The Green Spot (Born)
Scott ChasserotThe Green Spot (Born)
Scott Chasserot

Los restaurantes más bonitos de Barcelona

Restaurantes que son prodigios del diseño moderno, patrimonio modernista o sencillos bares construidos con mucho buen gusto

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Ya sabéis el dicho: la belleza reside en el ojo de quien la contempla. ¡No hay nada más subjetivo que la apreciación de la belleza! Pero también es cierto que hay unos ciertos cánones estéticos de amplio consenso. Un denominador común del buen gusto con el que nos podemos identificar muchos. Si la comida es buena, el encanto del restaurante redondea la experiencia ¿Cuáles son los restaurantes más bonitos de Barcelona? ¿Qué sitios tienen más encanto para comer en nuestra ciudad? Esperemos que en esta lista encontréis satisfacción gastronómica y estética. Y si queréis más belleza a la mesa, chequead los restaurantes románticos y los que tienen vistas espectaculares

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Time Out Market Barcelona
  • Qué hacer
  • El Gòtic

Time Out Market es un concepto único que tiene como objetivo celebrar los sabores más auténticos y reunir la mejor comida y cocineros de una ciudad bajo un mismo techo. Ya presente en grandes ciudades del mundo como Nueva York, Montreal, Oporto y Ciudad del Cabo, el de Barcelona se encuentra en el Port Vell, en la terraza-mirador del Maremagnum, con vistas espectaculares al mar y la ciudad. El espacio, de 5.250 metros cuadrados, alberga una cuidada selección de 14 chefs, un restaurante de servicio completo y cuatro bares: dos de ellos al aire libre.

Los restaurantes más bonitos de Barcelona

  • Japonesa
  • Hostafrancs
  • precio 3 de 4

La belleza: El restaurante está en el piso veintitrés del Hotel Nobu cinco estrellas. Vistas panorámicas dignas de nube y una estética también de vértigo obra del estudio neoyorquino Rockwell Group. El lujo, la elegancia y la sofisticación se ven por todas partes; en la barra de ónix retroiluminada, en las columnas y techos de estilo 'kintsugi' y en los paneles de nogal.

La carta: El establecimiento lleva el nombre de un chef, ¡y con toda justicia! Nobu Matsuhisa, el talentoso cocinero, ha dejado su sello creativo en una propuesta que reinventa la tradición japonesa. Formado en gastronomía clásica en Tokio, ha sabido fusionar la herencia nipona con las influencias recogidas en sus viajes por América, siempre priorizando el uso de productos locales.

  • El Gòtic
  • precio 2 de 4

La belleza: Sin duda, estamos en uno de los comedores más bonitos de Barcelona. La família Agut-Castellví fundó esta emblemática casa de comidas de Barcelona una década antes de la Guerra Civil, y la enriqueció con un patrimonio pictórico con cuadros modernistas y de vanguardia catalana del siglo XX, resaltado por mobiliario de madera restaurado y colores sencillos. Es sentarse y notar el agradecido peso y paso de los años, casi se paladea un poso de caché acumulado a base de tertulias y cenas de artistas y políticos (políticos de los antes, con ideología, no los profesionales de ahora). 

La carta: Cocina catalana de toda la vida, con muy buena mano para los sofritos y los rebozados, con un producto notable. El Grupo Pitapes gestiona el local con acierto, y han tenido la sabiduría de hacer pocos cambios. Si acaso, han introducido más arroces en la carta y han mantenido clásicos que de tan olvidados parecen cocina creativa. ¡Todavía te puedes zampar unos buenos cerebritos a la romana o unos pies de ministro! 

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  • Francesa
  • Sarrià
  • precio 3 de 4
La Dama
La Dama

La belleza: La Dama ocupa un espacio muy singular de la ciudad, la impresionante finca modernista de Sayrach, construida en 1917. Todo en este restaurante-coctelería respira elegancia burguesa, desde el majestuoso vestíbulo hasta el detalle decorativo más pequeño. Estancias espaciosas decoradas con madera noble, obras de pop art, cuadros de Joan Ponç, dibujos originales de The New Yorker, espejos, tapices florales y lujosos toques de terciopelo.

La carta: Inspirado en las 'social houses' de Londres, es un lugar pensado para disfrutar a cualquier hora del día, ya sea para comer, cenar o tomar un buen cóctel. La cocina, de base afrancesada, solo toca productos de máxima calidad.

  • Mediterránea
  • Pedralbes

La belleza: Ocupa una casa con jardín en Pedralbes, con un maravilloso patio de árboles y un interior lleno de diseño meditado al detalle. El nombre ya nos da una pista: Chandigarh es la utopía urbana que erigió Le Corbusier en la India en la década de los 50. La atmósfera es de una policromía abstracta, envolvente e hipnótica, con muebles que replican clásicos del diseño. Si lo vuestro es gozar de la arquitectura de Lloyd Right o la Bauhaus, este es vuestro restaurante.  

La carta: El chef francés Hervé Escobar firma una carta tan elegante y precisa como el propio local. Va llena de huerta de temporada y platos saludables, pero el sabor estalla en delicias como las croquetas de confit de pato, o un onglet de ternera al carbón que se deshace en la boca. Este es un lugar de lo más interesante por su versatilidad: puedes comer desde delicadezas como una berenjena con sanfaina y yogur griego ahumado, todo un placer meloso y cardiovascularmente afable, hasta hacer fiesta grande con pizza y pasta de alto nivel.

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  • Catalana
  • Dreta de l'Eixample
  • precio 2 de 4

La belleza: A menudo, el restaurante de un hotel de lujo se convierte en una especie de club oscuro y privado. No es el caso del hotel Seventy: el mito de la arquitectura Carlos Ferrater y Xavier Martí han creado una especie de casa de huéspedes mediterránea –recuerda un poco a los hostales de playa del Baix Empordà de los años sesenta– donde el orden y la simetría juegan con contrastes de texturas y colores, todo inundado de luz. La cocina está abierta y se ve desde lejos, y todo el espacio transmite comodidad y serenidad. La guinda del pastel es la terraza Patio: un patio interior de manzana del Eixample donde se puede comer a la sombra de olivos y encinas.

La carta: La cocina no desmerece la exquisitez estética, sino que sigue la misma línea: platos a primera vista sencillos y reconfortantes, pero muy bien elaborados y con gran conocimiento. El chef Genaro Fernández está al frente de una carta donde las fronteras entre primeros y segundos platos se desdibujan, inclinándose mucho más hacia el lado mediterráneo y catalán de lo que cabría esperar en un cuatro estrellas de Paseo de Gracia con Diagonal: su canelón, por ejemplo, es de fiesta mayor. Cada día tienen un especial de plato de cuchara, y podéis disfrutar de una buena sopa de cebolla, entre otros platos que son pura temporada. 

La belleza: A partir de la osamenta del histórico Café Torino de la calle Escudellers –abierto en 1901, e introductor del vemut italiano en Barcelona– vive y respira Grill Room - Bar Thonet. El local es una preciosidad modernista: con una larga y preciosa barra de mármol como eje vertebrador y un pequeño piso de arriba, embelesan su puerta vidriada, espejos y marquetería. No os extrañe: la decoración fue a cargo del artista y decorador modernista Ricard de Capmany, con la colaboración de los mismísimos Gaudí y Puig i Cadafalch. 

La carta: Albert Ventura, del restaurante Coure, está al cargo de este histórico local. El abanico de la oferta gastronómica va desde unas croquetas de pollo realmente buenas (es un gusto encontrarse la bestia deshilachada y que el rebozado sea como zamparse tiene una cordillera crujiente) o unos buñuelos de bacalao primos hermanos de los del Hispania (¡poca broma!), a un arroz negro, un filete al punto tierno y sabroso, con el acierto de la calabaza de acompañamiento, o una raya con mantequilla, espinacas y alcaparras que te alegra el día y la semana.

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  • Bares de vinos
  • Sant Antoni

La belleza: El Bandini's tiene un 'je ne sais quoi' que lo hace muy especial. Es un local esquinero con una terraza que invita a quedarse, pero es en el interior donde el hechizo se revela: aires de bistrot francés, barra de mármol, suelo alicatado, mobiliario verde de madera, pocas mesas, jarrones con flores, un grifo de vermut, un espejo grande y una báscula antigua que evoca otros tiempos. Completan la escena unas estanterías llenas de vinos naturales. Es la demostración de que no es necesario gastar una fortuna en interiorismo para dotar a un espacio de encanto.

La carta: Povel (cocina) y Carmen (sala y sumiller) ofrecen platos para compartir de cocina creativa y de temporada —coliflor frita, labneh, salsa picante y menta; alcachofas y gremolata; calamar, judías, chalotas fritas, hinojo; pastel de limón y lavanda— y una excelente coctelería. Es imprescindible reservar.

  • Bares de vinos
  • Esquerra de l’Eixample

La belleza: Se percibe desde la fachada granate y sus ventanales, hasta el interior, donde predomina el alicatado gris delineado también en granate. El espacio combina modernidad y funcionalidad sin perder calidez. En el centro, unas mesas altas revestidas con baldosas se convierten en el punto de encuentro central y reflejan el espíritu informal y a la vez sofisticado del lugar. En los laterales, una bancada y mesas pequeñas crean una atmósfera más recogida. La cocina, semiabierta, aporta dinamismo, mientras que el único toque retro viene de una jukebox.

La carta: La italiana Beatrice Casella (ex Hisop) y el catalán Iván García (ex Direkte Boqueria y Aürt)
dirigen este bar de vinos que por la calidad de la comida que despachan ya se podría considerar un señor restaurante. Dos cientas botellas de vinos naturales, media docena de grifos con blancos, brisados, rosados, tintos y espumosos y platillos con acento italiano y mediterráneo, cargados de creatividad y complejidad, que son tan buenos y arriesgados como prometen.

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  • Italiana
  • Sarrià - Sant Gervasi
  • precio 3 de 4

La belleza: Inaugurado en 1974, la historia de Il Giardinetto va estrechamente ligada a la Barcelona creativa de finales de los 60 y principios de los 70. Fundado por el arquitecto Alfonso Milá y el fotógrafo Leopoldo Pomés, este es un referente absoluto del diseño: ostenta no uno, sino ¡dos! premios FAD. El primero le fue concedido en 1974 gracias a su extraordinario interiorismo y diseño, que construye un cruce entre un bosque y un restaurante íntimo, con columnas arbóreas y un verde omnipresente. El segundo lo ganó en 2013, en reconocimiento a la exquisita obertura de la barra al exterior que llevó la luz natural al local, a cargo de los arquitectos Max Llamazares e Iván Pomés. 

La carta: En Il Giardinetto se respeta la temporalidad de los productos, alcachofas con huevos en invierno, o tallarines con trufa blanca en otoño, y se respeta el legado Correa-Milà. Eso sí, la carta dispone de un apartado de pasta italiana icónico, de los primeros que se articularon en Barcelona y que ha renovado la técnica manteniendo la esencia. ¡Recordad el Plato Brutal de Rigatoni a la Aumm Aumm! 

  • Vegetariana
  • Barcelona
  • precio 3 de 4

La belleza: El local hechiza por la perfecta fusión entre la estética mediterránea y la nórdica. El funcionalismo y el minimalismo se combinan con una paleta de colores claros, la abundancia de madera y la presencia de plantas, creando un ambiente sereno y acogedor. Todo está pensado para transmitir calma y hacer que la clientela se sienta a gusto.

La carta: El eslogan no puede ser más claro: 'cocina vegetariana para vegetarianos y no vegetarianos'. El chef Leandro Ortega está detrás de una carta que hace guiños a cocinas de todo el mundo. ¿Ejemplos? Los cogollos en tempura marinados en kimchi, cítricos, ligeros y crujientes, pero también un cebiche amarillo de setas y verduras de maíz de lo más refrescante. En resumen, un vegano-vegetariano inclusivo y gourmet.

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  • El Poble-sec

La belleza: El interiorismo del local es un reflejo de lo que se cuece en los fogones de la cocina abierta; un mix de tradición, modernidad y buen gusto. Suelo de hidráulico original, paredes texturadas, techos con vigas, mesas de madera (dos altas cara la cocina) y las icónicas sillas Cesca de Marcel Breuer. La iluminación es tenue y hace que los ecos industriales del espacio no resulten fríos, todo lo contrario.

La carta: Stefano Balis (griego, ex Bardot, Rilke, Informal) y Jordi Fenoll (elxà, ex Dos Pebrots) capitanean este restaurante de base griega que juega con la amplitud culinaria del Mediterráneo. Los platos de raíz tradicional helénica se ejecutan con capas personales, giros imaginativos y mucha técnica. Por ejemplo, la 'tarama', elaborada con huevos de bacalao en salmuera, miga de pan y zumo de limón, y acompañada con daditos de remolacha y polvo de pan de algarroba. Mucha presencia de naturales griegos en la carta de vinos.

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