SETBA es una fundación sin ánimo de lucro, situada en la plaza Reial, que trabaja por la promoción del arte y la cultura y vela por la atención integral de personas en riesgo de exclusión social. La proyección de la empresa es promover una sociedad justa e inclusiva, mediante manifestaciones artísticas que ayuden a vertebrar y cohesionar su tejido social.
Actualmente, es un local de oficina que no contiene ningún espacio expositivo abierto al público.
La plaza Reial es una de las plazas más concurridas y vitales de la ciudad, por su ubicación y por su historia. Para explicarla nos tenemos que remontar en el primer tercio del siglo XIX, cuando todavía no era ni plaza ni real, sino el convento de Santa Madrona, de los capuchinos, que se salvó de la crema de conventos del 1835. Este convento se usó más tarde como escuela y la iglesia como teatro. El desmantelamiento de estos edificios al cabo de unos años permitió el inicio de urbanización de la plaza Real que conocemos actualmente, proyectada por el arquitecto Francesc Molina.
Diseño de la plaza
El proyecto consistió en crear una plaza rectangular porticada, una versión de las plazas mayores españolas, conectada por calles y pasajes, con edificios de fachadas isabelinas, balcones alternados con pilastras y balaustradas: tenía que ser bonito. En el centro tenían que instalar una estatua ecuestre de Ferran VII (monarca de la época por quien la plaza recibe este nombre), pero optaron por instalar la fuente de hierro de la prestigiosa casa Durenne de París, con sus Tres Gracias, Aglaia, Eufròsine y Talia, diosas del encanto, la creatividad y la fertilidad. Llenaron la plaza de palmeras y la completaron con las dos farolas de Gaudí coronados por el casco de Mercurio con dos dragones que se abrazan.
La plaza Real, como tantos otros espacios públicos de la ciudad, nunca ha sido un núcleo burgués, o al menos no solo eso. La plaza Real ha sido y es un espacio imprevisible, “un resumen de todo Barcelona”. Este espacio actualmente está lleno de ilustres barceloneses, de malhechores, de recién llegados, de marineros americanos de la sexta flota, de artistas de calle y, en definitiva, de la gente que vive, trabaja, la visita y la siente suya.