Los barceloneses estamos tan escarmentados de los palos que recibimos comiendo plástico que nos hemos vuelto alérgicos a todo lo que respire clientela guiri. Obviamente, en la plaza Real siempre hay turistas. Y en muchas de las mesas hay sangría. Pero que no nos coma el prejuicio: en la cervecería Colon también se puede tomar una buena caña (se hizo famosa por los concursos de bebedores que hacían en los años 50) y unos calamares dignos y asequibles.
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