De fábulas sobre el capitalismo salvaje, sobre sus efectos destructivos en las personas y todo lo que ha supuesto para diversas generaciones de seres humanos, se han estrenado unas cuantas en nuestro país. Desde las magníficas Lehman Trilogy de Stefano Massini y El dragón de oro de Roland Schimmelpfennig, o El montaplatos de Harold Pinter y, sin ir más lejos, Temps salvatge de Josep Maria Miró o Del fandom al troleig de Berta Prieto. La cadena del fred juega en esa liga, lo cual no es nada insignificante, y podemos decir que guarda bastante relación con la pieza de Schimmelpfennig que dirigió Moisès Maicas. Pero Yaiza Berrocal le ha añadido un importante componente generacional y autobiográfico.
Porque la protagonista de esta historia, Lola (Valèria Sorolla), intolerante a la lactosa y fanática de las patatas fritas ultracongeladas McCain, se parece bastante a la autora, según se puede leer en lo que se dice de ella en la web de la Sala Beckett. No sabemos si tuvo una madre (Montse Esteve) que hacía turnos dobles en una residencia de ancianos y un padre (Manel Sans), obrero de fábrica, exmilitante del PSUC y empedernido coleccionista. Pero esa es la familia que nos presenta Berrocal, una inmersión en una Cataluña progresista y obrera, cuyos hijos han preferido comprar acciones con el dinero de la universidad para mantener los absurdos sueños capitalistas de la infancia.