Al doblar la esquina de la calle Salitre, en lo alto de la ladera que es el barrio de Lavapiés, Corchito ocupa un local del barrio "de toda la vida", la antigua taberna Encantada. De esta mantiene el antiguo letrero, bajo el que anuncia su nombre sobre la puerta de entrada, en el color azul eléctrico que caracteriza todo su branding y las decoraciones exteriores de baldosa, que recrean imágenes de una viña y una bodega. También en el exterior, dos pequeñas barritas de madera en el mismo tono azul reposan bajo las ventanas que franquean la puerta.
Cruzada esta se revela la acertada reforma del interior del espacio que hoy es Corchito, con una barra al fondo, en la que se vislumbra una gran champanera enfriando botellas de vino, y una sala que se despliega a izquierda y derecha, en dos alas, con las mesas próximas unas a otras. En el servicio de noche, todas ellas tienen una vela encendida, la iluminación es muy tenue y se crea un ambiente íntimo, a pesar de que el local no es pequeño y las mesas están próximas unas a otras. Hasta la bancada bajo la ventana se emplea como espacio en el que posar copas y pinchar unas raciones. El vino es el protagonista, y queda claro con las paredes recubiertas de botellas que ya fueron ordenadas en estanterías. La barra es un ir y venir de conversaciones y brindis y el hilo musical de fondo es perfecto para el ánimo que se respira en el aire. En sala, mesas de madera y ningún mantel.
Tres cartas se despliegan sobre la mesa acompañadas de un aperitivo de olivas, cortesía de la casa. Una de ellas, dedicada al vino por copas, otra a la oferta de vino por botellas y una tercera (la más breve de las tres) a las opciones de picoteo que pueden acompañar los tragos. En la primera de ellas, opciones variadísimas por copa: burbujas, blancos, naranjas, rosados y claretes, tintos y "otros", en una categoría que agrupa media docena de bebidas de diferentes categorías, entre las que se incluye la kombucha. Por botellas, misma clasificación a excepción de la categoría "otros", que se suprime. Predominan referencias de tinto, con Francia y España como principales protagonistas de las referencias listadas, acompañados de un elenco internacional variado.
¿Y de picar? Carta corta, con bocados por unidad y opciones para el centro, platos sin demasiada complicación. Mucho producto elaborado de calidad: anchoa de Santoña, jamón de bellota, quesos, mejillones en escabeche… El pan es excelente (se ofrece con mantequilla) y no falta una opción de gilda. Opciones de platos que son aptos también para el público vegetariano (e incluso vegano, en el caso de alguno de ellos) como el dip de zanahorias quemadas con naranja, los pimientos del padrón, el cremoso de ricotta, que se sirve acompañado de limón, guisantes, encurtidos y unas regañás o las alcachofas, dos por ración, abiertas en flor a la plancha y con un toque de trufa.
Cierran el apartado salado dos opciones de entrepanes, más consistentes que los platillos anteriores: uno es un perrito caliente, "el panchito con lluvia de papitas" y el otro un sándwich de setas, gouda y espinacas, rico, que gana enormemente por la remarcable calidad del pan y su tostado. Para cucharear dulce, su ganache de chocolate con aceite y sal es estupenda.
Toma nota si quieres reservar, porque has de hacerlo a través de su Instagram y, si eres de aperitivo de fin de semana, los domingos a mediodía Corchito propone un plan con vinos, vermú y diferentes opciones de su carta de picoteo a partir de las 13.00 horas.