Cecconi's (Gòtic)
Scott ChasserotCecconi's (Gòtic)
Scott Chasserot

Los mejores restaurantes del Gòtic

La mejor cocina de la zona más antigua de la ciudad: restaurantes emblemáticos, cocina creativa y platos tradicionales

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Si un día estáis paseando por el casco antiguo de Barcelona y os entra hambre, tranquilos que tenéis muchas opciones para elegir. Desde cocina tradicional catalana llevada a los fogones modernos, pasando por restaurantes de sushi de primera y hasta bares de toda la vida para sentirse como en casa, el Gòtic acoge toda una variedad de restaurantes y locales para que encontréis vuestro cubierto.

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  • El Gòtic
  • precio 2 de 4

Los años no parecen pasar en este restaurante barcelonés. Seguramente es uno de los espacios más emblemáticos de la ciudad y al mismo tiempo uno de los que pasa más desapercibido. Quizás mejor así, para evitar que se llene demasiado y correr el riesgo de que pierda su identidad. Agut es un oasis, entre la multitud de restaurantes que pueblan el Gòtic, donde aún hoy en día se puede disfrutar de la mejor cocina tradicional catalana de fonda puesta día. Así es como ha sobrevivido.

  • Cocina creativa
  • El Gòtic
  • precio 3 de 4

Los restaurantes de hotel se están convirtiendo en espacios con presencia que atraen a clientes que no necesariamente son los del hotel. Este es el caso del a Restaurant, en el Hotel Neri, al frente del cual encontramos el chef Alain Guiard, de solvencia contrastada en el Santa Burg y La Mundana. Aquí propone una cocina divertida, juguetona. Como en el 'ragú' de corvina, berberecho y mejillón con naranja y coco, y el canelón de asado, bechamel de almendras tiernas y teriyaki.

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  • El Gòtic
  • precio 2 de 4
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Els 4 Gats
Els 4 Gats

Fue en 1897 cuando Pere Romeu y los pintores Santiago Rusiñol, Ramon Casas y Miquel Utrillo abrieron Els 4 Gats a imagen y semejanza del cabaret Le Chat Noir de París en los bajos de la Casa Martí, edificio modernista de Josep Puig i Cadafalch (1896). Rápidamente, se convirtió en un punto de reunión del talento cultural de esos tiempos y centro ideológico de la vanguardia artística. Por su sala y sus tenedores, pasaron, entre otros ilustres personajes, Gaudí, Albéniz, Enric Granados y un joven Picasso, que creó la imagen de la carta. El 4 Gats, un icono del Gótico, sigue siendo lugar de inspiración de artistas. Todas las noches hay música en directo.

  • El Gòtic
  • precio 1 de 4
La Plata
La Plata

Las tres tapas imprescindibles de este emblemático bar donde deberéis comer de pie, ya os avisamos, son el pescado azul frito (no en vano, también se le conoce como Los pescaditos), la ensalada de tomate, cebolla y aceitunas y el pincho de morcilla. Nosotros añadimos una cuarta porque nos encanta, para atribuir más sentido a su apodo y porque, de hecho, aquí se acaba la carta de La Plata: el pincho de anchoas, lozanas y consistentes, ¡las mejores! ¿Para qué nada más si lo que hacen ya es bueno?

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  • Mediterránea
  • El Gòtic
  • precio 3 de 4

El Bar Mono es un restaurante abierto todos los días de la semana y con cocina ininterrumpida los 365 días del año. Su oferta, basada en la compartición de platos, integra tapas, platillos, ensaladas, street food, brasa y arroces con productos de primera calidad y proximidad.

  • Libanesa
  • Barcelona
  • precio 2 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Dicen que hacen cocina creativa del Mediterráneo con un toque de Oriente Medio: es decir, no se encasillan en una sola cultura, sino que la abrazan muchas para poder ofrecer lo mejor gastronómicamente hablando. Tiene oferta para hacer un brunch, unos meze (tapas), almuerzo y cena. ¿Ejemplos? Hummus, tzatziki y baba ganoush para abrir el apetito; fatuix (ensalada); raviolis kreplach con queso de cabra y salsa de mantequilla de azafrán; tartar de caballa con tabulé, pimientos rojos y ras al hanut o un espectacular shawarma de cordero con especias tostadas, jengibre, cardamomo, ensalada de pepino y pan de pita. Mediterráneo en vena.
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  • El Gòtic
  • precio 3 de 4

Arreglado a las callejuelas del Gótico, hay un minúsculo restaurante de tapas estilo izakaya donde solamente caben veintiún afortunados. La cosa va de cocina contemporánea con reminiscencias tradicionales, influencias japonesas y cocina en crudo. Muchos de los productos que utilizan provienen de la finca que sus propietarios tienen en Palamós y el establecimiento cuenta con el sello de Slow Food. El menú de degustación con un recorrido de nueve tapas por 60 euros es una excelente experiencia gastronómica. Tienen otro local en el Eixample Izquierdo donde también fusionan el producto catalán con la cocina asiática, el Brugarol X (Còrsega, 231).

  • Francesa
  • Dreta de l'Eixample
  • precio 4 de 4
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Desde el Hotel Ohla, Romain Fornell, un chef con más de un restaurante consolidado en la ciudad (Café Turó, La Plassohla...) y con una trayectoria admirable, continúa su carrera estrellada (una estrella Michelin) con mucho de éxito. En el Caelis despliega una cocina arriesgada, pero que a su vez conserva el punto francés de tradición. La atención en la sala es impecable, y tiene tres menús degustación, uno de ellos enfocado a realzar el producto de tierra y de mar, otro de celebración y otro 100% vegetariano. Además, ofrece un menú de mediodía a un precio muy razonable que incluye platos como unos macarrones rellenos de calamar y foie-gras. La excelencia francesa en Barcelona.

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  • Catalana
  • El Gòtic
  • precio 2 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Can Culleretes es el segundo restaurante más antiguo de España y el primero de Cataluña. Abrió en 1786, o sea que puedes hacer las cuentas. La familia Agut-Manubens, Siscu Agut y Sussi Manubens, cocineros de Súria, asumieron el negocio en 1958 después de trabajar en el Agut. Desde entonces, el restaurante ha permanecido dentro de la misma familia, y en la actualidad lo regentan las hijas de Sussi y Siscu: aquí trabajan nietos y parejas. Verlo funcionar es una oportunidad para contemplar un modelo de restauración tradicional, particular e identitario de Barcelona, adaptado a los nuevos tiempos. 

Un pedazo vivo de historia 

El local se mantiene impresionante, cargado de cuadros de principio del siglo XX, arte e historia (esa cerámica modernista maravillosa de Xavier Nogués, esos arcos que separan salones...). Y la continuidad del local está asegurado gracias a que la familia compró el inmueble en los años 60, y lejos de menguar, creció añadiendo majestuosos comedores. Buena excusa para volver a sentarse en sus mesas y dejarse abrazar por la atmósfera densa de la buena cocina, sus comedores modernistas, el arte taurino y la historia.

¿Se come bien en Can Culleretes? 

Tantos años a su espalda, se sigue comiendo bien: esto va de cocina catalana de la buena, con platos paradigmáticos como los canelones –tienen justa fama: los de espinacas con brandada de bacalao son buenísimos– o el pollo a la catalana, esa maravilla de estofado meloso con piñones, ciruelas y pasa, así como el civet de jabalí. Aquí se viene a comer potente, y las nuevas tendencias culinarias apenas han hecho mella en la carta.   

Can Culleretes, es obvio decirlo, tiene historia y anecdotario para llenar varios libros (no en vano debe su nombre a que fue de los primeros sitios de Barcelona que puso cucharitas metálicas a disposición del cliente). Cazo una anécdota al vuelo de Alícia Agut Manubens: “El día que legalizaron el Partido Comunista, acabaron celebrándolo los 40 en el comedor".

Viven en gran parte del turismo, claro, pero su máxima concesión fue poner menús con la llegada del euro. “Esto es un buen restaurante, no un bar de platos combinados con foto, y nunca lo será”, valora la dueña. 

  • Italiana
  • precio 2 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Cecconi's se ha consolidado como una referencia inapelable de la restauración italiana de Barcelona. En ella triunfan platos como el vitello tonnato, unos ñoquis a la romana y la focaccia que te dejan en la mesa como tentempié. Más allá de su vinculación con el Soho House –es el restaurante del club, pero abierto a todo el mundo–, encontrará una comida italiana de primera categoría: la pasta hecha a mano, obviamente, pero también marisco y pescado cocido al carbón, como el lenguado de Dover con limón y alcaparras, y los excelentes espaguetis con langosta y guindilla. Tienen una carta específica de brunch dominical que ofrece carne, pescado, huevos, arroces y pasta. 

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  • El Gòtic
  • precio 1 de 4

Es lo más parecido que encontraréis a ir a comer en casa de los padres o la madrina. Este pequeño milagro en el corazón del Gòtic es obra de un equipo femenino en la cocina y en la sala que te hace sentir como un miembro más de la familia: esto significa que sirven platos caseros de verdad, sin demasiadas florituras pero digestivos y sabrosos. Un ejemplo podría ser un primero de lentejas estofadas, churrasco de segundo y un flan de postre. Abren para los desayunos y almuerzos, y ofrecen un buen surtido de bocadillos y platillos, además de un menú de mediodía que cambia de un día para otro según los que encuentran en el mercado y la inspiración. Id temprano que se llena.

  • Cocina creativa
  • El Gòtic
  • precio 3 de 4
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

¿Un restaurante romántico? ¡Romántico es quedarse corto! Contraban del hotel Wittmore es como una cajita de música para enamorados. Nunca imaginarías que en esta esquina discreta del barrio Gótico se esconde un hotel boutique –precioso, de lujo elegante y analógico, las habitaciones se abren con llave física– con un restaurante que privilegia las mesas íntimas, la madera oscura y el terciopelo. Y que está construido alrededor de un patio interior con el muro vegetal más alto de Barcelona: 19 metros de verde exuberante, donde podréis comer si hace buen tiempo. Al frente del restaurante está Alain Guiard, un chef que se mueve con talentosa comodidad entre la cocina creativa y la del confort casero.

Y siempre puedes confiar en que si él firma la carta, su propuesta será especial, trabajada y coherente. En Contraban, Guiard ha estructurado una carta que remite al proceso creativo, con apartados como Libertad, En Blanco o Frustración. En Libertad, nos seduce con una pizza brioche con una interacción sorprendente entre el hinojo fresco y el pepperoni. En Blanc –que es un apartado de platos hechos con tres ingredientes– vale la pena probar una buenísima berenjena escalivada con miel de pino y piñones, que deshojas carnosa como si fuera bacalao. Y en Nostalgia nos desarma con unos gloriosos macarrones del cardenal, donde se entrecruza la bechamel con el zumo de asado del secreto ibérico y remite a las doradas panzadas de tu infancia. Las raciones son abundantes, ya sabéis que una barriga satisfecha parte más dispuesta hacia la lujuria.

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  • Bar de bocadillos
  • El Gòtic
  • precio 1 de 4
Conesa Entrepans
Conesa Entrepans

Lo que fue y es el primer fránkfurt que se estableció en Barcelona hace 70 años, ¡un clásico vivo de los bocadillos en nuestra casa! Y aún más desde que este histórico bar de bocadillos actualizó sus instalaciones. Ahora es algo más confortable. Esto es una cola de esas con plancha al final, vaya temprano. Pruebe el de carne de olla y salsa de Marta, todo un guiso entre panes. No nos engañemos: aquí la cosa va de bocadillos calientes y contundentes (como el pamplonica, chistorra con queso y mostaza!). Tienen 50 referencias con mucho bocado veggie-friendly y sin gluten. Las ensaladas completan su oferta desde hace menos tiempo.

  • El Gòtic
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Simplicidad con detalle, influencias nórdicas y esencias mediterráneas: el Fiskebar es el mar desde otra perspectiva, el mar del norte con la luz del sur. Sus chefs Alex Durán y Matteo Spinelli han ideado un concepto gastronómico que, a través de sus recetas, nos hacen viajar por las tradiciones pesqueras de distintos rincones. Especializado en pescados, marisco y algas con una fuerte influencia nórdica y mediterránea, Durán y Spinelli priorizan los productos locales y sostenibles para elaborar una cocina honesta, cercana y donde reina el gusto, la calidad y la técnica.
En su carta, donde la pasta, las verduras y el arroz acompañan a los productos del mar, os esperan originalidades como tagliolini ciprianio en la carbonara de gambas o arroz de siete verdes y salmonete abierto con naranja y hierbas. ¡Las fotografías hablan por sí mismas!
Para maridar estos sabores marítimos tienen una carta de vinos en la que predominan los ecológicos y orgánicos, así como cervezas de tirador.
Relajaos en este restaurante junto al mar y dejaos llevar por una carta cuidada y un interior cálido, con detalles nórdicos que destacan en el entorno del local: en el puerto de Barcelona y con la montaña de Montjuïc de fondo.

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  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

De vez en cuando, hay restaurantes que en el mismo momento que abren, piensas: este será un clásico. A partir de la osamenta del histórico Café Torino de la calle Escudellers, el chef Albert Ventura (Coure) propone una cocina abierta todo el día que tanto permite hacer unas tapitas de aperitivo como una cena de alto copete. El local es una preciosidad modernista: con una larga y preciosa barra de mármol como eje vertebrador y un pequeño piso de arriba, embelesan su puerta vidriada, espejos y marquetería.

El abanico de la oferta gastronómica va desde unas croquetas de pollo realmente buenas (es un gusto encontrarse la bestia deshilachada y que el rebozado sea como zamparse tiene una cordillera crujiente) o unos buñuelos de bacalao primos hermanos de los del Hispania (¡poca broma!), a un arroz negro, un filete al punto tierno y sabroso, con el acierto de la calabaza de acompañamiento, o una raya con mantequilla, espinacas y alcaparras que te alegra el día y la semana.

Ojo, que si no miras los precios y pides a todo trapo, puedes quedarte un poco tieso con el tique. El menú de 15 euros es una excelente opción para dejarse cautivar por Thonet.

  • Cocina creativa
  • El Gòtic
  • precio 2 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Informal
Informal

El chef Marc Gascons, estrella Michelin en Els Tinars de Llagostera, trajo su savoir faire a Barcelona, en el hotel Serras. La suya es una cocina de producto, basada en la cocina tradicional catalana y presentada de forma fresca y ligera, al día. Es decir, la esencia de Els Tinars, pero con todos los detalles que comporta ser el restaurante de un hotel. Ejemplos: las bravas hojas, el arroz seco de gamba roja a la brasa y romesco y los canelones de pollo ecológico, bechamel de setas y el tártaro de ternera. Y de postre, coulant de chocolate con helado de avellanas del Piamonte. La misma carta puede pedirse al rooftop, donde, por cierto, Picasso pintó. 

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  • Japonesa
  • El Gòtic
  • precio 3 de 4
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Los nigiris hechos con las manos de Hideki Matsuhisa nos llegan a la boca sin alteración en la temperatura, y se deshacen con todos los gustos potenciales. Como cocina estratosférica que combina ingenio y sabores mediterráneos y japoneses, ha merecido la primera estrella Michelin de un restaurante japonés en Barcelona y es sin duda uno de los mejores restaurantes del Gòtic. El control exacto del corte del pescado del mejor sushi posible, la cantidad de arroz y la textura, entre otros, hacen que este local sea absolutamente ineludible para cualquier amante de la cocina japonesa. Un placer sentarse frente a los cocineros y disfrutar de uno de los dos menús gastronómicos que ofrecen. A un nivel simplemente superior. Si buscas una opción de igual calidad pero con aires de taberna japonesa tradicional, visita el Shunka, hermano del Koy Shunka.

  • Mexicana
  • El Gòtic
  • precio 1 de 4
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

La Pachuca abrió por imperativo de espacio. Jose Luis, mexicano del DF, así lo explica: "Todo el mundo nos decía que ya no iban a El Pachuco porque estaba incluso su madre", ríe. Decir éxito es quedarse corto: un miércoles al mediodía, en El Pachuco -taquería ravalera al más puro estilo DF, entre las mejores de Barcelona- ponen cadenita de aforo. Hubiera sido fácil reproducir el modelo en otra dirección, pero el restaurante mexicano de la calle de Carabassa "es otra propuesta, sobre todo basada en los rinconcitos de mi infancia: qué encuentras en un mercado, que se come en un bautizo", dice.

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  • Catalana
  • El Raval
  • precio 2 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

La Pau es el restaurante de la fundación El Umbral. Aliada con la empresa Enjoy BCN y Grupo Tragaluz, este restaurante ofrece experiencia laboral a los alumnos de la escuela de hostelería El Repartidor: “Trabajan jóvenes que se han visto expulsados del sistema educativo por los motivos que sean, y les ofrecemos una segunda oportunidad”, explica Ignasi Valeriano, director de negocio del Umbral.

  • Catalana
  • El Gòtic
  • precio 2 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Ponerle a un restaurante del barrio Gòtico un nombre extraído del 'Libre del Sent Soví' –el recetario catalán más antiguo conocido, de 1324– es toda una declaración de principios e intenciones. Marc Pérez –cocinero de The Greenhouse y La Esquina– y Tània Doblas en sala han puesto un negocio propio de cocina catalana de verdad: sin tacos ni patas de pulpo con parmentier. Situado donde estuvo Mercè Vins, una tasca catalana con 35 años de servicio, la intención de La Sosenga –sofrito medieval– es ofrecer una cocina catalana arraigada en el territorio e incluso con ciertos aires medievales, sobre todo en los contrastes entre dulce y salado (ya sabéis que la cocina de la edad media no diferenciaba entre platos principales y postres).

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  • Mediterránea
  • El Gòtic
  • precio 2 de 4
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Lluís de les Moles
Lluís de les Moles

El reclamo de Lluis de les Moles es el menú de mediodía. Con tantos platos para elegir –unos diez primeros y diez segundos– hacer menú parece casi comer a la carta. Desde que abrió en 2001, la apuesta ha sido establecer un fondo de cocina catalana tradicional con forma moderna. Delicadezas como el timbal de huevo frito con patatas de sartén y zumo de jamón de Jabugo y el fricandó con setas y arroz basmati han resistido diez modas gastronómicas seguidas. De vez en cuando, vale la pena dejar aparcada la prisa, detenerse un rato y dejarse llevar por restaurantes como este que logran tocar el cielo desde la sencillez.

  • Mediterránea
  • El Gòtic
  • precio 2 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Un restaurante trendy y cosmopolita que ha dado un paso adelante para acercar su cocina a la población local. Y lo ha hecho con un fichaje de nivel: Hannes Eberhard, quien fue jefe de cocina en Alkimia de Jordi Vilà durante ocho años. Y cogió a la criatura con carta blanca y una idea clarísima: hacer una cocina de proximidad con toques internacionales y creativos. Eberhard sigue la máxima de conocer bien a los proveedores. Embutidos de Cal Rovira, verduras de Pau Santamaria, ternera ecológica de Cal Tomàs, panes de El Raiguer, quesos catalanes de Xerigots, pescado de lonja, jamón ibérico DO Extremadura. Nyam!

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  • Vegetariana
  • El Gòtic
  • precio 3 de 4
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

El Rasoterra es más que un restaurante vegano: es uno de los lugares más emblemáticos en la revolución verde en las mesas de Barcelona, desde que abrieron en el 2013. Si tenemos en cuenta que uno de los socios del restaurante, Danielle Rossi, también es presidente de la asociación Slow Food de Barcelona y que tienen un huerto propio, entenderemos la magnitud y el rigor del Rasoterra en materia de cocina km 0. La chef Adriana Carcelén ha incrementado el voltaje gastronómico de sus elaboraciones. Abren de noche, y en lugar de una carta con tapas y platos principales, tienen un menú cerrado a 29 euros con un aperitivo, entrante y segundo que puede alargarse a voluntad.

  • Japonesa
  • El Gòtic
  • precio 3 de 4
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

La mejor cocina japonesa en vivo y directo. Dejadlos hacer. Cortan el sushi con la destreza de autómatas y la delicadeza de un samurái. Sencillamente, estamos frente a una de las mejores barras de sushi de Barcelona. Un consejo: procurad reservar mesa en la barra para disfrutar del auténtico espectáculo visual y gustativo. Entre todas sus especialidades, vale la pena pedir el katsuo tataki en salsa ponzu; el Shunka maki, de atún, salmón y aguacate recubierto con huevos de tobiko; el sashimi de ventresca de atún, y las vieiras con sake y shiitake. Pero más que ir con una idea preconcebida, mejor preguntad y dejaros recomendar.

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