) para ofrecer un menú de degustación hecho con delicadeza, originalidad, ingredientes top, una sólida base japonesa y capas de 'freestyle'. Ejemplos; la gyoza de merluza y gamba con citronella y aire de coco o el foie-gras marinado con miso y caramelizado con azúcar moreno. Hay lista de espera desde que logró su primera estrella Michelin.

Los nigiris hechos con las manos de Hideki Matsuhisa nos llegan a la boca sin alteración en la temperatura, y se deshacen con todos los gustos potenciales. Como cocina estratosférica que combina ingenio y sabores mediterráneos y japoneses, posee una estrella Michelin. El control exacto del corte del pescado del mejor sushi posible, la cantidad de arroz y la textura, entre otros, hacen que este local sea absolutamente ineludible para cualquier amante de la cocina japonesa. Un placer sentarse justo frente a los cocineros y disfrutar del menú de degustación que ofrecen. A un nivel simplemente superior. El Koy Shunka tiene dos 'hermanitos' pequeños: las tabernas niponas Shunka (Gótico) y Majide (Raval).

La tempura, las deliciosas verduras y mariscos rebozados de la cocina japonesa, es la primera especialidad que vuela de la mesa cuando compartes comida en un buen restaurante japonés. Y Kenji Ueno y Neus Busquets (Can Kenji, Aiueno, Sato i Tanaka) se propusieron elaborar un menú de degustación donde esta fritura fuera la única protagonista. Merikenko, abierta en el 2024, es el nombre de esta barra gourmet. En un rinconcito de Gràcia, calle Séneca, tan selecta como su producto, en Merikenko (literalmente, "harina americana") ofrecen un menú de degustación 'omakase' con ingredientes como el 'maitake', la calabaza o el pescado de temporada, que cambian constantemente y se acompañan con vinos del Penedès, el Alt Urgell, Terra Alta o Rias Baixes.

El Sensato es de los maestros de sushi Ryuta y Aya Sato, de trayectoria inmaculada (Nomo, Aiueno, Sato i Tanaka). Una barra minimalista de sushi con ocho sillas por servicio y vuelta catalana; lista de espera de tres meses y 'omakase'. Oma, ¿qué? Los chefs observan a los comensales y deciden qué les servirán. Es decir, un único menú degustación compuesto por varios platos y una sucesión de piezas de sushi, que varían según el calendario de ingredientes y la disponibilidad del mercado. Ostras ahumadas, sopa de almejas, gunkan de atún con huevo curado de codorniz, sushi flameado, escaldado y marinado... Los postres no se quedan atrás; helado de miso con crujiente.

Abrir un restaurante en Enric Granados no es cualquier cosa. Es la calle de los restaurantes de moda, esa en la que los grandes grupos de restauración e inversores ponen el dinero para situarse en el centro del tablero de juego. Arko, por ejemplo, abierto en verano de 2024 en el centro de la calle de los restaurantes, es un serio aspirante al podio de mejor restaurante de sushi de Barcelona. Este es el proyecto de los empresarios Ferran Ballús y Joaquín Sánchez, propietarios de los restaurantes Carnal Steak House. Si se me permite el chiste, han puesto toda la carne en el asador: al frente está el brasileño Rafael Erbs, ex jefe de cocina de RíaKRU, que también pasó por Pakta, Enigma y Moments y gran experto en el cruce de caminos de Japón y Brasil.

En contraposición a los locales de sushi moderno y lujoso donde bailarines suben a la barra con chispas en la entrepierna, aquí el espectáculo solo está en la comida de la mesa. Con una selección de sushi y sashimi potentísima, con toques brasileños, nikkei y firma de autor, con ejemplos como un nigiri de ventresca de atún, mayonesa de yuzu y kumquat, otro de pescado mantequilla con salsa 'anticuchera' o el de foie con mermelada de pimiento y 'kizami'. Se recomienda pedir el menú degustación completo, que incluye diecinueve piezas servidas en una preciosa bandeja. Y el lujo es sobrio y discreto, con un interiorismo de materiales y líneas orgánicas, con elementos destacados como árboles de 'sakura' y moquetas que aportan una atmósfera envolvente y sofisticada, pero a la vez sobria e íntima, lejos de las tabernas de 'Star Wars ' del sushi-club estilo Madrid.

No solo llama la atención la pinta de los platos japoneses; también las espectaculares luces poliédricas de madera que cuelgan de un local que conserva el aliento, a pesar de apostar por una estética más urbana. La chef Fabiola Lairet se ha llevado todas las raíces de los lugares que le han hecho crecer: venezolana residente en Catalunya y formada en California, que perfeccionó su rol como sushiwoman en Japón. Una fusión que hace posible que en la carta vuelque Top Rolls como el Bad Boy o el Sexy Tuna, el incomparable 'tiradito' de 'hamachi' o el tataki de wagyu. Tampoco faltan los platos estrella, los hechos a la brasa japonesa (robata). ¡Toda una fiesta de sabores que cruzan el mundo para desembocar en una de las calles más transitadas de Barcelona!

Detrás de Alapar están Jaume Marambio y Vicky Maccarone. Él cocinó en el St. Rémy, Saüc, Gaudir y Tickets, y ella fue jefe de sala en Hoja Santa y Niño Viejo. Aquí fusionan la gastronomía mediterránea con la nipona. ¿Cómo? Con mucho tacto y originalidad. ¿Ejemplos? 'Montadito' de calamar y tocino ibérico, gyozes de tres butifarras y habitas, guiso de guisantes con sepionetes y 'katsuobushi' y, de postre, chucho de helado de soja y caramelo. Somos fans.

Tappei Nii y Diana Chen se conocieron trabajando en el reputado Koy Shunka de Hideki Matsuhisa. Aparte de enamorarse, tomaron buena nota de los aprendizajes. El Soluna es un local sobrio, de cocina abierta, barra, mobiliario de madera, iluminación tenue y dos menús de degustación. El Soluna (ocho platos, 69 €), y el Festival (diez platos, 108 €). Comparten delicias como la navaja 'enoki', la pizza de cocochas de bacalao, la gamba roja con vieria 'temaki', y el 'sashimi'. Se diferencian en la ternera japonesa Wagyu A5, la ostra yuzu y la cigarra en tempura. Las dos opciones merecen la pena. Muy recomendable.

El Somodó del chef Toshi Suzuki ha abandonado Gràcia para instalarse en un pasaje junto al Hospital Clínic donde sigue practicando una cocina creativa asiática con trasfondo mediterráneo. Ahora el espacio se llama Somodó Ba. Cocina abierta y barra para siete comensales. Nada de carta; un menú de mediodía (cuatro platos, dos postres, 37 euros) y otro nocturno (seis platos, dos postres, 57 euros) que cambian mensualmente. Toshi, un auténtico one man show, despacha platillos exquisitos y ejecutados con una finura extrema, como las vieiras con puré de edamame, crumble de jamón y salsa de champiñones; los farcellets de confit de pato, colrave y berenjena, y la caballa ahumada con calçots y caldo de calçots. Es necesario reservar.

La barbacoa japonesa más reputada de la ciudad: os llevarán la carne, y la podréis ir asando a vuestro gusto, con una barbacoa de carbón vegetal que está incorporada en el centro de la mesa. Pedid el combinado de carnes. Abierto en 2011, fue el primer 'sumibiyaki' de Europa': un tipo de barbacoa casera con una parrilla de carbón vegetal, llamada 'shichirin', y que se refiere a cualquier comida asada sobre el 'sumi', el carbón vegetal. Después de tantos años no pierden pistonada: su gran éxito y plato más fastuoso es el fielte de ternera Wagyu de California a la brasa.

Es un local minúsculo escondido en un humilde centro comercial de barrio, que solo abre los mediodías, solo tiene una pequeña barra y doce taburetes y solo se puede reservar la comida, no el asiento. ¿Y qué significa esto? Pues que se sientan los doce primeros clientes que llegan a la 13 h con reserva previa hecha. Los que llegan después deben esperar hasta que estos acaben. La otra opción es llevarse la comida. El menú de 12 euros cambia a diario y se publica los domingos por la noche. Yucari y Fai despachan 'teishoku' tradicional; una bandeja con un plato principal acompañado de platillos. Un ejemplo: katsu curry de contra-muslo de pollo rebozado, acompañado de arroz, sopa de miso, ensalada y huevo macerado.

Cocina japonesa-mediterránea de temporada con influencias del sudeste asiático, Corea y China. ¿Recetas minimalistas de monjas budistas de un templo zen de Palamós? No exactamente. En los fogones del Kamikaze están Enric Buendía y Arístides Ribalta, antiguos compañeros en Disfrutar. Dividen la carta en aperitivos, nigiris, platos por compartir, principales y postres. Pocas opciones de cada sección pero excelentemente bien ejecutadas. Una pequeña muestra; cristal de puerro a la brasa con espuma suave thai, berenjena marinada en miso y en tempura, escórpora a la brasa con mantequilla de ponzu y pan con chocolate, wasabi, aceite y sal. De menús de degustación tienen dos; a 70 y 90 euros.

¿Saturados de tanto ramen? Aquí elaboran sushi con el mejor pescado, la mayoría del Delta –y algo llevado desde Japón, como el –pescado limón. El arroz perfecto de las piezas es lo que realmente delata el nivel de esta barra japonesa. Cocción y el punto perfecto de vinagre -está, pero apenas se nota- y la presión justa para que no se hunda, pero se quede suelto nada más entrar en la boca. Héctor Ribeiro, al frente de la cocina, tiene muy buen material para trabajar. De los dueños del aclamado restaurante Xerta, también en el hotel Ohla Eixample.

Este restaurante tiene nombre de chef. ¡Y bien merecido! El cocinero Nobu Matsuhisa ha plasmado su creatividad en el piso veintitrés del Hotel Nobu cinco estrellas, renovando el imaginario japonés –estudió gastronomía clásica en Tokio– al recoger la siembra de los viajes que ha realizado por toda América y anteponiendo el producto local. Una larga lista de propuestas de última tendencia japonesa que resultan en un Yellowtail con jalapeño o un Black Cod con miso con una excepcional puesta en escena. La estética, de vértigo, hace triple encuentro con las vistas a ambos lados: puede elegir entre una panorámica de la Ciudad Condal digna de nube; o contemplar en directo cómo trabajan los maestros, desde la barra de sushi.

El típico bar de barrio que, lejos de convertirse en el hipsterismo predominante, duplica la oferta. Por un lado, encontraréis las opciones tradicionales de la Bodega Chiqui (vermú, vinos, conservas, bocadillos, platos combinados) y por otro las niponas de Grado Sushi. Durante la pandemia, Sonia Riasol, la hija de los dueños, y Douglas Alves (ex Tunateca) se instalaron en la cocina del Chiqui para elaborar sushi para llevar y la aceptación vecinal fue tan espectacular que quedaron. Sashimi de pescado mantequilla con trufa negra, nigiri de anguila y foie, tataki de atún, 'usuzukuri' de 'hamachi'... Ahora entiende la aceptación que tuvieron, ¿verdad? De martes a viernes os ofrecen un menú de mediodía que vale la pena. El local tiene terraza, o sea que los fines de semana hay que reservar.

Gonzalo Álvarez, caraqueño de nacimiento, formado en Hofmann y con trece años como segundo chef de un restaurante español de Tokio con estrella Michelin, decidió volver a Barcelona con la maleta llena de técnicas y lecciones gastronómicas aprendidas en el país nipón. Ofrece una carta muy personal en la que ingredientes de temporada mediterráneos dialogan armónicamente con ingredientes japoneses. ¿Ejemplos? La cazoleta de navajas con salsa de verduras escabechadas; el pescado de lonja a la plancha, con bimis y salsa de ajo y kimchi, y el mar y montaña de morralets y morro de cerdo. Muy recomendable.

El 'shoronpo' es una empanadilla japonesa parecida a la gyoza pero se diferencia porque se cuece al vapor y dentro lleva caldo. Por eso, es necesario comerlo adecuadamente para evitar quemarse. No os preocupéis, todo esto el personal del local os lo explicará muy bien antes de empezar a tragar en este magnífico restaurante. La otra especialidad de la casa es el ramen 'tantanmen', con una base de salsa de sésamo. Lo ofrecen en versión caliente, fría y vegana. ¿'Shoronpo' o ramen? ¿Qué dilema, no? Os lo podéis pensar mientras hacéis cola para entrar.

El grupo de cocina vasca e Hideki Matsuhisa del Grupo Shunka inauguraron en el 2022 con Ikoya, una izakaya (taberna japonesa) frente a Santa Caterina. No es un restaurante vascojaponés, sino un japonés, o más bien Hideki en estado puro, donde Sagardi aporta la parte de organización y en Hideki el valor gastronómico. Ikoya es un espacio monumental, pero sobrio, equipado con una 'robata', parrilla japonesa, donde el chef Jaume del Rio ejecuta la visión del mediterráneo nipón que llevó a Matsuhisa a ser el primer japonés con Michelin en España. Gastronomías cruzadas sin etiqueta, donde podréis disfrutar de caliente y frío, carne y pescado, caldos y marinados a un nivel de cocina y producto estratosféricos. También tienen una de las mejores bodegas de sake del país.

En cuatro palabras; el izakaya del grupo restaurador Tragaluz. En los fogones, el joven Àlex Vall de 28 años. Pregunta: ¿Qué puede salir mal cuando pasas tus años formativos codo con codo con Hideki Matsuhisa del Koy Shunka? Respuesta: Nada. Bar de sushi y robata (parrilla de carbón) abiertos a la vista. Veinte platos, wok, plancha, tres postres (dos helados y un coulant) y seis tipos de sake. Servicio eficiente que sabe aconsejar; escuchadlo. Ambiente distendido e informal. Solo hacen cenas. Es un izakaya, por tanto, raciones pequeñas, pero muy tentadoras: costilla lacada, fideos udon con setas, katsu sando, sushi de nivel... Iconos de la comida callejera y de taberna. Es necesario reservar.

Escondido en una callejuela del Gótico, hay un minúsculo restaurante de tapas estilo 'izakaya' donde solamente caben veintiún afortunados. La cosa va de cocina contemporánea con reminiscencias tradicionales, influencias japonesas y cocina en crudo. Muchos de los productos que utilizan provienen de la finca que sus propietarios tienen en Palamós y el establecimiento cuenta con el sello de Slow Food. El menú de degustación con un recorrido de nueve tapas por 60 euros es una excelente experiencia gastronómica. Tienen otro local en el Eixample Izquierdo donde también fusionan el producto catalán con la cocina asiática, el Brugarol X (Còrsega, 231).

Para los buenos paladares conocedores de la oferta japonesa, Una Mica de Japón no es ninguna novedad. Esta 'izakaya' (taberna japonesa) es uno de los mejores referentes de la ciudad de tapas, platos tradicionales y plato del día. Todo sucede en un pequeño y acogedor local, que tiene ocho mesas altas con taburetes y espacio para cuatro en la barra. Lo dirige con sabiduría Michika, su hijo Joe en la sala y su sobrino Shinya que le ayuda en los fogones. Cabe destacar sobre todo la nobleza de su cocina, elaborada a la vista. Casera, sencilla, gustosa, auténtica.

Esta taberna japonesa apta para todos los bolsillos es de Kenji Ueno, artífice de Can Kenji y Sato i Tanaka. Y sigue la línea marca de la casa: cocina caliente japonesa, llena de salsa y fronteriza con el hecho catalán y mediterráneo. Encontraréis platos como las albóndigas de tofu con un sensacional chiitake rebozado o un potente solomillo de ternera con pasas, soja y oporto. Ofrecen un menú de mediodía y otro noche asequibles.

¿Queréis sushi? Pues pasad de largo, aquí no hay. El Mikasa practica cocina nipona cotidiana y casera y lo elabora su entregado cocinero Hitoshi. A mediodía os ofrece una de las 'bento box' más generosas y completas de la ciudad, incluye; sopa, ensalada, arroz, plato principal y bebida, y vale solo 12 euros. No es raro ver clientela japonesa. Para la cena, se tira de carta; entrantes, sopas, fideos, carne, pescado y marisco. El local tiene terraza y está en la calle Comte Borrell; cero tráfico, una delicia.

En 2011 Kenzo Koketzu abrió un pequeño local de comida japonesa para llevar a Sitges, el Yatai. La cosa funcionó y cuatro años después abrió un restaurante en el Eixample Izquierdo. El nombre de su negocio ya os da una pista de qué tipo de gastronomía nipona os ofrece. En Japón, un 'yatai' es una pequeña parada de comida móvil que normalmente vende ramen u otros platos calientes. Nada de sofisticaciones ni filigranas 'michelinianas', la carta de Kenzo va de comidas cotidianas y terrenales a precios muy razonables; 'donburi' (cuenco de arroz con guarnición), 'kare raisu' (cuenco de arroz con curry, patata y zanahoria), 'kaisendon' (cuenco de arroz con sashimi) y 'okonomiyaki' y 'yakisoba'. Para los más pequeños, dos menús infantiles imbatibles; el 'karaage' (pollo frito) y el 'korokke' (croqueta de patata).

En un primer momento concebido como tetería japonesa con dulces, empezaron a añadir más comida japonesa a su oferta, hasta que hoy podemos decir que es un sushi bar con todas las de la ley. Encontraréis pescado crudo cortado por un sushiman japonés con título, impecable, y también una serie de platos que van de lo más conocido (gyoza, yakisoba) hasta delicadezas como las almejas con sake o un 'donburi', un cuenco de arroz con anguila cocida. Tienen 25 propuestas de menú de mediodía (entre 12,9 y 29,5 euros) y dos de menú de noche (23,9 y 32,8 euros). Han mantenido una peculiaridad: su oferta de bebidas caseras japonesas sin alcohol.

Abierto hace más de treinta años, el Yashima es un restaurante tradicional de lujo de dos plantas. En la superior se encuentra la zona del teppanyaki (plancha donde se cocina frente a los comensales), la barra de sushi y un salón. En la de abajo, salas con las mesas en el suelo, al estilo japonés. Los precios son altos, pero en consonancia con su producto y servicio, muy discreto y atento. Tienen carta y tres menús teppanyaki, de 65 a 120 euros. Pescado, marisco y carne de primerísima calidad. Un clásico del mapa gastronómico nipón de la ciudad.

Es uno de los pocos lugares (no hay muchos) que hacen el 'ankimo', una especie de foie gras de hígado, pero no de pato sino de rape, es considerado uno de los principales 'chinmi' (delicadezas) de Japón. El Yamadori es el clásico entre los clásicos de los restaurantes nipones de Barcelona, ​​con más de treinta años de historia. La carta es larga y panorámica; sopas, yakisoba, fideos en caldo, tempura, maki, niguiris, etc. A mediodía de días laborables encontraréis seis opciones de menú, de entre 14 y 20 euros.

Como su nombre indica, la especialidad de la casa es la tempura, y por tanto, además de la calidad y frescura, se añade la diversidad que ofrecen: de verduras, de verduras cortadas finas, de pescado, de marisco , de setas japonesas... Y una variada para probar un poco de todo. Un restaurante frecuentado por japoneses con platos clásicos, con un surtido de sushi para chuparse los dedos. Un local acogedor.

¿Quién no conoce, a estas alturas, Kibuka? Uno de los restaurantes japoneses más famosos de Gràcia y seguramente también de Barcelona. De hecho, ya tienen otros cinco locales esparcidos por la ciudad que funcionan con mucho éxito. Al mediodía se forman colas de gente que va a devorar a sus makis, el plato estrella de la casa a precios muy correctos para la clase trabajadora. Los hacen de todo tipo, con ingredientes más orientales o occidentales, como la mozzarella. Una carta de éxito entre los devoradores de sushi. También hacen unas gyoza correctas, una tempura que nos convence y una sopa miso que abre el apetito.