Plaza Mayor
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Las 25 plazas más bonitas de Madrid

Te descubrimos algunos de los rincones más especiales de la ciudad

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Qué sitios tan democráticos las plazas. No hay en una urbe espacios más plurales que estos. Por las de Madrid han paseado banqueros y comerciantes, reyes y plebeyos, nobles, rebeldes, clérigos y, para desgracia de los madrileños, la Santa Inquisición y hasta las tropas de Napoleón. Hoy lo hacen ciudadanos y turistas que respiran historia casi sin saberlo; las pasean, las disfrutan y se ven impulsados desde ellas a seguir el ritmo de Madrid por las vías afluentes. Porque si las grandes avenidas de esta ciudad son consideradas las arterias de la capital, lo lógico es que las plazas sean sus corazones, bombeando actividad y ritmo en una ciudad que, con permiso de la Gran Manzana, raras veces se echa a dormir. Abre bien los ojos, porque algunas de ellas albergan esos lugares que no te puedes perder en una visita a Madrid.

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  • Qué hacer
  • Austrias

Una cruz, una forma irregular que no recuerda demasiado a una plaza, pinturas en las fachadas... Es una de las plazas más curiosas y desordenadas de Madrid, entre otras cosas por la cantidad de calles que en ella confluyen (Segovia, Tintoreros, Latoneros, Nuncio, Cava Baja y Cuchilleros). En este lugar se ubicaba una de las cuatro puertas que daban acceso a la ciudad a través de la muralla cristiana del siglo XII. Al principio la llamaban puerta “de la culebra” y “de la sierpe”, por el dragón esculpido en su arco. Cambió su nombre por “puerta cerrada” porque, según cuentan, su ubicación no permitía que los que salían vislumbrasen al que estaba fuera y viceversa, con lo que los robos eran continuos y el Concejo decidió cerrarla. Tras una segunda demolición en 1582, Felipe II decidió no construir una puerta nueva viendo el crecimiento urbano de Madrid. Lo que sí conserva es la cruz de piedra caliza de 1783 que sobrevivió al mandato del “alcalde ateo”, José de Marquina Galindo, que en 1805 mandó retirar todas las cruces de la ciudad. Otro alcalde que dejó huella en la plaza fue Enrique Tierno Galván. En 1983 mandó pintar los murales que hoy se pueden apreciar en las fachadas de los edificios (aunque algunos han desaparecido) con la firma del artista Alberto Corazón. No era una oda al arte, era un trampantojo para cubrir las fachadas desnudas tras las demoliciones del siglo XIX.

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  • Malasaña

Hoy es el corazón del barrio de Malasaña, lugar siempre a rebosar, especialmente cuando el buen tiempo hace su aparición y las mesas de los bares se llenan de vecinos y visitantes.

Este espacio conmemora los levantamientos del 2 de mayo de 1808, cuando los madrileños se rebelaron contra las tropas de Napoleón que invadían la ciudad. Aunque los militares españoles recibieron la orden de no intervenir, los capitanes Daoiz y Velarde desobedecieron para unirse al pueblo y con ellos, los artilleros del Cuartel de Monteleón. De aquel cuartel se conserva el arco de entrada en el centro de la plaza, bajo el cual están representados los dos héroes de este episodio histórico en la escultura tallada en mármol por Antonio Solá Llansas en 1830. A un lado de la plaza está la Iglesia de las Maravillas, restaurada tras los daños de la contienda. Conserva el nombre antiguo del barrio que en los años 80 pasó a llamarse Malasaña en homenaje a Manuela Malasaña, heroína de aquellos levantamientos, que vivía en la calle San Andrés, uno de los flancos de la plaza, muy cerca de Casa Camacho (C/ San Andrés, 4) donde es obligación ir a por un “yayo” (vermú con  ginebra y gaseosa).

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  • Qué hacer
  • Trafalgar

Para los que allí viven, esta plaza es el patio de su casa: tranquila, discreta, familiar y soleada es un sitio perfecto para pasear y disfrutar en pleno barrio de Trafalgar, pero sin el ruido de Madrid. Quizá esto es una reminiscencia de lo que fue un barrio antiguamente considerado “las afueras” de Madrid por estar al otro lado de la cerca construida por Felipe IV. Allí se instalaban quienes llegaban en busca de trabajo pero no encontraban sitio en la villa. Empezaron a construir modestas viviendas que conformarían el arrabal llamado Los Tejares por la cantidad de fabricantes de tejas y ladrillos de las calles que hoy son Santa Engracia, Luchana y Sagasta. El barrió creció y a finales del siglo XIX los alrededores de la plaza ya estaban urbanizados. La plaza albergaba entonces un mercado de abastos construido con parte del armazón de hierro que se rescató de la demolición del Mercado de la Cebada. Cuarenta años después fue destruido para dejar diáfana esta plaza octogonal que se iría llenando de una cuidada vegetación, bancos en los que ver la vida pasar, un parque que ya no cuenta las horas de juegos que ha acogido y agradables terrazas de sugerentes propuestas gastronómicas en torno a una fuente central. Para en el Kibey II (calle de Palafox, 31), famoso por su tortilla de patatas con pimientos; o en Casa Puebla (plaza de Olavide, 8) a tomarte una caña con unas raciones. Si el cuerpo te pide algo más exótico, resulta imprescindible dejarse caer por Hanakura (calle de Murillo, 4) para probar su delicioso okonomiyaki.

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  • Alonso Martínez

El nombre le viene al pelo y sus aires afrancesados hacen que sea una de las más bonitas de Madrid. Aunque no fue su aspecto lo que le dio el nombre, sino la visita del presidente francés Émile Loubet, en 1905. Antes de ser un jardín público, allí estaba el huerto y los jardines del convento de las Salesas. Cuando fue incautado en 1870, se convirtió en la Plaza de la Justicia, y con la ilustre visita, cambió su nombre por el actual. Está delimitada por los elegantes edificios históricos que albergan el Tribunal Supremo (perteneciente al conjunto arquitectónico del antiguo convento y uno de los edificios más bonitos de Madrid) y la Audiencia Nacional. En su interior se encuentra la iglesia de Santa Bárbara, considerada monumento histórico-artístico nacional y también perteneciente al antiguo convento. En los jardines hay dos estatuas: al sur, la del rey Fernado VI, que originalmente estaba en el Real Sitio de Aranjuez. Y al norte, la de Barbara de Braganza, hecha al estilo de la de su marido y como homenaje a la que fue fundadora del convento destinado a ser residencia y colegio de nobles.

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  • Austrias

Es uno de los núcleos históricos mejor conservados de Madrid, un homenaje a alguno de los personajes ilustres de su historia y uno de los espacios más polivalentes de la ciudad. Esta plaza era centro neurálgico del Madrid medieval, pues de ella salen las tres calles que conformaban el antiguo trazado de la ciudad: la calle del Codo, la del Cordón y la de Madrid. Y además estaba a la misma distancia de las dos puertas de acceso a la ciudad más importantes de aquella época: la de Guadalajara y la de la Vega.

La delimitan tres edificios de incalculable valor histórico: la Casa y Torre de los Lujanes, construido en el siglo XV; la Casa de Cisneros, del siglo XVI; y la Casa de la Villa, del siglo XVII, que ejerció durante años como sede del Ayuntamiento de Madrid. En  esos edificios, que forman parte de los secretos mejor guardados de Madrid, han nacido nobles, han sido encarcelados, han vivido y han fallecido. Pero al que decidieron homenajear fue al marino Don Álvaro de Bazán –conocido por sus muchos títulos y por no haber sido derrotado nunca en batalla–, que tiene una estatua de bronce en el centro de la plaza con los versos grabados que le dedicó Lope de Vega.

Antiguamente se llamaba plaza de San Salvador, por la iglesia de la calle Mayor. Pero cuando Enrique IV de Castilla dio a Madrid el título de Noble y Leal Villa, cambió su nombre por el actual.

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  • La Latina

Que Dios nos pille confesados, pero los que peregrinan a esta céntrica plaza no lo hacen tanto para acudir a la iglesia de San Andrés –espectacular construcción barroca del siglo XVII que gozaba de tener fieles como san Isidro Labrador (allí enterrado) y santa María de la Cabeza– ni al Museo de los Orígenes y Casa de San Isidro, antes palacio de los Condes de Paredes. Más bien acuden a las terrazas que se ponen a su sombra para tomar el aperitivo y disfrutar más sosegadamente de la jarana del siempre activo barrio de la Latina. Lo que pocos saben es que allí se encontraba la que fuera casa de Isidro Labrador, demolida en 1972 por su mal estado, y que la iglesia que da nombre a la plaza fue construida sobre la primitiva iglesia cristiana del Madrid islámico. Apenas unos cuantos metros y toda la historia de un ciudad bajo sus terrazas. De ahí que el museo antes mencionado muestre la historia de Madrid desde la Prehistoria hasta el establecimiento de la corte a través de maquetas, grabados y hallazgos arqueológicos.

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  • Austrias

Parece mentira que esta plaza, tan silenciosa y tan perenne al paso del tiempo, esté a un par de minutos de la bulliciosa calle Preciados. Le da nombre el Real monasterio de las Descalzas Reales, fundado por Juana de Austria en el siglo XVI como monasterio de monjas de clausura, y que sigue funcionando como tal. Pero no siempre estuvo en silencio, antes de ser monasterio era un palacio –se dice que fue uno de los primeros palacios de Madrid–, que en más de una ocasión dio cobijo a Carlos I y vio el nacimiento de varios de sus hijos, entre ellos Juana de Austria. También cuentan que allí tuvieron lugar las primeras Cortes celebradas en Madrid, en 1339. Hoy tiene varias zonas abiertas al público con obras de arte de valor incalculable que fueron protegidas durante la Guerra Civil española, y es Patrimonio Nacional.

  • Qué hacer
  • Sol

Es un plaza encantadora y punto de partida para conocer el Madrid de los Austrias pues, históricamente, fue allí donde todo empezó. Quizá lo primero que llama la atención es su fuente, aunque no es la original: es una réplica de la de Orfeo que fue desmantelada en 1865, llevando al personaje mitológico al Museo Arqueológico Nacional. Levantando un poco la vista, aparece el edificio que preside la plaza, el que en su momento le dio nombre, ya que en sus inicios era el de las Escribanías de Provincia. Es cierto que se construyó como Palacio de Santa Cruz en 1636. Sin embargo, al principio, fue cárcel de la Corte, y tuvo entre sus presos al famoso bandolero madrileño Luis Candelas. No fue hasta 1767 cuando pasó a albergar la Sala de Alcaldes de Casa y Corte, llevando la cárcel a un edificio contiguo.

Polifacético, este edificio también fue durante un tiempo la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, lo que llevó a levantar un monolito que conmemora la adhesión de España a la Comunidad Europea, el 1 de enero de 1986.

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  • Recoletos

Pobre Cibeles, adorada desde el neolítico para que lleguen los vikingos del Real Madrid a subirse encima de ella. Ha pasado por mucho la diosa frigia, aunque tras la prohibición de encaramarse a ella para celebrar los logros futbolísticos, “solo” vive el continuo posar delante de las cámaras por ser uno de los símbolos más reconocidos de Madrid. Ejerce de intersección de la calle Alcalá con el paseo de Recoletos y el del Prado, ofreciendo un paseo agradable por las grandes arterias de la ciudad. En sus cuatro esquinas se han levantado edificios emblemáticos de la ciudad: el Palacio de Comunicaciones es el más reconocible por ser sede del Ayuntamiento de Madrid; el Palacio de Buenavista, hoy Cuartel General del Ejército, queda frente al Palacio de Linares, que actualmente alberga Casa de América; y, por último, el Banco de España. La fuente es puramente ornamental, pero entre 1782 y 1895 abastecía de agua a los ciudadanos. Es la diosa de la Madre Tierra, qué otra función podría tener...

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  • Centro

Pasear por los Jardines de Sabatini implica muchas cosas. Para empezar, es pasear sobre la historia literalmente, pues allí estaban las antiguas caballerizas del Palacio Real –creadas por Francesco Sabatini– hasta que se diseñaron los jardines con la llegada de la Segunda República. Este afrancesado paseo puede partir del edificio de la Ópera, que conecta los jardines con la plaza de Isabel II. Desde ahí, caminando entre los parterres de flores, se llega a la estatua ecuestre de Felipe IV, la primera en sostenerse de pie sobre las patas traseras del caballo. A ambos lados, hasta 20 esculturas de reyes españoles, cinco visigodos y quince de los primeros reinos cristianos tras la Reconquista. Finalmente, el Palacio Real. Construido en el siglo XVIII para residencia de la Familia Real Española, ya solo se utiliza para ceremonias y actos oficiales. 

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  • Madrid
Plaza de Cascorro
Plaza de Cascorro

Hay quien piensa que Cascorro es el señor esculpido en el centro de esta plaza. Nada más lejos de la realidad. Ese señor es Eloy Gonzalo, quien, criado en Lavapiés, solicitó alistarse para luchar en Cuba y terminó siendo considerado héroe de Cascorro, una pequeña población cubana cercana a Puerto Príncipe cercada durante la guerra hipano-estadounidense. Esta plaza es un sitio para disfrutar de lo más castizo de Madrid, pues allí empieza (o termina) el Rastro, un mercadillo con más 400 años donde se pueden encontrar artesanías y curiosos objetos de otro tiempo, tanto en los puestos callejeros como en las famosas tiendas de antigüedades típicas de las calles colindantes. Para tomar algo, La Casa de las Navajas ofrece tapas de toda la vida y aspecto de tasca. Pero esa zona está llena de bares perfectos para el aperitivo.

  • Qué hacer
  • Chueca

Ahora es epicentro de turismo, “moderneo” y fiesta, pero la historia de esta plaza ha sido irregular. Antes de constituirse como plaza, ese lugar acogió la cárcel de mujeres llamada La Galera y los huertos de los duques de Frías. Ramón de Mesonero Romanos decía que entonces era arrabal de “los chisperos”, que en la jerga madrileña se refería a los herreros y los chulapos, pero también a los ladrones. No era muy recomendable pasear por allí. Su urbanización la llevó a un período más luminoso, pero la posguerra trajo de nuevo oscuridad. En 1943 cambió el nombre de plaza de San Gregorio Magno por plaza de Chueca, en honor al compositor Federico Chueca. Y poco a poco, mejoró su fama hasta convertirse hoy en lugar de peregrinaje para los que quieren disfrutar de las terrazas, del Mercado de San Antón, de las tiendas independientes de las calles que salen de la plaza y del vermut de la Taberna Ángel Sierra, templo del aperitivo desde 1917.

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  • Centro

La inmensidad del Paseo del Prado y el estar flanqueada por imponentes edificios como el Palacio de la Bolsa de Madrid y el Hotel Mandarin Oriental Ritz, hace que a veces pase desapercibida, pero la plaza de la Lealtad merece desviar la vista. En primer lugar, por sus jardines, discretos pero bonitos, que conservan un gran arce sacarino, el madroño más antiguo de Madrid y un cornejo de nueve metros de altura. En segundo lugar, por el monumento a los Caídos por España que homenajea a los que cayeron en el levantamiento del 2 de mayo de 1808 con un gran obelisco que se erige donde el general Mural mandó fusilar a numerosos madrileños después de aquella jornada de rebelión. Allí descansan las cenizas de los fusilados presididas por un medallón con las efigies de los capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde. En honor a todos ellos, hay una antorcha que siempre arde.

  • Qué hacer
  • Malasaña

Esta plaza estaba destinada al sosiego y a las artes, y no solo por el descanso que abrigan las paredes del convento de las Comendadoras de Santiago que preside el lugar, sino porque este fue el lugar en el que Benito Pérez Galdós ambientó el inicio de su novela 'Miau'. Parece ser que la plaza surgió con la construcción del convento y conecta Malsaña y Chamberí, con el eclecticismo que supone la mezcla de un enclave histórico y castizo de aires galdosianos con los nuevos movimientos artísticos de la zona. Es un sitio tranquilo y familiar, con un parque y un café retro con terraza. Y también zona de paso y descanso para los que acuden en busca de la oferta cultural vecina del Museo ABC, el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid y el Centro de Cultural Contemporánea Condeduque.

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  • Madrid
Plaza de Cánovas del Castillo
Plaza de Cánovas del Castillo

Se conoce popularmente como la plaza de Neptuno y el pobre, como su compañera Cibeles, también ha sufrido las victorias futbolísticas, esta vez de los atléticos. Pero ahí está, erguido y eclipsando el nombre original de la plaza de Cánovas del Castillo quien, a pesar de haber sido una figura importante en la política y la historia de Madrid, poco tiene que hacer frente al dios de las aguas. Esta plaza se considera el límite del Madrid de los Austrias. Un límite imponente, porque lo que Neptuno tiene justo enfrente es el Hotel Westin Palace, levantado sobre el antiguo palacio del Duque de Medinaceli que los franceses saquearon y maltrataron durante la Guerra de la Independencia Española. Fue demolido en 1910 para construir el majestuoso hotel. En su perímetro también está al sede de las cortes y el Museo Thyssen-Bornemisza.

  • Qué hacer
  • Centro

El lugar donde todo empieza, el corazón del Madrid de los Austrias y, por tanto, punto de partida para visitarlo. Esta plaza se levantó sobre la antigua plaza del Arrabal, donde se encontraba el mercado popular de la villa, que Felipe II encargó remodelar en 1580, aunque no concluirían las obras de la plaza hasta 1619. Está considerada como una de las más bonitas de España. Ha visto mercados, festejos populares, coronaciones, beatificaciones y hasta autos de fe; ha sufrido tres grandes incendios y ha vivido numerosas remodelaciones y obras de acondicionamiento hasta adquirir su aspecto actual en 1992, cuando el artista Carlos Franco realizó el inmenso mural de la Casa de la Panadería (parte principal de la plaza, frente a la estatua de Felipe III) con personajes mitológicos entre los que está la diosa Cibeles. Esta plaza porticada cuenta con diez entradas entre las que destaca el arco de Cuchilleros, llamado así porque en esa calle trabajaba el gremio de los cuchilleros que surtían de herramientas a los carniceros de la plaza.

Hoy sus pórticos están llenos de comercios, algunos tan tradicionales como las sombrererías y los bares de bocatas de calamares.

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  • Sol

Si preguntas por ella a un madrileño, es posible que, de primeras, no caiga porque aquí se conoce como 'plaza de la Ópera' o simplemente 'Ópera' por estar allí el Teatro Real (Teatro de la Ópera). Y eso a pesar de que frente a sus puertas hay una estatua de Isabel II, réplica de la original destruída en la Segunda República. Sin embargo, la monarca no ha podido imponerse a las artes.

Antiguamente se llamaba plaza de Caños del Peral por su fuente con numerosas pilas donde se bebía y se lavaba la ropa. La fuente ha desaparecido –ahora hay una bastante más pequeña en su memoria–, pero adentrándose en la boca de metro de la plaza, se pueden ver los restos arqueológicos de los viajes de agua de Madrid. Para comer, nada de baretos: mesas vestidas para banquetes casi reales en La Paella Real y el Asador Real, típicos de la ciudad.

  • Qué hacer
  • Retiro

Parece mentira que el mismísimo demonio congregue a su alrededor a patinadores, paseantes, ciclistas, niños... Pero así es, esta plaza del madrileño parque del Retiro es un punto de encuentro habitual. Es una de las pocas estatuas dedicadas a Lucifer que existen en el mundo (no la única, como suele afirmarse) y en torno a ella hay mil leyendas generadas por su levantamiento a 666 metros sobre el mar. Para echar más leña al fuego, resulta que la glorieta tiene cinco salidas, un pentágono que resulta ser un símbolo satánico-masónico-esóterico. Vamos, que muchos dicen que esta es la puerta de entrada al infierno.

Lo cierto es que la estatua del diablo atado por siete serpientes en representación de los siete pecados capitales, se llevó el primer premio en la Exposición Universal de París de 1878. Y un dato más: fue construida donde antes había una ermita. Si esto no da para una novela de Dan Brown...

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  • Sol

Si al principio decíamos que las plazas son los corazones de Madrid, la de la Puerta del Sol es el más grande y más fuerte. Kilómetro cero, literal y figurado, de todo lo que sucede en la capital. La preside la Casa de Correos, en cuyo punto más alto está el reloj más famoso de España: el que da las campanadas en Nochevieja. El resto del año, reciben el mismo protagonismo la estatua del Oso y el Madroño, situada durante mucho tiempo frente al Hotel París, antes coronado por otro emblema, el cartel luminoso de Tío Pepe que ahora se sitúa en el número 11 de la plaza. Además de la placa del kilómetro 0, recientemente remodelada, hubo otros añadidos a lo largo del tiempo, como la estatua ecuestre de Carlos III o la placa a las víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004 y a los que ayudaron aquel día fatídico.

A mediados del siglo XIX, había hasta diez cafés alrededor de la plaza. Hoy no queda ninguno, pero si apetece un dulce y algo caliente, La Mallorquina sigue abierta en el número 8 de la plaza desde 1894.

  • Qué hacer
  • Retiro
Plaza de la Independencia
Plaza de la Independencia

Para tomar el camino a Alcalá de Henares, los madrileños desde 1778 debían cruzar esta puerta, una de las cinco que daban acceso a la ciudad. La actual la mandó construir Carlos III y sustituía a una antigua del siglo XVI. Es curioso que es distinta por ambos lados: mucho más sencilla la fachada que originalmente daba al interior de la ciudad, y más ornamentada la que verían los que venían de fuera, presidida por el escudo real.

Esta puerta se sitúa en el centro de la plaza de la Independencia, alrededor de la cual se levantan edificios del siglo XIX y XX donde habitaba la burguesía madrileña. Y justo frente a la puerta, se abre la considerada entrada principal del Retiro, configurada por la puerta y las columnas que cogieron del Casino de la Reina, una residencia de recreo que el Ayuntamiento regaló a Isabel de Braganza. En sus amplias aceras hay varios cafés desde los que admirar tan imponente plaza.

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  • Centro

Los enormes edificios que la rodean y el ser nexo de las dos grandes vías del centro de Madrid, Gran Vía y Princesa, provoca que muchos no hayan reparado demasiado en la riqueza de esta plaza, una de las más grandes de España. En su entrada desde la zona de Gran Vía aparece una fuente de tamaño considerable dedicada a Miguel de Cervantes, en la que el escritor aparece sentado y acompañado de algunos de sus personajes como Don Quijote y Sancho Panza cabalgando en bronce a sus pies, Dulcinea, Rinconete y Cortadillo, La Gitanilla... Hay que encontrarlos todos. Frente a la fuente se extienden unos jardines frondosos, protegidos en sus flancos por la Torre de Madrid, en su momento el edificio más alto de la capital; Casa Gallardo y Real Compañía Asturiana de Minas, de una belleza modernista sin comparación; y el más famoso, el Edificio España, hoy convertido en el Hotel Riu Plaza de España, con unas vistas increíbles desde su terraza de la planta más alta.

  • Qué hacer
  • Sol

Aquí hay de todo menos silencio, y es que es una de las zonas comerciales más transitadas del mundo. Allí se levantaron por primera vez las Galerías Preciados. Y se conservan varios edificios icónicos como el Carrión, más conocido como el 'edificio Schweppes' por el famoso neón que lo corona. El Palacio de la Prensa, construido en 1928, era un edificio multifuncional y albergaba un cine en su sótano hasta que en 1991 destinó toda su planta baja a esa función. El edificio La Adriática, con su famosa cúpula y su color salmón. Y el Cine Callao, que mantiene esta función desde su construcción en 1927. Y así, esta plaza, en origen pequeña e ideada sin grandes ambiciones, se ha convertido en la que nunca duerme de Madrid.

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  • Barrio de las Letras

Situada en el corazón del barrio de las Letras, parece lógico que allí se ubiquen las esculturas de dramaturgos de renombre como Federico García Lorca o Calderón de la Barca. Pero hay más: escritores, pintores, actores, dibujantes y hasta el mismo Cervantes y los dos dramaturgos mencionados hicieron vida en los alrededores de la plaza en los siglos XVI y XVII. El teatro siempre ha estado presente en la plaza pues, antes de ser el Teatro Español, allí estaban los corrales de comedias de La Pacheca y del Príncipe. Sus artistas y los literatos de la época, como Hemingway, frecuentaban la Cervecería Alemana (calle del Príncipe, 6) que acogía tertulias desde su apertura en 1904; hoy sigue en activo. La alternativa contemporánea es el Hotel ME (Plaza de Santa Ana, 14), con un 'rooftop' acondicionado para alargar la cena con unas copas con vistas a Madrid.

  • Qué hacer
  • La Latina

No tiene edificios de renombre, pero sí la belleza costumbrista de unos balcones que miran a una plaza que una vez fue punto neurálgico de la villa, cuando era su principal mercado, antes de que Juan II de Castilla se lo llevara a lo que luego fue la Plaza Mayor, en el siglo XV. Está situada en la antigua morería, donde vivía la comunidad musulmana apartada de la cristiana. Y después tomó su nombre de la paja que allí se otorgaba como diezmo a los capellanes, que alimentaban con ella a las mulas en las que paseaban.

Algunos de los palacios de la plaza se destruyeron, como el de Lasso de Castilla, donde se alojaron los Reyes Católicos y Juana la Loca y su marido. Sí se conserva el de los Vargas, que ahora es un centro de enseñanza.

La plaza tiene un tesoro escondido: el jardín del príncipe de Anglona. Romántico y árabe, es uno de los pocos jardines nobiliarios del siglo XVIII que se conservan. Merece la pena una visita y después tomar algo en las terrazas de la plaza.

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  • Madrid
Plaza de Tirso de Molina
Plaza de Tirso de Molina

Aquí se encuentra el mercado floral de la ciudad, levantado para dar un aire más fresco y luminoso a una plaza con un pasado un tanto turbio, hoy olvidado entre flores y terrazas. La plaza está dedicada a fray Gabriel Téllez, más conocido por su pseudónimo de Tirso de Molina, uno de los grandes dramaturgos del Siglo de Oro de Madrid. De arte se ha hecho su historia: Joaquín Sorolla tuvo allí su primer estudio de pintura, vivieron los hermanos Bécquer, y Joaquín Calvo Sotelo le dedicaba la obra de teatro 'Milagro en la Plaza del Progreso' (como se llamaba antiguamente esta plaza). Las artes escénicas siguen encontrando allí su lugar en el Teatro Nuevo Apolo; el cine, en la vecina Sala Equis, que, como la plaza, ha cambiado su era turbia por una mucho más cultureta: allí se puede ir a tomar unas cañas y ver buen cine, asistir a coloquios o simplemente disfrutar de una comida rápida y sabrosa en sus tumbonas de playa.

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