Un vibrante punto de encuentro para todo aficionado al producto elaborado desde el respeto y con cariño, para feligreses de esa santa trilogía que forman el vino natural, la cerveza artesana y los quesos de autor. Vendrán ponencias y presentaciones pero, de momento, hay mucho por catar. Javier Vázquez, inquieto y curioso por naturaleza, responsable desde hace más de tres lustros de todo un referente en Lavapiés, se lió la manta a la cabeza y se hizo con el amplísimo local al otro lado del tabique. “Buscaba aumentar la cocina y con el resto de metros cuadrados pude haber creado un mega O Pazo de Lugo, mantener su fuerte inercia, su tirón, pero el cuerpo me pedía esto. La carta –hemos sumado platos y pulido algunas elaboraciones– es igual en ambos espacios, pero La Caníbal tiene otra personalidad, el servicio es distinto y, aparte de las reservas, tenemos una mesa central enorme que se comparte”.
Lo más relevante de este necesario y atractivo proyecto son sus grifos. Ocho para el lúpulo y otros ocho para el terruño; estilos, variedades y fotos de los productores incluidas. “Lo del vino ha sido complicado. Hemos convencido a los viticultores que nos gustan para que hagan bag in box. A muchos les mando las que tengo y me las devuelven llenas”. Lo sirven por copa o jarra de medio litro o litro, y del que os guste, podréis comprar una botella serigrafiada que acabaréis rellenando en sucesivas visitas. Se aprende tanto como se disfruta porque gobierna la versatilidad. Sumad neveras rebosantes de otras etiquetas (con sulfitos) y seis espléndidas tablas de queso, avaladas por Qava.