En Vic. Durante cinco años, Nuria Sanuy (chef) y Montse Valencia (sala) trabajaron juntas en el restaurante Compartir de Cadaqués del premiadísimo equipo del Disfrutar de Barcelona. Poca broma. Con las lecciones bien aprendidas, dejan el Empordà y se establecen en el centro histórico de la capital de Osona para abrir Insòlit, un restaurante de alta cocina con los pies en la tierra, donde todo se elabora desde cero y a precios muy razonables. Ofrecen menú de mediodía (19,9 euros), degustación y carta. Las chicas tienen mundo y se refleja en sus platos. Tres ejemplos; 'zamburiñas' gratinadas con alga wakame, presa ibérica pibil con cebolla en salmuera y maíz, 'voulevant' de brandada y granizo de costa a la andaluza. ¿Más puntos positivos de este local? Tiene un patio interior que es una maravilla. El tercer socio es Gil Corrius, dueño del restaurante de fusión mediterránea y mexicana BareKu, también en Vic.
Restaurantes de Osona
En Manlleu. Ellos definen lo que hacen así; 'Cocina ágil, actual y espontánea con producto fresco de temporada y proximidad'. Es una pasada ver cómo traducen la estacionalidad en platos. En verano, judía del 'cuc', melocotón y almendra tierna. En otoño, sopa de setas negrillas estilo mar y montaña. En invierno, mejillones al vapor con acelgas, flor de calabacín y albahaca. En primavera, sardinas marinadas con berenjena seca y salsa de ketchup de remolacha. En la cocina hacen magia, sobre todo con las verduras y hortalizas. Menú diario a 19 euros, menú esencia de tres platos y postre a 42 euros y menú gastronómico a 78 euros. Las vísperas de los jueves organizan clases de cocina en la barra y cena por 40 euros. Quien crea que la creatividad culinaria es cosa de las grandes ciudades, va equivocado. El propietario y chef es Jordi Coromina galardonado con el Premio Nacional de Gastronomía en el apartado de Premio Revelación en 2020.
En Vic. Que sí, que sí, que Vic 'ciudad de los santos'. Pero donde en un lado está la iglesia, en el otro tiene que haber por fuerza rock n'roll. Y justamente en este otro extremo se encuentra El Bart, en los bajos de la casa señorial Fontcuberta. El neón rojo de la fachada os avisa; aquí de refinamiento burgués, poco por no decir nada. Más bien encontraréis informalidad, buena música, ambiente y cocina 'freestyle' de influencias foráneas, sobre todo de Japón y México, en formato de platillos para compartir. Una tempura de judía verde con salsa bearnesa, unos nachos con guacamole y queso fundido... pero también un rabo de vaca con bogavante, un suquet de níscalos y pargo y... ¡por qué no?! Un bocadillo de calamares, si es necesario. El dueño es Uri Sala, un chef autodidacta con experiencia en El Bulli, La Panxa del Bisbe y Can Jubany y propietario del mítico bar de tapas vigatán El Gravat (ya cerrado).
En Vilanova de Sau. La mediática chef y autora Maria Nicolau ya no maneja los fogones de este restaurante de pueblo, pero sin ella la fiesta del chup-chup catalán y casero continúa. De hecho, la fiesta comenzó en 1964, cuando los abuelos de Lídia Mongay, la actual propietaria, decidieron abrir el Ferrer del Tall. En este templo del desayuno de tenedor, también se puede picar (patatas 'rubias' con alioli, calamares a la romana 'de verdad', caracoles guisados) y disfrutar del menú de temporada (26,5 euros). De entrantes hay joyas como los huevos poché con nido de patatas y crema de setas. De segundo, hay que elegir entre guisos (ternera guisada al vino tinto, bacalao con confit de tomate casero) y brasa (butifarra, entrecot, cordero, pollo). La despensa y la nevera se llenan solo productos de proximidad.
En Vic. Nicolau Roger, chef y propietario, ha instalado su cocina en uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, en la casa señorial Fontcoberta, y le ha valido su presencia en la guía Michelin. Imagináoslo; huellas románicas, góticas y barrocas, salas de planta noble, paredes forradas con murales y una atmósfera inequívocamente burguesa. Mucha temporada, km 0 y presencia de pequeños productores. En la carta, pescado, marisco, carne y arroces a partes iguales. Un par de ejemplos; el pie de cerdo relleno de butifarra negra, foie gras y polvo de pistacho y el canelón XXL de pescado y marisco con bechamel de gamba roja. Atención al surtido de croquetas. Menú de mediodía laborables a 23,5 euros. También ofrecen un menú pica-pica, todo hecho a la brasa de carbón, por 55 euros.
En Orís. Salvador y Jaume, propietarios de L'Auró, llevan la hostelería en las venas. Sus padres regentaron durante 33 años el famoso restaurante Conanglell de Torelló, ya cerrado. En 1999, los hijos cambian de pueblo y de tipo de cocina catalana; de la casera pasan a una más creativa y refinada. En el menú de mediodía, de degustación y en la carta verá platos como la vieira con 'trinxat', sopita de garbanzos y cigalas o el pichón en dos cocciones con salsa oscura y dos quesos. Pero los hermanos no se olvidan de sus orígenes, y por eso también ofrecen desayunos de tenedor clásicos; legumbres, carnes a la brasa, estofados, etc.
En Cantonigròs. La cocina siempre puesta al día. Así les gusta definirse en Ca l'Ignasi, este restaurante con una veintena de años de trayectoria detrás, y que tiene en los productos de proximidad y de temporada, así como en su horno de leña, sus signos de identidad y de prestigio. Cocina de Osona y catalana al 100%, con arroces, cochinillos, corderos, pollos, tortas, y mucho más para disfrutar de una buena experiencia en este rincón del Collsacabra.
En Calldetenes. El proyecto personal de uno de los chefs conocidos y reconocidos de nuestro país, Nandu Jubany, quien ya ha traspasado la categoría de chef Michelin ―tiene una estrella― para convertirse en un icono popular catalán. Sin duda, comer aquí es toda una experiencia, y los elogios al establecimiento y a los platos que se sirven llegan de todos lados. Creatividad y pasión desbordantes, bebiendo de la tradición pero al mismo tiempo jugando hasta límites inimaginables. Su visión de la tradición catalana es de mano autoral, como el canelón de pularda con setas a la crema o el arroz seco de espardeñas con caldo de cigalas. Dos menús de degustación (116 y 168 euros) y carta.
En Santa Cecilia de Voltregà. Algo de contexto histórico: Can Pairot es una antigua masía catalana de pueblo que funcionó como tienda hasta que a principios de los 90 del siglo pasado la familia Gimbert y Estrada la transformaron en un restaurante de cocina catalana popular. Tienen huertos, corrales y habilidad con el producto cárnico. La especialidad de la casa es la brasa. También ofrecen un par de guisos de lagrimita. Para elegir, seis menús de mediodía, de 20 a 28,8 euros. Los desayunos de tenedor, increíbles, para no levantar el trasero de la silla. Uno de sus fans declarados es el chef Michelin Nandu Jubany.
En Tavèrnoles. Si deseáis comprobar que, efectivamente, la fama que tienen los embutidos de Osona es merecido, id a Fussimanya. En 1971, Rossend Viladecàs y Dolors Pascual abrieron un restaurante con obrador propio en una masía tradicional catalana en el Valle de Sau-Collsacabra. Esta familia ya practicaba cocina km 0 antes de que se empezara a hablar de ello. La especialidad es la carne embutida, guisada y a la brasa. Ofrecen desayunos de tenedor de campeonato, un menú de mediodía muy abundante (23 euros) y menús especiales, como el de txuletón. Tienen tres charcuterías en Vic y una en Roda de Ter.
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