Junto a la entrada de esta coctelería del Born, un líquido ambarino cae, gota a gota, en un proceso hipnótico de infusión fría. Es uno de los muchos procedimientos que utilizan dentro para realizar sus bebidas. El local es una especie de gato alquímico lleno de sorpresas. La salita interior, por ejemplo, tiene las paredes apretadas de botes iluminados con hierbas donde se hacen aceites esenciales que recuerdan a un antiguo herbolario. No nos sorprende que Stravinsky sea un habitual de los rankings de los mejores bares del mundo.
Tiene el look deteriorado de las asociaciones culturales alternativas. Si lo que buscáis son camareros con cuerpo de Adonis y Absolut con Red Bull a precio de petróleo, mejor que vayáis al Opium Mar. El Antic Teatre es un espacio viejo y reciclado, pero tiene una de las mejores terrazas interiores que he visto en mi vida. Un patio gigante con brotes anárquicos de vegetación para tomar algo a la fresca, coger el puntillo a base de quintos y hacer tiempo antes de las actividades culturales que organizan. Mourinho no podía tener más razón: teatro del bueno.
Escogida en el top 5 de los bares más cools del mundo, es la primera coctelería que utiliza impresión 3D y técnicas de ceramista para crear cada uno de sus cócteles de autor. Todo lo hacen de forma 100% artesanal: los licores, los macerados y abonos que realizan cada día con productos frescos e incluso la vajilla. Entrar en ella es toda una experiencia. Un espacio que se inspira en la novela Marina de Carlos Ruiz Zafón y recrea un ambiente de fantasía y misterio y donde, tras el bar, se abre un taller de cerámica en el que también hacen masterclass.
En l'Ànima del Vi sólo trabajan con vinos naturales, sin aditivos, vinos que han evitado injerencias químicas y manipulaciones humanas para llegar a la mesa casi incorruptos. Se nota.El blanco se evapora como agua en el desierto. Decidimos hacer cojín con un platillo de ensalada de pulpo y patata orgásmica. Todos los ingredientes son de primera; están preparados con un gusto exquisito. Nos dejamos llevar por la concupiscence y nos permitimos el lujo de pedir un paté de pato con pan tostado para ponernos en sintonía con el allure francés del local: delicado, sabroso, vicioso como él solo. La noche fluye. Música jazz reverberante en las copas. La luz es cálida en este bar/cave à vins, una cueva atemporal que supura magia en cada rincón, y consigue una armonía indescriptible entre bodega, comida y atmósfera.
Capacidad máxima para 20 personas. Una barra. Unos cuantos taburetes. Un puñado de mesitas. Y tira millas. En el Pony, no encontraréis mobiliario de Neukölln. Cero concesiones al diseño escandinavo. No, aquí no hacen cursillos de sushi, ni están obsesionados con la cerveza artesana. El Pony es un bar de toda la vida y punto. Y en estos tiempos en los que todo el mundo busca nuevas sensaciones, que te vendan un perro viejo con un collar nuevo, una bofetada de realidad como ésta se agradece. No me extraña que los modernos más a la contra la hayan convertido en la nueva iglesia nocturna de Sant Pere, Santa Caterina y la Ribera. El Pony es sencillo, pero rezuma personalidad en cubos.
Este es una coctelería especial. ¡Especial y especiada! Uno de los socios es el Antonio Naranjo -¡mejor 'bartender' de España 2019! -, conocido por sus maravillas casi alquímicas en Dr. Stravinsky. Y tan pronto entramos -es un acogedor pasillo de bronce y madera donde antes estaba el bar más mugriento del Born, y que evoca una tienda de especias- sabes que no es otra coctelería con humo y torrijas encima de un vaso 'highball'. Primero, porque te asalta la visión de seis tiradores en la pared, uno por cóctel. «La gente aún no lo ha visto esto, en Barcelona, pero son tragos de alta calidad, que mezclamos cada día y ponemos en su barril», me cuenta Ema Giacone, el 'bartender'.
Detrás del Museu Picasso hay una plaza. En la plaza hay un bar con una puerta antigua de madera pintada de verde donde pone "Bar Bodega Flassaders 1956". Al entrar encuentras, a mano izquierda, la barra, larga, y en medio del paso, la eterna máquina tragaperras, lacra de nuestro tiempo nunca suficientemente denunciada. Al fondo, una docena de mesitas y en el techo lámparas fluorescentes. A un lado expositores de tapas-bravas, latas, tortillas, boquerones-, una plancha para hacer los bocadillos y los platos combinados. En la otra, una pared de ladrillos vistos y los arcos tallados de unas pretéritas caballerizas. "Aquí se reunían los de la CNT en los años 30", me dice el camarero, uno de los tres trabajadores del local.
La reverencia por la religión del barril y el rayo y la presión vecinal llevaron a los gemelos Colombo, propietarios del restaurante Xemei, a combinar una tienda de vinos en la entrada con el mantenimiento de una barra de vinos a granel y botas. Con unas 300 referencias de vinos, todos ecológicos o biodinámicos de todo el mundo, sin ningún tipo de química o aditivo, ya precios ni caros ni baratos, en una franja muy interesante. Una taberna de estilo antiguo que vende vermut, a chorro. De la pequeña cocina del bar salen platos de poca temperatura: ahumados, macerados, curados y marinados. Maridajes brutales. Para comer, es necesario reservar.
La legendaria coctelería Gimlet se remodeló pero ha mantenido la barra, que es preciosa, y la decoración se inspira en el personaje que le da nombre: el detective Philip Marlowe. La carta viaja en el tiempo y los cócteles son de otra galaxia. Preparan el gimlet que bebía el personaje de Raymond Chandler, pero nos decantamos por los cócteles de autor: antológicos, delicados, equilibrados e imaginativos.
Punch Room es la sofisticada coctelería del hotel The Barcelona EDITION. Se accede por una espectacular escalera de caracol, luz cálida y aterciopelada, sofás señoriales, butacas confortables, billar y ambiente de speakeasy. De la elegante barra con tonos ambarinos brota el maná de la casa: el ponche, bebida británica de origen colonial indio. Y te puedes beber en formato cóctel o pedir recipientes para dos o más personas. También hacen tragos clásicos y, si hay hambre, ofrecen platillos. A nadie sorprende ya que el Punch Room sea un habitual de los rankings de los mejores bares del mundo. Coctelería de guardia: abre todos los días.
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