Los 50 mejores restaurantes de Cataluña

Barcelona 

Jordi Cruz ostenta la tercera estrella Michelin del Àbac, con lo que le convierte en uno de los tres restaurantes imprescindibles de alta gastronomía en Barcelona. Ha conquistado este estatus mediante una cocina llena de maestría y sofisticación, para tocar el cielo, a la vez que llena de respeto por la tradición catalana. La única opción para comer es hacer un menú degustación de veinte pasos, donde el chef hace una exhibición de inspiración y virtuosismo, con platos como un pichón marinado y asado a la parrilla, zanahoria en romesco, hummus y escabeche, con toques de café, especias y lavanda.

Calldetenes

Es el proyecto personal de uno de los chefs conocidos y reconocidos de nuestro país, Nandu Jubany. Sin duda, toda una experiencia comer aquí, y los elogios al establecimiento y a los platos que se sirven llegan de todos lados. El lugar es precioso y encantador, y la comida ... ¿qué os podemos decir? Creatividad y pasión desbordantes, bebiendo de la tradición pero al mismo tiempo jugando hasta límites inimaginables. Si sois sibaritas no os podéis perdonar no haber reservado todavía mesa.

De hecho, Nandu Jubany ya ha traspasado la categoría de chef Michelin para convertirse en un icono popular catalán. Su visión de la tradición nostrada, con mano autoral, se pasea por todo mar y montaña, con platos como el arroz seco de espardeñas con caldo de cigalas o el cochinillo asado y confitado con texturas de melocotón.

Sant Pere de Ribes 

Cuarenta años de tradición familiar avalan el trabajo del restaurante Can Lloses, en una blanca masía de Sant Pere de Ribes y con una gastronomía basada en la cocina catalana: carnes a la brasa, escudella, guisos, tortillas... Un lugar donde seguro que no quedaréis con hambre, y donde también dan importancia a los platos de temporada: si vais en invierno, probad las alcachofas a la brasa, el xató, o una calçotada.

Barcelona 

Casa Amàlia es un restaurante de toda la vida: un local abierto en 1950 justo enfrente del Mercado de la Concepció, con una carta clásica y sin complicaciones en la que prevalece el buen producto y la cocina de siempre. O eso era hasta que se le quedaron Jordi Castán y Sergi Suaña en 2020, un dúo con décadas de experiencia en el negocio de la restauración de altos vuelos y el producto de proximidad.

La carta se articula en aperitivos y dos apartados: uno de tradición y uno de transformación. En el primero, maravillas clásicas como rape a la brasa con velouté de pescado y amontillado de Montilla-Moriles con hinojo, o canelones de tres carnes con bechamel. En el segundo, barbaridades juguetonas como la 'panalena mallorquina', una berenjena a la brasa, con fino tocino y relleno de sobrasada y cubierta por una tempura de berenjena y un pedazo de miel de colmena en lo alto. Un artefacto gastronómico que evoca el placer de la sobrasada con miel y se deshace, cruje a placer y te dispara matices de lujuria en la boca. Los arroces también son de altos vuelos

Se enorgullecen por poner el mejor producto en valor –en la carta referencian de qué parada del Mercado de la Concepción, que abastece al 50 % de la cocina, es cada producto de temporada– y escapan del hecho tópico: como por ejemplo, un bacalao a la muselina de estragón con pasas al ron que es una reinvención ligera, melosa y deliciosa de aquel cañonazo a la barriga que es el bacalao a la muselina de ajo. No solo la comida es exquisita: la sobria reforma le convierte en un lugar apto para la gente que considera el buen gusto la mejor forma de ser romántico.

Vic

Un restaurante con encanto, dicen que de los más antiguos de la ciudad de Vic, ubicado en una casa señorial del siglo XVIII con frescos en las paredes. El entorno, pues, acompaña. ¿Y la comida? Encontraréis cocina tradicional actualizada. El menú es muy completo y tiene un montón de platos para elegir, desde arroz de cepas hasta meloso de ternera con brie, setas y salsa Oporto, o un bacalao con verduras y salsa de puerros. Si os decantáis por la carta y no os viene de un euro, podéis solicitar unas gambas de Palamós o un rape y marisco en el suquet de romesco.

Sagàs

Este magnífico hotel rural, rodeado de huertos y animales, es ideal para reponer unos días y muy adecuado si va con niños. Sin embargo, la gran atracción es su excelente restaurante: con una cocina de primera calidad y muy marcada por la estacionalidad del producto, y que le ha valido grandes reconocimientos: el máximo, la estrella Michelin, claro. La familia Rovira hace oficiosamente los mejores productos de cerdo de toda Catalunya: animalitos que han roto libres por la finca familiar.

También podrás comprar los embutidos de elaboración propia, y de la misma finca salen la mayoría de los alimentos que después se sirven en el restaurante. Comer cerdo aquí es tener la certeza de que comerás el mejor cerdo posible de Cataluña. Pies de cerdo deshuesado, arroz de matanza, col confitada con raifort y fredolics... Y un plato como la sobrasada tibia con panal de miel y pan con tomate, copiado en medio mundo. Y su precio es óptimo, uno de los Michelin catalanes más asequibles.

Granollers

Clásico en mayúsculas. Pocas empresas pueden decir que están en funcionamiento desde el año 1771. La Fonda Europa, en el centro urbano de la capital del Vallès Oriental, no para de renovarse, pero al mismo tiempo conserva un aire histórico y una elegancia únicos. Y si por alguna cosa tiene fama es por su restaurante, por donde han pasado infinidad de personajes famosos que buscan el placer de una buena comida tradicional catalana, de calidad, ya sea al mediodía o a la hora de desayunar. 

La carta son unos grandes éxitos de la tradición catalana, con un enfoque contemporáneo y con un punto muy importante: comerás estos platos en uno de los lugares que los fijaron en la conciencia colectiva. Ejemplos, a puñados: su fastuoso capipota -que puedes solicitar en media ración-, los canónicos macarrones con sofrito de cerdo y ternera y gratinados, o la señal de identidad de la casa: los platillos catalanes -guisado con picada hecho a fuego lento- con imperdibles como la sepia y albóndigas y pie de cerdo o el meloso de ternera a la ratafía. No puedes olvidar los arroces, claro: recuerda que aquí el apellido es Parellada.

Sant Pere Molanta 

Este buen restaurante en medio de un pueblo rodeado de viñedos y donde podréis encontrar platos de cocina catalana tradicional celebra este año su 40 aniversario. Así pues, si todavía no habéis ido nunca, es un buen momento para descubrirlo y probar sus carnes hechas a la chimenea con leña de encina. Calidad y buen trato, con la carne como producto estrella pero sin desmerecer tampoco el resto de platos y unos postres excelentes.

Barcelona 

Lo que da el espaldarazo a Barcelona como potencia gastronómica de primer orden es que en paseo de Gracia Martín Berasategui ostenta tres Michelin. Pero no toda la gloria es del genio del garrote: también cuenta como su segundo, Paolo Casagrande –enamorado de la 'escudella i carn d'olla'–, ha sabido adaptar y expande la filosofía de la casa –imparable y sutil engranaje que fusiona la tradición solariega vasca y la complejidad demencial con un producto extraordinario– el territorio catalán. Todo ello constituye un trabajo de excelencia demostrada en cada plato de su carta. Os recomendamos que os regaléis el gusto de sentaros a su mesa aunque sea solo una vez en la vida.

Castelldefels

Restaurante en primera línea de mar de Castelldefels de larga trayectoria y muchos reconocimientos, bajo la batuta personal de Miguel Yepes. Ya Xavier Cugat -uno de los salones lleva su nombre- subastaba aquí cuadros cuando volvía de sus viajes por América. Pero dejemos la historia atrás y centrémonos en la cocina. Una gastronomía con el pescado y el marisco como protagonistas, frescos, deliciosos, con arroces, fideuás y salsas para chuparse los dedos. Sin duda, uno de los grandes restaurantes de la comarca.

Vilanova i la Geltrú 

Deberéis desplazaros a las afueras de Vilanova y la Geltrú para encontrar este restaurante, pero seguro que no os importará cuando os sirvan un suquet de gambas de Vilanova. Además está situado en primera línea de mar. Y si las gambas no os gustan, no sufráis, que la carta es muy amplia y hasta tienen pasta y pizzas, para no olvidarse de sus inicios, cuando era un restaurante italiano.

Sant Fruitós del Bages 

O, bien abierto, el "oh" que debía exclamar el chef Jordi Llobet al enterarse de que el gastronómico de Món Sant Benet ha recibido la estrella Michelin. O que, según como, lo ha conservado, porque hereda el lugar y el listón de l’Angle de Jordi Cruz. Fijáos en él, sin falta, los golosos que visitéis el monasterio románico, la Fundació Alícia, de la que recibe la maestría, o los huertos, que le proveen materia prima. La guinda del pastel alimentario del complejo pretende que, como su equipo, disfrutéis. Nada más.

Y a fe que disfrutaréis: su menú degustación sale muy bien de precio, teniendo en cuenta que estamos en una Michelin, y es un paseo largo por los sabores de temporada de la Cataluña interior, de la que Sant Benet es la puerta de entrada: encontraréis platos como pato con trigo (elemento tradicional de la cocina del berguedà) y mandarina o arroz cremoso de buey de mar con acelgas y espinacas.

L'Estany 

Carta de temporada y producto de proximidad son dos de los puntos fuertes de este restaurante en la capital del Moianès, con las carnes a la brasa en la primera posición de las solicitudes por parte de los clientes. Codornices, entrecots, conejo, pies de cerdo... de todo para que no os quedéis con hambre y probéis la riqueza de los fogones de la flamante comarca. Regadlo todo con alguno de los vinos de la bodega, muy bien escogidos.

Barcelona 

El hijo de Carme Ruscalleda, Raül Balam, ha alcanzó la segunda estrella Michelin con este restaurante de hotel 'top'. Como el añorado restaurante materno Sant Pau, el concepto es una impecable cocina innovadora pero muy catalana, con platos como el fricandó de ternera con senderuelas o las gambas del Maresme con pétalos de tomate confitado, bouquet vegetal y piñones tostados. 

Cabrils

En la pequeña localidad de Cabrils, en el Maresme, hallamos una amplia oferta gastronómica, y sin duda la del Hostal de La Plaça se encuentra entre las mejores. Con productos de primera calidad, aquí podréis comer buenos arroces y tanto pescado como carne excelentemente cocinados. El hostal, en una masia del siglo XVIII, dispone de 14 elegantes habitaciones.    

Arenys de Mar 

Una delicia, el restaurante regentado por las hermanas Paquita y Lolita Reixach. La cocina del hervor elevada a la máxima categoría. Distinciones a raudales para un establecimiento que basa sus platos en los productos del Maresme: los guisantes de Llavaneres, la langosta de Arenys, las judías de un campesino amigo de Canet de Mar, un pan, buenísimo, de Arenys de Munt... Se entiende que en la mesa se ​​hayan sentado un montón de famosos desde que abrieron puertas en el año 1952.

Berga

El restaurante Terra nació de las cenizas de Cal Sala, todo un referente de la cocina del Berguedà, de las setas y de la Cataluña central. El cocinero Pere Venturós, nacido en la comarca, en 2017 se hizo cargo de un restaurante que durante más de 40 años fue un punto imprescindible de la cocina de las setas en Cataluña (antes había estado en París con Alain Ducasse).

Y el relevo ha valido la pena. Bajo su dirección, Terra se ha convertido en un restaurante que actualiza con acierto la tradición catalana, y que transmite mucho sentimiento con una técnica impecable. Este es un lugar para entender la cocina de la tierra, valga la redundancia, y para disfrutar de los productos de temporada, en rotación constante. Alta cocina a precios contenidos, sobre todo en su menú degustación.

El Masnou 

Cocina catalana contemporánea, dedicada a los productos de temporada, que se abastece mayoritariamente de la exquisita despensa del Maresme. Miquel Aldana practica una cocina con grandes dosis de creatividad, muy buen producto y una óptima relación calidad-precio. Una buena prueba de ello son los calamares con tocino confitado o unos fenomenales arroces.

Una buena prueba de su cocina son la gamba con su crema y puré de celerí o una carrillera de ternera rellena de foie gras. Aquí la creatividad siempre va vehiculada en platos con mucha substancia.

Mataró 

En Mataró, en la calle que une la céntrica plaza de les Tereses con la Riera a la altura del Ayuntamiento, encontramos el sueño de dos personas, la chef Pepi Sánchez y el maitre Juan Arriaza, que hacen las delicias del paladar de aquellos que entran en su restaurante de diseño. Un menú amplio y variado cada semana, o si se prefiere una carta selecta acompañada por una cuidadosa bodega en la que predominan los vinos catalanes, hacen de esta una acertada elección. Los platos del menú diario son una exhibición de imaginación, como un bacalao confitado con puré de pimientos rojos, panceta ibérica, rúcula y espuma de patatas. 

Salou

El restaurante de Josep Moreno, en Salou, ha vivido una ascensión meteórica: abrió en 2017 y en tres años consiguió su primera Michelin, en 2019. La propuesta es arriesgada y tiene contexto literario: el menú degustación siempre tiene una referencia literaria como hilo conductor, bien sea 'Cuento de Navidad' de Dickens o 'El Principito', por citar un par.

Apuesta radical: son sólo seis mesas por las que desfila un menú degustación de más de veinte pasos, en el que el chef hace patente su pasión por el mejor producto y enseña todo su abanico de recursos técnicos. Esperad un festival de texturas, sabores y gadgets para aglutinar la literatura con la inspiración culinaria. Los nombres de los platos dan pocas pistas de lo que comeremos: pescado del día con judías, calamares...

Cambrils

Excelente pescado cocinado con maestría, y unos arroces, especialmente el negro, que han hecho de este lugar una referencia de prestigio y un rincón de indispensable visita para los amantes de la alta cocina. Al frente está Joan Bosch, desde hace ya más de tres décadas, y sus menús de Cambrils y degustación también son una fantástica elección si entráis en el restaurante. La bodega tampoco deja indiferente, por su calidad, cantidad y variedad.

Bot

Cocina casera con unas vistas privilegiadas a la serra de Pàndols. Sólo esta panorámica ya hace buena la elección del restaurante Can Josep, con una carta de comida tradicional con platos como el trinchado de col, el 'recapte' de alubias o la codorniz con salsa al vino. Destaca también la selección de vinos DO Terra Alta y los postres, de elaboración casera. 

Cambrils 

Diego Campos y su restaurante se han hecho un nombre gracias a la calidad de los pescados y mariscos que lleva a la mesa, pero también por sus propuestas originales y creativas, y por cuidar al detalle la decoración del establecimiento. Toda una experiencia comer en este lugar, de sabores vascos y mediterráneos.

Encontrarás una carta de cocina a medio camino entre la tradición y la cosecha, ejecutados con producto máximo. Platos de aquellos que hacen la boca agua con solo oírlos, y con un enunciado que proclama su coherencia gustosa por delante. Ved unos raviolis de langosta con salsa de cangrejo picante, o un jarrete de cordero lechal con tres purés de otoño, por eso de mentar un mar y una montaña.

Garcia 

En la actualidad, quien habla del Pas de l'Ase ya lo hace para referirse al restaurante, pero este establecimiento de la Ribera ha tomado el nombre de uno de los tramos del río Ebro que tiene cerca, el paso entre las montañas de la Picosa y de Tormo que, antiguamente, era utilizado para transportar mercancías de una riba a la otra del río con el ganado. Su cocina, mediterránea y tradicional, destaca por los arroces y las carnes y los pescados a la brasa. Productos frescos y de proximidad que, acompañados por una buena selección de vinos, harán de la comida todo un placer. Además, con muy buena relación calidad-precio.  

Valls

Nuevas y viejas apuestas gastronómicas, mezclas de cocinas del mundo, experimentación constante, maridajes, etc. todo configura un nuevo fenómeno que se reinventa día a día. Este es el sentido de este restaurante, un lugar acogedor, tranquilo y agradable ubicado en el barrio antiguo de Valls donde podemos comer cocina de alta calidad a precio moderado en forma de tapitas imaginativas. El restaurante cuenta con una buena programación de música en vivo y DJ 

Ulldecona 

Vicent Guimerà tiene su restaurante, L'Antic Molí, en la última frontera entre Cataluña y Valencia, a las afueras de Ulldecona. Es de familia de hotelera: hijo de Casa Santi, es la tercera generación dedicada a dar de comer bien. En L'Antic Molí, que abrió puertas en 2004, sirve una cocina de mercado, aplicando productos de óptima calidad y técnica de alta cocina, sin perder de vista el saber hacer de la gastronomía tradicional.

Esto se traduce en platos espectaculares y meditados, como anguila, zanahoria y wasabi mediterráneo o gamba, coliflor y oreja de cerdo. Guimerà, adherido al slow Food, también tiene una versión vegana del menú degustación.

Tarragona

Esta pequeña taberna, ubicada en plena Tarragona monumental, ofrece una carta exquisita, buena bodega y presentaciones originales. Sus arroces tienen justa fama de ser los mejores de la ciudad, y forman parte del movimiemto Slow Food. Este es un sitio inmejorable para zamparse un buen arroz marinero con gamba roja de Tarragona. Y también podéis descubrir lo que es un arroz a la masqueta: aquel en que primero se añade el fumet y luego el arroz, con una pequeña explosión como una 'mascletá', de ahí el nombre.  

Ulldecona

Hotel y restaurante ubicado en uno de los municipios más al sur de Cataluña, Ulldecona, y todo un referente por estas tierras. Sus responsables dicen no tener otro secreto para los elogios que les llueven que su trabajo, esfuerzo e ilusión, pensando y repasando cada plato una y otra vez antes de darlo pot terminado y llevarlo a la mesa. Entre sus 'hits', la escudella de foie-gras, o un plato bautizado como Els Ports, una ensalada con setas y trufa inspirada en el paisaje y los olores dels Ports de Besseit.

Xerta

¿Queréis comer de estrella Michelín, a un precio razonable y en un lugar precioso? Pues la jugada es muy clara: el Villa Retiro de Fran López, en el hotel homónimo, en Xerta, antigua mansión indiana del s. XIX, reúne estas tres condiciones tan difíciles de encontrar en la alta gastronomía. López es un cocinero comprometido con llevar a la alta cocina cierto producto del Delta del Ebro a veces no suficientemente conocido.

Aunque en su vertiente carnívora, que le echen un galgo: sí, en el degustación (80 €), encontrarás sushi del Delta, pero también solomillo de jabalí braseado con tartar de vaca y salvia. Y también hay varias opciones de menús de mediodía, exquisitos y sustanciosos, como el Menú Delta del Ebro (55 €), que os hará salir rodando. Lo hacen todo bien, claro, pero los arroces melosos (negros o de pato) son una barbaridad.

Josa del Cadí

Definen su cocina como personal, atrevida, respetuosa, curiosa y tradicional. Un muy buen restaurante en un emplazamiento inmejorable para una escapada gastronómica: un pueblecito tranquilo dentro del Parque Natural del Cadí-Moixeró.

En 2015, el xef Diego Alías ganó el premio Cocinero del Año. Y hacer honor a ese título con una cocina con poca parafernalia y que va directa al mejor producto proteínico de la montaña. Aquí hay que zamparse un buen pichón, servido en dos cocciones, o los clásicos canelones con bechamel de ceps.  Dispone también de apartamentos y de habitaciones en alquiler.

Viella

Carta con carnes del país y pescados frescos, postres de la casa, y una selecta bodega. Todo entre una decoración pirenaica cuidada y acogedora. Actualización de la carta según temporada, y opción de escoger menú del día o bien el de montaña, muy completo y con el cual os llevaréis un cachito de la Val d'Aran al paladar.

Lleida 

Ferreruela es un restaurante que practica una cocina catalana con toques de autor y vanguardistas. La brasa se ha convertido en un motivo importante en la cocina de firma, y en este establecimiento –especializado en los productos de temporada y proximidad– hay todo un apartado dedicado a esta cocción, que va desde el primitivismo de un kilo de chuletón a la brasa hasta la sutilidad de un lingote de pies de cerdo lacado con ensalada de encurtidos.

También encontrará una buena selección de entrantes y tapas para compartir, como por ejemplo unos calamares a la andaluza con mayonesa de cítricos o caracoles de Ponts con alioli. El chef es Gonzalo Ferreruela, un hombre que fue jefe de la partida de postres de Can Fabes (o sea que podemos pedir sin reservas una elaboración como las milhojas de pasta caramelizada y crema catalana montada con sorbete de mango). Estaréis anchos y confortables: el restaurante está ubicado en un antiguo almacén y tiene mucho encanto.

Sort

Hablar del restaurante Fogony, en Sort (en la comarca del Pallars Sobirà), es hablar de un restaurante en mayúsculas, que ha recibido numerosos reconocimientos, como una estrella Michelin. Destaca por encima de todo por su cocina slow food y de kilómetro cero, es decir, de proximidad y procedente de pequeños productores. Entre sus platos, puede probar los canelones de pollo de Arbul y bechamel de almendras de Àger, o los pies de cerdo rellenos de setas, trufa, cebolla y beicon.

Y la oferta es muy generosa: el menú largo incluye tres aperitivos, cuatro platos, dos postres y pequeños fours, a precio generoso por ser una Michelin, y tienen un menú diario, algo que cada vez es más difícil de encontrar en universo Michelin. Son platos de cocina catalana creativa que tienen mucha más intención de ser un plato entero y potente que un entretenimiento en quince pasos. ¿Un buen ejemplo? Unos pies de cerdo rellenos de setas, trufa, cebolla y beicon.

Torà

El restaurante ocupa una casa del siglo XVI en el centro de la población. Ofrece cocina de autor y con presentaciones originales en el plato, buscando la excelencia y con un porcentaje importante de los productos de la comarca y alrededores. Probad, por ejemplo, la baldosa caramelizada de manzana, foie y salmón. Aquí la cosa va de cocina directa con producto superlativo y técnica moderna, como por ejemplo un pollo de corral con soja y miel, o unas cocochas de bacalao al pilpil. 

Lleida

La Boscana está ubicado en la finca homónima de Lleida. Todo un lujo: dispone sólo de 8 mesas desde donde los comensales podrán disfrutar de una experiencia gastronómica en cocina catalana contemporánea, al tiempo que contemplan la naturaleza tras muros de vidrio. Este es un restaurante familiar donde brilla la cocina de Joel Castanyé -que ha pasado por elBulli o Neichel, entre otros-, un chef que lleva a la mesa la Cataluña interior, con delicadezas llenas de carácter, como la becada con ostras al whisky.

Si vienes aquí en época de invierno y otoño, te espera un paseo por el bosque delicioso: una progresión de platos como calamar y piñones, tartaleta de manzana y cerdo, berenjena al carbón... Y culmina en el plato festival de pichón, una celebración del sabor y potencia de la cocina de caza.