Es toda una garantía saber que tras un local asiático está el británico Gilles Brown, copropietario del Mosquito y el Red Ant. Su aproximación a la gastronomía del sureste asiático es metódica y obsesiva con la calidad. El Grasshopper es todavía más pequeño que el Ramen Ya Hiro: una pequeña barra baja con capacidad para quince comensales. Brown me habla de caldos con cocciones de dieciocho horas y de los tares, las salsas o los fondos que distinguen un caldo de otro. “Esto es alta cocina que se tiene que servir rápido, no es una tontería”, concluye. También elaboran sus propios fideos, y añaden 'kansui', una solución alcalina para que el agua tenga una propiedad similar a la de Japón (y la pasta sea elástica y absorbente). Tienen los tres tares (miso, soja y marisco) y también un bol de 'noodles' vegetariano. Me como el de soja, delicioso, y me afano en escoger una birra para de entre un ejército de cervezas artesanas, entre ellas BeerCat, cerveza hecha en Cataluña con un equipo de Inglaterra e Irlanda.
No despreciéis el ramen, por más que prolifere. Esta sopa es un plato de cocina asiática que requiere mucho más oficio y dedicación que planchar y acumular elementos. Es cocina popular que se sirve y se come rápido, pero se hace a fuego lento, y se disfruta como una delicia. Es un bol de caldo casero –a menudo de pollo y cerdo, o también de diversos tipos de marisco y pescado seco– que se aliña con 'tares' (salsas o sabores, definen el estilo de cada especialidad, y pueden llevar soja, miso, etc.) y donde flotan fideos de trigo que se comen en comunión con 'toppings' como tocino, huevo marinado o bambú. Entrantes, sopa y plato principal en uno. ¿Dónde está el mejor ramen de Barcelona? En esta lista, sin duda alguna.
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