En el restaurante del hotel Seventy, la carta es una hoja, sin primeros ni segundos: "Queremos que comas lo que quieras y cuando quieras, como si estuvieras en tu casa", explica el cocinero Marc Mallasen (quien llevó tres años la cocina del Palace, uno de los pocos cocineros de hotel de gran lujo en Barcelona que es de Barcelona). Por un ticket medio asequible, aquí dan trato de alta cocina a recetas cotidianas: el pollo a la brasa (9 euros) es tierno y jugoso gracias a dos horas y media de cocción a baja temperatura y previo marinado en cítricos. Y las setas de temporada y papada ibérica (13 euros), el éxito de la casa, nadan en una suntuosa demi-glace de ternera -día y medio de reducir ternera a salsa- y una yema de huevo a baja temperatura.
"En la carta no encontrarás ni club sandwich ni una hamburguesa. Para mí sería fantástico hacer sólo cocina catalana de temporada, pero estamos en un hotel, y hacemos cocina de arco mediterráneo un poco más comercial ", explica. Se masca la personalidad del cocinero en platos "muy reconocibles", como unos maravillosos cogollos a la brasa y tomate pelado, o un rosbif fabuloso. "Quiero que te comas un rosbif, no un aire de rosbif", ríe. Y podéis comer en el rincón que más os de la gana de este acogedor hotel.