Los mejores restaurantes coreanos de Barcelona

Byul Nim Ro, copropietaria del reconocido restaurante Pocha (Provença, 224), y su marido, el chef Inhoi Joo, son los capitanes de este establecimiento dedicado a la barbacoa coreana. La carne que sirven es de primerísima calidad, ternera irlandesa criada en Salamanca. Probad la costilla. En concreto, la quinta. Se cree que es la más sabrosa por su equilibrio de magro y grasa. En la carta también existen otros clásicos de la gastronomía coreana; kimchi, 'bibimbap' (arroz con vegetales y carne) y sopas como la 'tteokbokki' (elaborada con pasta tubular de arroz glutinoso) y la 'doenjangguk' (conocida como el miso coreano). El local es cálido, de aires industriales y metálicos, y mesas largas de madera con parrillas integradas. El servicio no puede ser más amable ni más eficiente.

Si lo que más os gusta de la gastronomía coreana es la barbacoa, no os lo penséis dos veces. Obba os puede hacer muy felices. Veréis que en la mayoría de las páginas del menú hay carne, pero también ofrecen platos de arroz y fideos. Tema barbacoa; dos menús carnívoros para dos personas; el de cerdo (58,80 euros) y el de ternera (69 euros). Evidentemente, las mesas tienen parrillas incorporadas y extractores individuales. También ofrecen menú de mediodía. El personal es eficiente y siempre está dispuesto a ayudar a la clientela que se inicia en el maravilloso mundo de la barbacoa coreana. El local es de aires modernos; paredes azules y fucsias, ladrillo vista, mármol e iluminación cuidada. Ideal para cenas de grupos.

La carta de Hana está dividida en cuatro secciones; entrantes, barbacoa, platos principales y sopas, pero el local se ha hecho popular sobre todo por la parrilla. El menú grill para dos personas se complementa con dos sopas y tortillas a escoger y cuesta 55,90 euros. También podéis disfrutar de la barbacoa en formato individual, no sufráis. Las opciones son tocino, secreto ibérico, costillas marinadas en salsa de soja y entrecot. No se olvidan del 'hansik', de la cocina coreana más tradicional. Destacan 'gimbab' (similar a los norimaki japoneses), 'bulgogi tokbokki' (pasta de arroz) y 'dolsot bibimbab' (arroz con verduras y carne servida en un cuenco de piedra caliente), entre otros. Con terraza.

Koryo es un pequeño oasis de sobriedad y serenidad, entre el cemento rompepiernas del Putxet. Ahyun Sun lo abrió en 2012, y la única concesión que ha hecho es dividir entre primero y segundo, porque en Corea se come todo junto. Encontraréis versiones primorosas -todo hecho desde cero- los grandes clásicos; como el 'hobak-juk', sopa de calabaza y harina de arroz glutinoso; y el 'bulgogi', asado fino de ternera con soja y zumo de pera que te transporta a una preciosa caja estilo bento. 

¿Queréis una inmersión sin filtros? Id al San Kil, congelado en 1993: humilde pero pulido –blanco, mantel de hilo–, sólo rompe la impresión de gallego austero una tele con karaoke de instrumentales (¡el Bimbó chill-out!). No es barato, pero la comida es abundante y buena, hecha a fuego lento. Un principal por cabeza es suficiente –llevan siempre 'banchan' de acompañamiento, tapitas de verduras–. El 'kalbi', costillas de ternera marinadas, ternura umami total, que la dueña corta a dados con tijeras, son muy recomendables.

Nos remitimos a las palabras de Ayhun del Koryo: “No os fieis de un bibimbap de cinco euros. La cocina coreana va de cocciones lentas y cuidado por el producto. Un kimchi tarda una semana en hacerse”. Esto se cumple con todo detalle en el Seoul, uno de los coreanos decanos en Barcelona, ​​y que ha mantenido desde 1996 una línea de alta calidad. Éste es el mejor lugar para comerse un buen 'bibimbap': pantagruélica receta de arroz, que nos llega dentro de un cuenco de mármol al rojo vivo. Tan bonito, que sabe mal destrozar la estética de un plano cenital de huevo, verduras, carne picada y salsa bulgogio. Para ellos el 'socarrat' también es una delicadeza.

El menú del Podonamu tiene primeros sencillos como las empanadas y la tortilla de verduras, clásicos en muchos restaurantes coreanos. Los segundos también son tradicionales y están cocinados con mucho rastro. Elegimos el 'cheyuk deopbab', cerdo meloso y bien picante con verduras salteadas y un arroz espeso perfecto para el acompañamiento. También el 'bibimbap', que en el menú lo sirven tibio en un  cuenco metálico, es una buena sorpresa. Para volver, seguro.

Sun estudió cocina en Corea, y occidentalizó el oficio en la escuela Hofmann. Cobab es un cruce: adapta la tradición coreana en formato tapa -con un menú de mediodía excelente, que enfatiza lo saludable- pero también mantienen la tradición generosa, con principales donde comen dos. Descubriréis en pequeños bocados deliciosos como el tocino asado con kimchi o la 'jeon', tortilla de soja verde. En el apartado de cocina de la abuela son especialistas en 'tteokbokki', una sopa / cocido de pasta de arroz y pastel de pescado, que flota entre aromáticas bocadillos del picantísimo 'gochujang', pasta de chile. Os la llevan a la mesa encima de un hornillo, que la mantiene bien calentita, y os la podéis preparar al punto deseado.

Los gustos de nuestra comida nos devuelven a casa y el Shingané abrió con el objetivo de ofrecer a los coreanos que viven en Barcelona el sabor de sus pueblos natales. Sin el elemento de la memoria, los barceloneses también notamos las formas de un hogar. Si vais al mediodía, probad su menú 'bibimbap', con bebida y postre. Aparte del arroz con verduras y huevo también encontraréis barbacoa (ternera, pato, tocino y cordero), y una delicia sólo apta para altas tolerancias al picante: la sopa de ternera. Roja como la sangre, caliente como el infierno y reconfortante como el abrazo de la abuela.

Si hay una plancha en la mesa, se debe utilizar. En el Sam Bu Ja tienen los platos más típicos de Corea: el 'bibimbap', el 'bulgogi', la sopa de kimchi. Todas las opciones son un acierto. Ahora, lo mejor de este lugar, aparte de la simpatía de la dueña, es la parrilla coreana. Eligid la carne que más os guste (la panceta es deliciosa), pónedla en la plancha hasta que crepite (hasta que haga 'kjjjj') y listo. Para acompañarla os llevarán hojas de lechuga bien crujiente, pasta de miso y un mix de verduras picantes. Para postre la casa invita a mandarinas.

Ante cierto esoterismo derivado de la barrera idiomática, es un placer entrar aquí, donde Jinho y su esposa, Kyoungae, hacen lo que sea para explicar su cocina al no coreano: hasta el punto de que disponen de una carta en la que cada plato, contado con cuidado, aparece con una foto de plano cenital. Si es la primera vez que aterrizáis aquí –genial ubicación, un pedazo de Corea incrustado en el corazón gitano de Hostafrancs– y ya conocéis el 'bibimbap', os recomendarán que probéis el 'hue dopbap', salmón crudo con arroz y verduras frescas con salsa picante. ¡Y los fines de semana podréis aprender a hacer su kimchi!

'Pocha' en coreano no tiene nada que ver con languidecer: Byul Nim Ro, la propietaria, explica que significa "comer y beber con los amigos para los puestos de la calle, después del trabajo". Salir de cañas,vaya. Y este local es un punto y aparte respecto del resto de coreanos, por estética y concepto; una barra estrecha nos lleva a un precioso restaurantito medio subterráneo, que reproduce la noche coreana –neones, hierro, aires de 'Blade Runner'- y una carta donde la tradición convive con la adaptación en tapa del recetario (¡que bueno el pollo frito a la coreana!). Descubrid la coctelería con soju, su sutil licor de arroz. Un ejemplo: una sencilla mezcla de cerveza y soju, donde la dulzura del licor saca lo amargo de la cerveza, pero no enmascara el sabor. Otros platos que vale la pena probar es su pulpo al estilo coreano –cocido, frío y tierno, con salsa picante y verduras– o un muslo de pollo a la brasa con salsa de mayonesa de wasabi. Y otros inventos que a pesar de escaparse de la ortodoxia, tienen un innegable sabor coreano, como el gratinado de pollo picante con pasta de arroz. Con terraza.

Abrieron en 2018, en un local sencillo, tranquilo y cómodo. Como el nombre indica, la especialidad de la casa es el 'bibimbap' y los hacen de ternera, de cerdo, vegetarianos y también de salmón. Neihua Cao, en los fogones, prepara estos cuencos de arroz con zanahoria, calabacín, shiitake y cebolla. Nos explica que el secreto es encontrar el equilibrio entre las verduras, nada saladas, para que una vez hecha la mezcla ningún sabor destaque por encima de los demás. El resultado, mezclado en la mesa por el marido de la cocinera, tiene un sabor único, a todo y a nada en concreto. Una maravilla, vamos.