Chez Madrid
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Dónde comer bien, irse de tapas y beber sin prisa cerca de Atocha

Tanto si acabas de llegar, como si te vas o si andas paseando por la zona de los grandes museos de Madrid, te damos pistas para todos los momentos

Gorka Elorrieta
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Alrededor de la estación de Atocha hay un flujo constante de gente arriba y abajo, con más o menos rumbo, buscando un sitio para comer y tomar algo en el recorrido entre el Museo del Prado y el Reina Sofía o porque acaban de llegar a Madrid o están a punto de coger un tren pero les da tiempo para tapear antes. 

Así que, a menos de 10 minutos de la plaza del Emperador Carlos V (sí, la de Atocha) tenemos un buen puñado de lugares para recomendarte. Hay locales muy populares pero también mesas ocultas a ojos del paseante, hay restaurantes, tabernas, bares de vinos, cafés de especialidad e incluso alguna azotea. Una brújula para acertar por esta zona tan turística.

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Jam

Está en Lavapiés, en una callecita (Marqués de Toca, 7) a la espalda del Reina Sofía y su carta evidencia que el nombre remite a ese encuentro musical conocido como jam session. La propuesta ofrece versiones donde lo propiamente oriental se mezcla con otros viajes en un ritmo afinadísimo. La comanda siempre debería arrancar por su trío de labneh, babaganoush y hummus pero es su falafel lo que va a disparar el éxito de esta espléndida y recogida tabernita. Pero volviendo a esa amable y lograda mixtura que irá creciendo en carta… digamos que vais a encontrar un plato con miso rojo y otro con chorizo criollo y hasta una personal propuesta de gilda. Aquí, en la nueva mejor parada del barrio (donde por la noche preparan buenos cócteles), se puede venir a comer temprano. A las 12.00 abren cocina y el lugar es especialmente tranquilo.     

  • Bares de vinos
  • Lavapiés
  • precio 2 de 4

Pegada al museo Reina Sofía y a tiro de piedra de Atocha, K*SDAL se encuentra casi al final de la calle Argumosa, en el barrio de Lavapiés. De origen francés, el término que le da nombre equivaldría a la palabra que se emplea en argot en esta lengua para hacer alusión a lo que en español llamaríamos bocata. Esta bocadillería, especializada también en vinos naturales, no admite reservas y se plantea como opción ideal si te gusta comer a dos manos, pues el epicentro de su oferta de comida se compone de una selección de cuidados bocadillos.

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  • Comer

Ya tenéis el plan perfecto para comer antes o después de una visita a cualquiera de las grandes pinacotecas de Madrid. En pleno Paisaje de la Luz, Patrimonio de la Humanidad. La ubicación no puede ser más privilegiada y el comedor no puede ser más afrancesado. Enfrente tenéis el Museo del Prado y, a la misma distancia, la colección del Museo Thyssen-Bornemisza. Y sobre la mesa, por empezar a abrir boca, un buen tapeo para compartir: unas gildas, una ensaladilla con encurtidos o unas croquetas de jamón.

María Sarmiento

Aparte de que la temporada traiga a la cocina esto o aquello, la columna vertebral de este restaurante de la gente de La Burlona se sostiene en los arroces (con costillitas, bogavante o gambas al ajillo) y las brasas. Por el camino tienes desde una estupenda ensaladilla de toda la vida a bocados tentadores como las croquetas de mejillón tigre o el bollo oriental de sobrasada y yema curada. Y para regarlo todo... una pequeña pero poco habitual selección de vinos, de las que apetece encontrar en sitios de barrio que proponen otras cosas como este, de las de dejarse asesorar (Rubén no suele fallar).

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El Jardín de Arzábal

La cocina de Iván Morales y Álvaro Castellanos, príncipes en el muy turístico Mercado de San Miguel donde exhiben su lado más castizo, se coló hace años (y sigue en plena forma) en el edificio Sabatini del Museo Reina Sofía. Es un secreto a voces pero aún hay quien visita la pinacoteca o desembarca en Atocha y no lo conoce (y abren todos los días de la semana). Hay parrilla, guiños internacionales, platos que se ajustan a la temporada y mucho cóctel tanto para hacer el aperitivo como para arrancar el tardeo. Pero, más allá de la propuesta culinaria, conquista la versatilidad del espacio. Es un rincón agradable, un oasis en mitad del bullicio de la plaza, que se despliega en dos terrazas (una de ellas cubierta) y una zona de barra (para quien sólo quiera picotear).

  • Bares de vinos
  • Lavapiés
  • precio 1 de 4

Un vibrante punto de encuentro para todo aficionado al producto elaborado desde el respeto y con cariño, para feligreses de esa santa trilogía que forman el vino natural, la cerveza artesana y los quesos de autor. Vendrán ponencias y presentaciones pero, de momento, hay mucho por catar. Javier Vázquez, inquieto y curioso por naturaleza, responsable desde hace más de tres lustros de todo un referente en Lavapiés, se lió la manta a la cabeza y se hizo con el amplísimo local al otro lado del tabique. “Buscaba aumentar la cocina y con el resto de metros cuadrados pude haber creado un mega O Pazo de Lugo, mantener su fuerte inercia, su tirón, pero el cuerpo me pedía esto. La carta –hemos sumado platos y pulido algunas elaboraciones– es igual en ambos espacios, pero La Caníbal tiene otra personalidad, el servicio es distinto y, aparte de las reservas, tenemos una mesa central enorme que se comparte”.

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  • Coctelerías
  • Lavapiés
  • precio 2 de 4

Hace poco más de una década Gintas y Dovi, una encantadora pareja de lituanos, aterrizaron en Lavapiés sin hablar apenas castellano. Hasta hoy, que han abierto su propio espacio en lo que fue un taproom de La Virgen, han pasado (muchas veces trabajando juntos) por Sudestada, Punto MX, Arallo Taberna... “Entonces estábamos conociendo el barrio y, mira, ahora es el barrio quien tiene que conocernos a nosotros”. Sirven cerveza artesana, vinos, pocos pero especiales, y unos cócteles sensacionales. “No me gusta lo de escoger qué voy a tomar antes de ir a un sitio. Aquí vienes y decides. No buscamos un público selecto sino algo popular. Savas remite a alguien, no ha de ser un amigo o un conocido, con el que guardas una cercanía. Queremos crear una comunidad de gente que se sienta cómoda ya venga a charlar o a pasar un rato tranquilo”. No hay cartel identificativo en la puerta pero ya tienen sus fieles y, aunque el smoky sour gane al gimlet, todos los cócteles salen. Al primer trago sabréis por qué. 

  • Beber

Tras ser toda una referencia para tapear bien junto a la plaza de Cibeles (Alcalá 55), los responsables de Bareto acaba de levantar el telón de su segundo local (Atocha 120) en Madrid. Y promete ser también un imán tanto para madrileños como turistas recién llegados a la estación de Atocha. Dos pisos, una barra de mármol y una carta con todos los platos famosos de las tabernas madrileñas para triunfar. El proyecto de Nacho Horcajada y los hermanos Kike y Curro Sánchez del Amo vuelve a instalarse en una ubicación privilegiada de la capital, en pleno Triángulo del Arte, para ofrecer una propuesta tan asequible como reconocible y disfrutona. Su oferta va del bocata de calamares (ellos lo llaman montado de chipirones), las bravas, gildas o unos torreznos a platos más contundentes como un entrecot, unos callos, un filete de ternera empanado y hasta un pollo asado. Y todo te lo encuentras de frente nada más salir por la boca principal de metro de la parada Estación del Arte.

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  • Bares de vinos
  • Lavapiés
  • precio 2 de 4

Tres cartas se despliegan sobre la mesa acompañadas de un aperitivo de olivas, cortesía de la casa. Una de ellas, dedicada al vino por copas, otra a la oferta de vino por botellas y una tercera (la más breve de las tres) a las opciones de picoteo que pueden acompañar los tragos. En la primera de ellas, opciones variadísimas por copa: burbujas, blancos, naranjas, rosados y claretes, tintos y "otros", en una categoría que agrupa media docena de bebidas de diferentes categorías, entre las que se incluye la kombucha. Por botellas, misma clasificación a excepción de la categoría "otros", que se suprime. Predominan referencias de tinto, con Francia y España como principales protagonistas de las referencias listadas, acompañados de un elenco internacional variado.

Quintoelemento

Este restaurante (Atocha, 125) es como un 3 en 1. Tienes una carta con las creaciones de temporada ideadas por un Juan Suárez de Lezo que presenta  siempre un equilibrado baile con varias gastronomías internacionales, una barra dedicada al sushi para entregarse a un menú omakase y una amplia carta de coctelería de autor (además de una muy nutrida bodega con más de 50 referencias de champanes y cavas). Porque si algo busca este comedor (dividido en dos plantas) es un momento de desconexión, ya sea a través de la comida o de esa espectacular bóveda retractil que cubre el techo de la última planta del edificio (y que se abre durante las agradables noches estivales).

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