Los mejores restaurantes de la zona de Montjuïc y el Poble-sec

Stefano Balis (griego, ex Bardot, Rilke, Informal) y Jordi Fenoll (ilicitano, ex Dos Pebrots) lideran Margarit, un restaurante de base griega con influencias mediterráneas. Ofrecen platos innovadores como el 'akra', corbina macerada en hojas de higuera, que mezcla elementos helénicos y valencianos. La carta incluye reinterpretaciones de recetas tradicionales, como la 'tarama' y la 'fava'. El cordero palestino con yogur y hierbas destaca por su ternura, y las pitas varían semanalmente. La carta de vinos, con naturales griegos, está gestionada por Satyrs Wine.

Después de funcionar varios años como un club de eventos gastronómicos efímeros, la troupe Tiberi abrió su local permanente. La propuesta gastronómica es de Fran Baixas (hija de restauradores, diseñadora gráfica y ex I+D de Mugaritz). El local es un cruce entre el hygge nórdico y el interiorismo barcelonés; sobriedad, calor y, si miráis al techo, sensación de estar dentro de una nube. La carta muta con las estaciones, pero tiene secciones fijas; cositas para picar (giles, chips, boquerones), bocadillos (el de pollo es el más ovacionado) y algunos platillos de verdura, carne y pescado. Abren de miércoles a domingo y sólo toman reservas para grupos de seis o más personas. Uno de los locales de moda de Barcelona.

Tras pasar por varios restaurantes con estrella Michelin de la ciudad, Fernando Silva y Mariela Di Stefano decidieron bajar a la tierra, releerse un buen puñado de recetarios de Cataluña, Italia y Argentina y abrir un local cercano donde revisar las recetas de siempre de forma libre, honesta y sin florituras. De la cocina salen platillos para compartir muy bien ejecutados como el tartar de gamba, 'stracciatella' y aguacate; la ternera estofada y puré de raíz de apio y el bacalao con sanfaina. De postre, que no falte el tiramisú. Paredes verdes, baldosas blancas, espejos antiguos y un pequeño piano. Podríamos estar en algún restaurante del barrio porteño de San Telmo, pero estamos en el Poble-sec. Abren sólo cuatro días a la semana y de noche.

Platillos mexicanos, vinos catalanes naturales y buen rollo de todas partes. Una combinación ganadora. Tapitas como el cebiche de lubina con tostada de maíz azul, leche de tigre y mole y el rollo de espinacas con helado de hoja santa; tacos y tlayudas; cócteles mezcaleros, cervezas artesanas y vinos muy bien elegidos. Una tercera parte de la carta es apta para vegetarianos y veganos. Pop ups divertidísimos, noches de jueves de Trivia y DJ sets siempre que se puede. En una de las paredes del local hay una luz de neón que afirma que eres una viciosa. Tranquila, nada de avergonzarte. Aquí todos los vicios son bienvenidos y se comparten; la clientela es ecléctica y de mente abierta. Pocos locales del Poble-sec emanan tan buena vibra.

Según la mitología griega, Galena es la deidad marina de las aguas tranquilas. La de la Plaza del Sortidor es una cafetería plácida dedicada al brunch, con terracita y mucho amor hacia los perros. Para comer, le ofrecen tres fórmulas; desayuno (14 euros), brunch (16,5 euros) y mediodía (12,5 euros). Para beber, café de especialidad de Harmony Coffee Roasters, tés e infusiones de Sans & Sans, chai de Masala Chy y leche fresca de la Granja Cal Porta. También organizan talleres artísticos y exposiciones.

Donde antes estaba el Pakta de Albert Adrià, templo de la cocina nikkei con una estrella Michelin, ahora hay una 'izakaya' mediterránea o una bodega tradicional con visión asiática, según se mire. Lo llevan Jaume Marambio y Vicky Maccarone. Él cocinó en el St. Rémy, Saüc, Gaudir y Tickets, y ella fue jefe de sala en Hoja Santa y Niño Viejo. Aquí fusionan la gastronomía mediterránea con la nipona. ¿Cómo? Con mucho tacto y originalidad. ¿Ejemplos? 'Montadito' de calamar y tocino ibérico, gyozas de tres butifarras y habitas, guiso de guisantes con chipriones y 'katsuobushi' y, de postre, 'xuixo' de helado de soja y caramelo.

Otro bar de barrio que ha pulsado el botón de reboot es el Bar La Cañada. JuanPe González ha reavivado esta espléndida barra inoxidable de 1980, en el Poble-sec más tranquilo, con la ayuda del actor y artista Nico Baixas y Lina Ruiz. Ha juntado delicadezas frías (aceitunas de Bailèn, atún ahumado de Murcia, embutidos de Salamanca, quesos artesanos...) con una carta de vinos a copas bien elegidos, y un par de guisos que hace su madre.

El lugar perfecto en el Poble-sec para quedar con amigos y disfrutar de algunos de los buenos vinos que tiene Edu. ¡Dejaos aconsejar, que este chico es un crack en materia vitivinícola y siempre acierta! Para comer, en el Marino todo es especial: croquetas de setas, de sobrasada con queso... espléndidas; higo seco con foie-gras para tocar el cielo, alcachofas con cecina encantadoras y unos quesos exquisitos y muy bien seleccionados. Con la copa de vino llena, aquí las horas pasan volando con la sobremesa. 

Un restaurante de cocina gallega que hacía falta en Barcelona. No porque no haya oferta en este sentido, sino porque es un buen punto en medio de saborear los manjares de una taberna gallega sin el ruido ni la incomodidad habitual de estos espacios y sin tener que aflojar demasiado el bolsillo. Las mesas y las sillas son cómodas, los camareros son atentos y se come francamente bien. Se define como pulpería, y el pulpo no falla a la brasa, ni guisado ni el clásico 'a feira'. Impresionan las ollas que tienen justo en la entrada para cocer el pulpo. Tampoco os decepcionará el lacón, el pescado salvaje hechos a la brasa con carbón de encina, la ternera rubia y el resto de clásicos gallegos (pastel 'larpeira' y de Santiago incluidos). Vinos gallegos, catalanes, navarros y castellanos.

El Cañota es un bar de tapas marineras de inspiración gallega con muy buenas referencias. Se trata del hermano pequeño del Rías de Galicia, uno de los grandes restaurantes gallegos de la ciudad y del Estado. Pescado y marisco, patatas bravas, pulpo a la gallega, ensalada rusa, cañas de cerveza y vinos... La oferta del Cañota es la de toda la vida pero con el añadido de un puntito juguetón de creatividad. Si vais con amigos guiris, pedid la sangría original (vino natural, jarabe de fresas, naranja, lima, cardamomo y canela).

Un poco de mundo en la cocina de este minúsculo e íntimo restaurante de la França Xica. En realidad, es una especie de pasaporte goloso para viajar desde una cómoda silla al Poble-sec. Raquel y Marc, los dueños, decidieron plasmar en su carta todo lo que habían aprendido a lo largo de sus viajes, sobre todo por el sudeste asiático. Quizás no es necesario hablar de fusión, pero sí podemos decir que la carta del Casa Xica está llena de sabores de todo tipo adquiridos en este periplo. La fórmula del éxito: elaboraciones casi orientales con producto autóctono y un pie de la receta en Cataluña. ¿Un ejemplo? El 'bao' de barriguita glaseada y pepino encurtido o el arroz salteado de entrecot y salsa de ostras. La carta de vinos ecológicos está a la altura de los platos.

Miguelito, criado entre demonios y borrachos, y con influencias latinoamericanas y orientales (su madre es asiática), se ha convertido en un maestro de los fogones; 'botanas', tacos, ceviches, aguachile, etc. Él es el protagonista del Chamako, un restaurante mexicano en el Poble-sec que destaca por su decoración llamativa y un espacio pensado para socializar, con opciones de terraza o interior con música en directo. El dueño ofrece sorpresas constantes, shows de todo tipo que se reflejan tanto en la decoración como en los platos e incluso en el lavabo.

Denassus tiene un nombre obvio que nos encanta porque no engaña. Ya podéis imaginarlo; ¡aquí se come de narices! Sergi Ruiz (nariz de oro 2014) y Alejo Mailan son sumilleres, y Eduardo Orionda es cocinero. Es evidente que su unión viene por el buen comer y el buen beber. A vuestra disposición tenéis tapas clásicas (bravas, croquetas, tortillas) y platillos para compartir de temporada y un par de opciones de brasa. Edu, asturiano, tiene muy buen ojo por el pescado y marisco. Cualquier plato de mar que se le proponga, pedídlo. Un ejemplo: el calamar de potera con mojo verde de ajo, vino de Jerez y cilantro. Tampoco se olvida del postre; la tarta de queso, ¡ñam, ñam! Excelente selección de vinos nacionales e internacionales. Ambiente desenfadado.

La familia Iborra se trasladó a Catalunya hace más de cincuenta años y su maleta cargaba con recetas ilicitanas. Pioneros en Barcelona en la importación de cocina valenciana, ya disponen de cuatro restaurantes donde se puede encontrar todo tipo de arroces impecables. Tanto en la sede original del Paral·lel como en el resto, el plato estrella es el arroz negro de Elche con chipirones y alcachofas, una explosión de mar oscura y libidinosa, con verduras de sabores pretéritos, cortes de cefalópodos que chorrean gratitud y, el secreto, una base de arroz Bayo extra del Ebro, híbrido entre las variedades largo y bomba, que aporta consistencia y retiene el placer.

Alba, Momo y Natalia, vecinas del barrio y amigas, abrieron este local vivo y luminoso del Poble-sec, que es medio librería feminista y medio bar vegano. Sirven bravas, croquetas, ensaladas, cremas, currys, pasta y un choripan de lagrimita. Sí, todo vegano. Cañas bien tiradas, buena energía y precios populares. El menú semanal (entrando y plato principal)... ¡a 9.50 euros! Y hecho con productos de km 0 y ecológicos, abastecidos por cooperativas agroalimentarias. La librería está especializada en feminismo y transfeminismo, literatura infantil, fanzines y cocina vegetariana. Organizan presentaciones de libros, talleres, charlas y lo que haga falta.

Lo mejor de la cocina de Cádiz lo encontrarás en este minúsculo bar lleno de alegría y buen humor. Las propietarias ponen en marcha rock a todo trapo para bajar el cazón en adobo, uno de los clásicos que hacen en La Chana. Bien crujiente por fuera y tierno y gustoso por dentro por haberlo macerado unas horas antes. Excelente el atún 'anchoado', la mojama y las ortiguillas (cuando las tienen). En invierno hacen más platos de cuchara como los garbanzos con pringá (carne de olla) y tagarninas (cardos) que resucitan a los muertos. 

En La Porca la materia prima y el buen trato son los principales ingredientes: es un lugar familiar impulsado por Rubén y su madre, Carmen. Ganaron el concurso de la mejor hamburguesa de Barcelona con la Doble Bacon Cheese Burger, con una combinación de ingredientes clásica e infalible. Las bravas son de las mejores de la ciudad, con dos salsas caseras y porchetta a baja temperatura. También encontrarás propuestas como la burrata trufada y la ensaladilla murciana (una especie de rusa, con patata, encurtidos, atún y huevo). 

La Tieta es apenas una barra de mármol rellena de buenos vinos, vermut y cañas bien tiradas, con una terraza encantadora. En la carta de vinos no encontrarás nada clásico, se enamoran de un vino mallorquín y la semana siguiente pierden la cabeza por uno gallego. Este buen hacer lo encomiendan también a la comida; sin extraños experimentos, pero con creatividad, preparan cocina buena de toda la vida bien hecha. Por ejemplo, caldo y brocheta –taza de caldo y una brocheta con la carne de olla!– o caballa escabechada con cítricos. 

En este restaurante con barra baja estilo japonés y espacio para cócteles, Bernat Bermudo fusiona tradiciones culinarias alejadas, como la tailandesa, la peruana y la catalana, con grandes resultados. Un ejemplo: el 'suquet' thai, en el que por un lado te presentan las salsas tailandesas y por el otro, el pescado y el sofrito, o una mejilla de ternera con toffee de miso-mostaza y orejones. Este cocinero es un magnífico ejemplo de esta generación Hofmann que ha conquistado la cocina de Barcelona, y cómo los cocineros viajados son capaces de mezclar cocinas antagónicas con toda la naturalidad del mundo. 

Después de la pandemia, Rías de Galicia, marisquería abierta en 1986, reabrió como Rías/Kru. Antes subías las escaleras del Rías y te encontrabas el Espai Kru, donde lo que dominaba eran porciones excelsas de producto marino crudo y marinado con elaboraciones de alta cocina moderna. Los hermanos Iglesias han optado por unificar la carta en ambos espacios. En la misma mesa puedes optar por Rías, el mejor de la ortodoxia gallega (percibes, conchas, caracoles punzantes); o por Kru, poco fuego y mucha Asia, con maravillas como la navaja de las Islas Cíes con miso blanco y ajo negro o la ventresca de atún braseado con ponzu de pera. En la cocina, el chef Robert Gelonch, un barcelonés que ha trabajado codo con codo con los más grandes (Gaig, Adrià, Freixa y De Muelas).

¡Un rincón secreto para faranduleros! Lo encontraréis en el estratégico triángulo formado por el Lliure, el Mercat de les Flors y el Grec, cerca de la paz y el verdor de Montjuïc. ¿Y qué se cuece aquí? Platos como la lasaña (finísimas capas de pasta hilvanadas con una carne especiada con evocaciones orientales), las albóndigas al estilo 'kefta' con arroz y, en invierno, la omnipresente y necesaria sopa 'harira'. La especialidad de la casa es el cuscús que el cocinero argelino Souhail Basli prepara de miércoles a domingo con fama y traza. Los hace de ternera, cordero, pollo, vegetariano, y de calamar (éste por encargo). Aunque el vermuteo no es precisamente de origen árabe, aquí lo practican muy bien. El local es pequeñito, mejor estar en la terraza.

Lo dicen todas las guías del mundo y siento repetirme pero Quimet y Quimet es, bueno, para que te salten las lágrimas. Tienen cerveza propia, sirven el mejor vermut de grifo del planeta y ofrecen una variedad de vinos que llega hasta el techo. Todo este cúmulo de felicidad acompaña a unas tapas que harían resucitar a los muertos. Montaditos de salmón, yogur y miel trufada o los más vendidos, los de alcachofa, cremoso Brillante-Savarin y tomate confitado.

Un restaurante de hotel de impacto: al frente está el chef Víctor Torres, que con Les Magnòlies d'Arbúcies fue el cocinero más joven de España en ostentar una estrella Michelin; en el 2018, apenas 25 años. Aquí practica una cocina catalana de autor muy similar a la de ahí, basada en la excelencia del producto y la pureza de los sabores y con gotitas de influencias francesas. Se abastecen de la huerta del Maresme y del Baix Llobregat en la medida de lo posible. En ambos menús degustación (de 110 y 70 euros) campan maravillas como platos de arroz o alitas de pollo, o un huevo de corral con guisante lágrima, butifarra negra y tripas de bacalao. Solo hacen cenas y solo de martes a sábado.

David López y Javier San Vicente son los chefs y propietarios de la Taberna Noroeste. Entre ambos suman décadas de experiencia en grandes casas de la tapa fina, como el Tapas24 de Carles Abellan, y la altísima gastronomía del norte, como el Akelarre del Pedro Subijana. Y en su propia casa han optado por dejarse de florituras y tirar por la mejor cocina española, hacia el norte (López es de Galicia) y el oeste (San Vicente tiene orígenes de Salamanca). El resultado es una carta corta, de producto óptimo y puro espíritu hedonista, con platos interesantísimos como el lechal con milhojas de patata o las almejas gallegas con algas y pepino.

No es lo mismo decir 'hoy hemos cenado en un italiano' que 'hoy hemos cenado en un restaurante veneciano'. ¡Todavía hay categorías! Cuando Xemei abrió en el Poble Sec, este inciso se hizo imprescindible. Los gemelos –'xemei', en dialecto veneciano– Stefano y Max Colombo nos llevaron una cocina transalpina que superaba de una vez los macarrones a la boloñesa y las pizzas 'quattro stagioni'. Hoy, se han convertido en chefs icónicos de Italia y del producto máximo en Barcelona, ​​pero Xemei mantiene el alma veneciana intacta: es donde tienes que ir si quieres saber qué son unas 'sarde in saor' o un hígado de ternera a la veneciana, y es que vas a su casa. El sitio tiene glamour y un ambiente de taberna vintage, y los platos 'buoni, buoni, buoni'. Es necesario reservar. Con terraza.