Eixample y Sant Antoni: locales que hacen barrio

Considerado uno de los mejores restaurantes Chinos de la ciudad, La Olla de Sichuan ofrece una mezcla entre la cocina tradicional China y platos de creación propia que os harán viajar a la China y, concretamente, a la región de Si Chuan con platos como el pato al estilo de Pequín, una gran variedad de arroces y fideos salteados, carnes y pescados, platos veganos y vegetarianos y, por supuesto, su plato estrella, el 'Hot Pot', una especie de 'fondue' típica de esta región donde los alimentos se cocinan directamente dentro de la olla sobre la mesa. El local, cuenta con capacidad para un centenar de personas y diferentes salas, esto, sin duda, es un 'plus' para la experiencia gastronómica: iluminación led que se adapta a las necesidades de cada cliente, 'soundsystem' para hacer sonar la mejor banda sonora y, también, música en directo de diferentes estilos para acompañaros durante la velada. El restaurante también ofrece la posibilidad de alquiler de salas para que podáis celebrar diferentes eventos y personalizar los menús según cada ocasión. En definitiva, ¡un 'must' de la cocina china de Barcelona!

De un naranja radiactivo, retorcida como un laberinto y en forma de espiral, en Pakistán hay una golosina que se llama 'jalebi'. De pequeña, Kishwar, la madre de Mani y Majid Alam, se pirraba por los 'jalebis' y siempre que podía comía, y de ahí que todo el mundo le empezara a decir 'baby jalebi'. Sus hijos, tras el éxito de los cuatro Fish and Chips esparcidos por Barcelona, ​​quisieron rendirle homenaje y han puesto en marcha el Baby Jalebi en Gran Vía, junto su primer local, en la calle Rocafort, para cerrar el círculo. "Siempre habíamos querido montar un restaurante de comida paquistaní, son nuestras raíces, y queríamos hacerlo a nuestra manera: que tuviera un aspecto diferente, moderno, que se pudiera beber alcohol, que no tuviera una carta larguísima .. . ", dice Mani, que hace 25 años que vive en Barcelona, picando piedra y amando la ciudad a fondo, ya es más de aquí que la fuente de Canaletas. A partir de las recetas maternas, en Baby Jalebi se puede comer una ensalada fresca y sorprendente como la 'dahi bale' (con samosa, patata y yogur), una ocra tierna con el revoque sutil y ahumado de la casa, un pollo 'tikka masala' espectacular -de mejores que hemos probado! - y un 'palak paneer' (espinacas con queso) cremoso y delicioso. Los postres, tradicionales, también son un acierto: tanto el 'jalebi' (crujiente, dulcísimo, adictivo: ahora entendemos a Kishwar!), Como el 'gulab jamun' (bolitas de masa emborrachada y especiadas) o el raso malayo (tres insólitas texturas d

Paco Bretau, leyenda viva de la coctelería catalana, ha dejado el Slow en buenas manos. Me recibe Fran Mekki, el 'head bartender' de este elegante híbrido de coctelería y club, con una discoteca en el piso superior. Le acompañan en la barra Samuel Díaz y Diego Latina. Es un equipo joven, atrevido y un punto canalla. Y se pone cachondo con los retos. De esta pulsión nace 'A Forest', una carta inspirada en la naturaleza. Tundra, selva, bosque, sabana ... Los dieciocho cócteles evocan los biomas de todo el planeta. Son recetas rompedoras que se preparan como platos de alta cocina y disparan la imaginación con detonaciones sensoriales. Por eso tienen tres tamaños de cañas, para que tengáis la nariz cerca de los originales recipientes y activéis el olfato. Las fronteras que separan coctelería y gastronomía se desvanecen. El increíble Quercus, un Dry 2.0 antológico con aceite de allium, vodka infusionado con longaniza, ginebra, vermut blanco, bitter de apio y tomate 'cherry', es un experimento punk con retrogusto de ... pan con tomate?!? El Mokhi, con whisky, vermut rojo, jarabe de remolacha, brandy y una costra de musgo, es un festival de matices. Así funciona uno de los laboratorios más transgresores de la actual coctelería barcelonesa: poneros la bata.

Si nunca paseáis por la Calle de Enrique Granados seguro que no se os pasará por alto DelaCrem, una heladería artesana con una filosofía muy propia: trabajan cada uno de sus helados siguiendo las estrictas normas artesanales. Sus pilares fundamentales son la producción diaria y la meticulosa selección de ingredientes para garantizaros la máxima calidad del producto final. En definitiva, una total pasión por aquello hecho a mano, poco a poco y con estima. ¡Y esto no es todo! Durante el proceso de producción de los helados solo utilizan productos sin gluten, de manera que todos los sabores son aptos para celíacos, así como también disponen de sorbetes de fruta fresca que no contienen ningún derivado de origen animal y, por tanto, ideal para los veganos. Y lo mejor de todo... ¡todos los helados de DelaCrem son bajos en grasas! ¡Se han acabado las excusas para no comer helado!

Este local generoso -estamos hablando de un espacio de 450 m2 con capacidad para 80 comensales- que incluye tienda de té, laboratorio y comedor, tiene la sana ambición de hermanar cualquier representación artística con los platos de la cocina. El local, diseñado por el omnipresente Lázaro Rosa Violán, tiene una sorprendente luz natural y es bonito hasta decir basta (y se puede alquilar para eventos).La carta, basada en la mediterraneidad bien entendida, es una fiesta. Encontraréis platos directos de la huerta, que pueden ser ligeros o contundentes (¡seitán a la barbacoa con salsa de Jack Daniels!) Y también suculentas opciones para vegetarianos y no vegetarianos, con acentos latinoamericanos y del sudeste asiático, así como un menú de mediodía fresco y saludable, desayunos con zumos naturales y pastelería casera. Todas estas posibilidades se pueden acompañar con vinos ecológicos.La barra de coctelería es como una suntuosa porción de cobre que respira en una línea temporal incierta. Al cabo de cinco minutos sientes la confortante sensación de abandonar la realidad para adentrarte en una burbuja de buen gusto y elegancia.¿Abstemio? Pues se toman en serio los 'mocktails' y los facturan con frutas, hierbas y superalimentos, buscando el mismo tortazo de euforia que las bebidas alcohólicas. En terreno etílico, hay clásicos reinterpretados y gin-tonics, pero Pablo Pelatti, el artista de la barra, es un hombre con excedente de imaginación. Los cócteles de autor son obligatorios.Me ll

Bajando de la parada de metro de Poble Sec os encontraréis con un teatro de los años 20, con taquilla y alfombra roja incluidas. ¡Pero no os confundáis! En realidad es el bar V de Vermut, que nació con la idea de ser una coctelería y vermutería enfocada a un público exigente e interesado en la buena gastronomía y cultura.  Con un ambiente único, una localización privilegiada y buena música -también en directo-, es muy fácil poder disfrutar de las cervezas, los cócteles, vermús, tapas y todo lo que ofrecen. Además, cuentan con un personal altamente calificado que, a través de la imaginación y la creatividad, encontrarán vuestro cóctel personalizado porque podáis disfrutarlo con los cinco sentidos. Si todavía no habéis ido, ¡ya tardáis!

¿Qué hay más mediterráneo que un buen vermú de domingo y unas tapas? De entre todos los bares de Sant Antoni, Boca Baco es un imprescindible si sois amantes del vermú, la buena música y la decoración retro. En la esquina de la Calle Vilamarí, este pequeño local podría pasar desapercibido pero desde 2017 que da mucho de qué hablar. Hasta Cinzano reconoció a uno de los vermús de autor de este local, el Hierbacaña, como el mejor vermú de Barcelona. Si buscáis una buena carta de quesos y embutidos selectos, si todavía no habéis encontrado el mejor ‘pa de vidre’ de la ciudad o buscáis alguna cosa para picar con opciones vegetarianas, este es vuestro sitio. Un bar acogedor con cócteles de todo tipo, muchos de ellos con vermú -firma de la casa-, elaborados con el licor más buscado de Barcelona y bases delicadamente artesanas. Todo con una puesta en escena increíble y, además, a buen precio. ¿A qué esperáis?

Se describen como un refugio de amigos, de gente del barrio y de aficionados a la buena cocina. Y quizás tengan razón. Situado en el corazón del barrio de Sant Antoni, en Es Tastet de Sant Antoni podréis disfrutar de propuestas gastronómicas sanas, equilibradas y deliciosas a partes iguales. Y es que desde que Francesc (bioquímico) y Elena (técnica química) decidieron sustituir el laboratorio por la cocina, no han parado de hacer trabajar los fogones en un espacio con personalidad y único en el barrio. Ofrecen desayunos, vermús, comidas y cenas pero también organizan y promueven actividades relacionadas con la alimentación saludable. De hecho, en sus platos no solo se basan en el placer gastronómico sino también en el valor nutritivo de estos a través de productos frescos y de proximidad. Además del restaurante, también disponen de una pequeña tienda con productos procedentes de Menorca, donde tienen amigos proveedores. ¡Pasaros  y haced barrio!

¿Sois de los que pensáis que el desayuno es la mejor comida del día? ¡Pues  La Desayunería está hecha a medida para vosotros! Especializados en desayunos internacionales (desde el típico croissant, hasta el ‘Especial Americano Mañanero’), pasando por los pancakes (especialidad de la casa) elaborados con masa y sirope artesanos y de receta propia que están para chuparse los dedos. Su carta de desayunos es muy amplia: desayunos diferentes, saludables, para campeones, de toda la vida… y han conseguido crear un mundo nuevo (el de los desayunos) para salir de los típicos de las hamburguesas, comida asiática, cocina italiana o street food que coronan la gastronomía actual. Es por eso que cuidan el proyecto y se diferencian con esta propuesta creativa, moderna y única.

Desde hace más de dos décadas, este restaurante de la saga familiar del vecino Can Lluís, ofrece una excelente cocina tradicional catalana. Podréis probar, además de excelentes arroces, platos casi olvidados como los sesos y las costillas de cabrito rebozadas.

Los 'imbiss' son, en Alemania, los locales para comer de calle por excelencia: muy populares y sencillos, puedes comer salsichotes y cerveza por cuatro duros. Christian, que ya hace muchos años que corre por tierras catalanas y ha tocado todos los palos, siempre había querido montar su propio 'imbiss', pero de los buenos: es decir, con producto casero y de calidad, siempre a precios muy razonables. Después de mucho esfuerzo, podemos afirmar, sin tapujos, que lo ha aconseguido con creces: en Karl’s te chuparás los dedos y está tan bien de precio que volverás. Christian, que todo lo cocina él, hace pocos platos, como todos los 'imbiss'. Dos carnes a escoger: 'krustenbraten', carne de cerdo de Alemania ligeramente ahumada hecho parsimoniosamente durante tres horas hasta lograr una ternura y gusto excepcionales, o un excelente 'bratwurst'. Pan de sésamo o de cristal, unas patatas al horno deliciosas y especiadas al estilo cajún y seis salsas que acaban de rematar la comida, de carne, de mostaza y manzana, chimichurri, de tomate con curry, de chile o de tomate solo. Para beber, cerveza. Los 'imbiss' tienen que ser para todo el mundo, por eso Christian propone un menú de bocadillo, patatas y bebida por menos de 6 euros: si no vais, no será porque no os lo pone fácil!

El Calders es todo un referente de los vermuts y los vinitos de Sant Antoni. Su terraza, en un pasaje sin circulación, es una de las más cotizadas del barrio. Se crea un ambiente que hace que nunca tengas ganas de abandonar la silla. Aquí se está bien, nos quedamos a hacer el vermut, a desayunar, merendar ... De hecho, a cualquier hora sirven comida, por lo tanto, siempre seréis bienvenidos. Vermut de Reus y, para picar, tienen unos nachos completísimos, patatas gruesas con tres salsas, anchoas muy buenas, conchas, embutidos, quesos, hummus ... cerveza bien tirada y gintonics bien preparados si la cosa se os alarga y necesitáis más gasolina para acabar de rematar. Qué, ¿pedimos otra ronda?

El Senyor Vermut es un local de barrio, del Eixample Izquierdo, para ser más exactos, un hecho que no es banal. Ya lo dice la canción escrita por el cantante más famoso de Xàtiva, que "quien pierde los orígenes, pierde la identidad". Dirigido por la familia Miralles, el Senyor Vermut tiene en el vermuteo su espina dorsal. Los que tenemos una edad recordamos a nuestros abuelos preparando el vermut del domingo donde no faltaba nunca el Martini Rosso, el sifón, los berberechos y los dados de queso La Vache qui Rit.El mediodía que volví al Senyor Vermut, la bebida del día era el Negroni y empecé por un cóctel hecho con una parte de ginebra, una de vermut rojo y una tercera de bitter, normalmente Campari. Dicen que el Negroni despierta el apetito, y así fue. La carta de tapas y platillos del Senyor Vermut no es muy diferente de la de otros magníficos lugares de tapas y platillos, pero en el local de la familia Miralles todo tiene el toque Miralles. Un gazpacho de melocotón, unas croquetitas –fantásticas las de setas–, un capipota con la casquería que preparaba mi abuela Josefina, unas bravas interesantes, no superlativas, y una brocheta moruna bien marinada con aceite y especias. Recordando El sentido de la vida, aquella película de Monty Phyton en la que un cliente explotaba, incapaz de almacenar una mínima porción más de carne, terminé la comida con un sorbete de limón.En la lista de futuros deseos, escribo la bomba de la Barceloneta sobre una base de alioli y salsa picante, una

Anardi es una declaración de amor a las tradicionales Sidrerías de Euskadi y a los sabores del norte de la Península. Y es que solo de ver las tapas que ofrecen en este local de la Calle Parlament se os hará la boca agua. De hecho, sería difícil escoger cuál es su plato estrella porque cada una de las tapas, pinchos o ‘platakos’ son espectaculares. Os recomendamos las albóndigas hechas 100% de picaña de ternera, el lomo de bacalao con cebolla y pimiento verde frito, el pulpo a la brasa con parmentier de queso ahumado o cualquiera de sus pinchos. Y si lo acompañáis con una cerveza, podréis disfrutar de esta experiencia gastronómica como auténticos vascos.

Esta vinatería del barrio de Sant Antoni que nace de la unión entre la ilusión y la pasión, es un espacio que mezcla vinos y emociones al mismo tiempo. Es también un ejemplo de cómo toda afición puede transformarse en pasión y, finalmente, en profesión. Y precisamente eso es lo que tanto caracteriza el local: el amor por aquello que hacen y transmitirlo a todos los que pasáis ya sea a tomar una copa, a hacer una cata o ver las exposiciones de arte que se organizan. De decoración delicada, Vinatería Rosaluna es un sitio ideal para ir con amigos y disfrutar de la fantástica selección de los mejores vinos nacionales y no nacionales -especialmente centrados en los catalanes- que equilibran perfectamente la relación entre calidad-precio y, también, de bodegas que elaboran el producto de manera artesanal, con bajas producciones y alejadas de grandes canales de distribución. Vale la pena hacer una visita porque seguro que volvéis.