El eslogan de este restaurante cálido no puede ser más claro: cocina vegetariana para vegetarianos y no vegetarianos. Y lo cierto es que uno de los restaurantes más emblemáticos de Tragaluz ha llegado a la ambición máxima de un restaurante basado en las verduras: que vaya la gente sin tener en cuenta que el restaurante sea vegetariano o de proteína animal. La gente simplemente va a comer porque es un lugar tan agradable como sabroso –el interiorismo de espacio abierto, madera y mesa ancha transmite serenidad– y donde Tragaluz ha logrado tener una marca de autor que ha triunfado en Barcelona. El chef Leandro Ortega está detrás una carta que hace guiños a cocinas de todo el mundo, y con la que por encima de todo consigue platos que apetecen mucho y dejan muesca.
¿Ejemplos? Hay algunos inspirados en el sudeste asiático, como unos buenísimos cogollos en tempura marinados en kimchi, cítricos, ligeros y crujientes, pero también un cebiche amarillo de setas y verduras de maíz de lo más refrescante. También ponen en la mesa platos contundentes y proteínicos; una hamburguesa de guisantes, maíz y espinacas con chips de boniato, por ejemplo, y su apartado de pizzas en Barcelona ha creado escuela. Y también hay platos ovolactovegetarianos de traca; para mojar pan, un canelón de espinacas y ricotta con crema de parmesano. En resumen, un vegano-vegetariano inclusivo y gourmet.