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El Rastro de Madrid, más allá de sus decenas de puestos para encontrar gangas, sus tiendas de anticuarios y sus locales bien nutridos de muebles con diseño vintage y plantas, esconde un buen puñado de lugares para comer y tapear, rincones donde hacer el aperitivo o tomarse un café con un dulce recién hecho. Y ahí nos vamos a parar. Porque entre tabernas nuevas y de toda la vida como Malacatín (templo del cocido) o Santurce (sus sardinas son religión), aparece un plan inusual por estas calles: un restaurante japonés donde merece la pena reservar mesa.
En Shibari (Mira el Río Baja 20), ubicado en la conocida plaza del Campillo del Mundo Nuevo (por el nombre no caéis pero la conocéis porque cada domingo no cabe un alfiler) hay mucho trabajo detrás. De formación y de cuidado diario por el detalle. Y todo sobre una calidad-precio que le ha convertido en un referente en la zona. Atención: vuelven el 12 de septiembre. Y conviene hacer la reserva previa si vais a ir un fin de semana. Así que hacedla ya u os quedaréis sin mesa.
Al frente tenéis toda la energía y el arrojo de Jordan Carretero, que aún siendo hijo de familia de hosteleros adquirió la destreza con la robata (esas cada vez más conocidas brasas niponas), uno de los puntos fuertes de la casa, en el famoso Yakitoro, aquel restaurante panasiático que dirigía el televisivo Alberto Chicote antes de abrir Omeraki. Sushi de corte preciso (su set de cuchillos los trajo de Japón o son piezas de un pequeño artesano español), tempura bien ejecutada, setas maitake por ahí, ventresca de atún por allá... y un espacio con todas las líneas que recuerdan a una original izakaya, una de esas que tantas visitó el chef en su viaje formativo por el país asiático. Podéis elegir platos de la carta o quedaros con un menú omakase (65 euros).