Mateo Honten
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Mateo Honten

Restaurantes de cocina japonesa para disfrutar en Madrid

Desde izakayas hasta exclusivas barras de sushi, de katsu sando o ramen a nigiris de autor. Un completo recorrido por la gastronomía nipona

Gorka Elorrieta
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Igual que pasa con los restaurantes italianos, hay un japonés para cada momento y para cada bolsillo. Y hay mucho más que sashimi y nigiri en la gastronomía nipona. Os dejamos restaurantes donde disfrutar de un contundente ramen o un delicioso katsu sando pero también espacios donde entregarse a propuestas más creativas, más fusión, a un menú omakase o a esa espectacular barra de sushi donde darse todo un homenaje gastronómico.

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Al frente está Alejandro Durán, que lleva una década en la casa ocupando distintos cargos hasta convertirse en chef ejecutivo del grupo Kabuki. Trabaja sobre un elegante telón de fondo que se despliega en distintos formatos a lo largo de sus 500 metros cuadrados. Hablamos de un espacio sofisticado y una materia prima de nivel. Tenemos los nigiris más icónicos de este sello, guiños al origen mexicano de su cocinero y secciones de robata, tempura y wok para combinar con el pescado crudo sea en nigiris, temakis o usuzukuri.   

  • Fusión

El chef Hugo Muñoz vuela solo (tras dejar grupos de peso en la restauración madrileña como Carbón Negro o Larrumba) y comanda la enésima propuesta fusión que parte de aires nipones para desembarcar en territorios reconocibles pero propios (sunomono de mejillón gallego al “hierro”, lengua de vaca ahumada, percebe de los pobres y verduras tsukemono), que van en pos de la raíz de las cosas. La suya está lejos de ser una cocina mestiza más. Es tan personal como alegre. Es a veces transgresión y vibra de la mano de la estacionalidad del producto que trabaja al tiempo que se advierte en la carta la herencia de mentores pretéritos (Abraham García y Ricardo Sanz). Podéis pedir a la carta o entregaros al menú omakase. Y podéis hacerlo en una pequeña barra (para apenas cuatro comensales) o en las mesas de su minimalista y bien iluminado comedor. Es un espléndido, constante y pleno de matices viaje de ida y vuelta entre Japón y Occidente. Va de la gyoza de callos a la madrileña o el lenguado con meuniere de yuzu al nigiri de sardina con alboronía malagueña o el ikizukuri de pescado del día con bilbaína estilo Getaria.

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  • Comer

El proyecto de Steven Wu (por ambición culinaria, concepto y puesta en escena) va mucho más allá del titular mediático de ser, recién abierto, el restaurante japonés más caro de la capital. Y tenemos unos cuantos de primer nivel y precios altos. Sutileza, elegancia y respeto a la tradición. Juega en la liga de Zuara Sushi, Ebisu by Kobos o Toki. Digámoslo ya, 220 euros por comensal vale el fabuloso menú que se despliega a lo largo de unos 40 pases, de cromatismo cuidado, pleno de detalles y puntos precisos. Si se quiere, maridaje, a elegir entre una armonía cerrada de vinos o sakes, aparte. La bodega y la sala es territorio bien abonado por un diestro Aldo Rial (quien ha trabajado en las casas de Aduriz, Solla o Bretal).

  • Comer

Después de consolidar la propuesta de katsu house de Don Panko en Chamberí, su responsable levanta la persiana de otro proyecto en Madrid que va a funcionar porque propone algo distinto al resto de los japoneses que tenemos en la capital. Parte de nuevo de la especialización de un plato pero aquí no vais a encontrar ni rastro de sushi. Aquí el pilar del espacio, que gravita alrededor de su plancha teppanyaki es el okonomiyaki -significa literalmente 'lo que quieras' (okonomi) y 'a la plancha' (yaki)-. Y es el mejor que vais a comer en la ciudad. 

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  • Japonesa
  • La Latina
  • precio 3 de 4

El recorrido a través de un menú omakase, con casi una veintena de pases, resulta tan atractivo como didáctico. Nuestro itamae logra que así sea en una interacción constante con los clientes (solamente 9 personas si la barra se llena) a lo largo de más de dos horas. Hablamos de la importancia del arroz, de la maduración del atún y de la raíz de wasabi importada de Japón. Pero la ceremonia arranca antes con una toalla tibia y un té verde para bajar revoluciones, para convocar ese momento de pausa necesario antes de entrar en materia. El festival de nigiris, máximos protagonistas de este menú que cambia periódicamente, arranca alto (akami) para acabar aún más alto (unagi). En el camino las piezas, a veces extravagantes y otras humildes pero siempre memorables, se pueden acompañar de la armonía ideada por Metodiyka (con generosos, sake envejecido, blancos franceses y alguna burbuja de relumbrón) que logra engrandecer la experiencia. 

  • Japonesa

El sumiller y empresario asturiano Marcos Granda, con una cartera de restaurantes que suman ya cinco estrellas Michelin (en Madrid está detrás de Clos), abre el restaurante japonés más exclusivo de Madrid (tras conquistar a crítica y comensal con Nintai, su primer local de cocina nipona abierto en Marbella). Aquí cada servicio todo el equipo se entrega en pos del placer de media docena de comensales. Huele a nuevo brillo de la gala francesa pero habrá que esperar. Sea como sea, frente al trabajo pulcro y minucioso del itamae nipón Tadayoshi Motoa se para el tiempo. la mexicana Hilda Olvera, directora de sala y sumiller, hace el resto para que te sientas cómodo, para que no falle ningún detalle en este interiorismo que firma el estudio de Alejandra Pombo.

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  • Japonesa

Tras conseguir una estrella Michelin y cerrar su proyecto más personal, 99 KO Sushi bar, David Arauz, uno de los grandes itamae de la restauración madrileña, vuelve a ponerse detrás de una barra y a servir dos versiones de su omakase (Zuara y Shibui). Y en esta ocasión lo hace en compañía de Álvaro Prieto como maestro de sala y sumiller. El despliegue de nigiris es inconmensurable, punto perfecto del arroz, sabores nítidos, producto excelso ya sea atún, urta, hamachi, quisquilla de Denia o anguila del Delta del Ebro. Una secuencia fría que viene precedida de encurtidos caseros y algún bocado caliente. Los menús son cinco/siete pases de cocina + nueve/once pases de sushi + postre. Por arriba o por abajo ambos rondan los 150 euros (sin vino). El espacio, que ofrecerá sesiones inolvidables, se divide en una barra-puerta al paraíso perdido para 12 comensales y un comedor privado para siete personas. Curiosidad: ocupa el local donde estuvo el primer DiverXO en el distrito de Tetuán. 

  • Comer

Al frente tenéis toda la energía y el arrojo de Jordan Carretero, que aún siendo hijo de familia de hosteleros adquirió la destreza con la robata (esas cada vez más conocidas brasas niponas), uno de los puntos fuertes de la casa, en el famoso Yakitoro, aquel restaurante panasiático que dirigía el televisivo Alberto Chicote antes de abrir Omeraki. Sushi de corte preciso (su set de cuchillos los trajo de Japón o son piezas de un pequeño artesano español), tempura bien ejecutada, setas maitake por ahí, ventresca de atún por allá... y un espacio con todas las líneas que recuerdan a una original izakaya, una de esas que tantas visitó el chef en su viaje formativo por el país asiático. Podéis elegir platos de la carta o quedaros con un menú omakase (75 euros). 

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9. Ta Kumi

Tras consolidar su propuesta de cocina nipona en Málaga y Marbella, el proyecto que arrancaron Alvaro Arbeola y Toshio Tsutsui, aterriza con toda su pulcritud y sencilla elegancia en el barrio de Salamanca (Claudio Coello, 114) para ofrecer sushi de calidad y una atmósfera acogedora. Son exigentes con todos los puntos del proceso hasta que el nigiri llega a la mesa. Ofrecen un menú cerrado para los que no quieren tener que pensar y una carta extensa para reunir a todos: sashimi, rolls, nigiris calientes y fríos, yakisobas, tempuras, gyozas... 

  • Japonesa

Yong Wu Nagahira se pone al frente de su segundo y más democrático proyecto en un espacio asombroso, una sala, con barra de sushi y reservado, llena de rincones atractivos. Aquí la creatividad, ese plato que reta al cliente, no está presente en el día a día como en su local junto a Gran Vía (Flor baja, 5), pero la carta sorprenderá a quienes no conozcan su sello ("hago lo que no se espera la gente"), su original despliegue de nigiris, la gyoza de gamba y papada o el temaki de toro y oreja, al tiempo que presenta unas líneas más reconocibles, más populares en todo restaurante nipón (usuzukuris, makis, tartares, tempuras, sashimi…) pero con una vuelta personal. No os vayáis sin postre, el magnífico soufflé de sésamo.

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