Este es una coctelería especial. ¡Especial y especiada! Uno de los socios es el Antonio Naranjo -¡mejor 'bartender' de España 2019! -, conocido por sus maravillas casi alquímicas en Dr. Stravinsky. Y tan pronto entramos -es un acogedor pasillo de bronce y madera donde antes estaba el bar más mugriento del Born, y que evoca una tienda de especias- sabes que no es otra coctelería con humo y torrijas encima de un vaso 'highball'. Primero, porque te asalta la visión de seis tiradores en la pared, uno por cóctel. «La gente aún no lo ha visto esto, en Barcelona, pero son tragos de alta calidad, que mezclamos cada día y ponemos en su barril», me cuenta Ema Giacone, el 'bartender'.
Te tiran el còctel en barril, y lo decoran (nado en placer dulce pero no empalagoso de un Jamón de Mono, whisky con jarabe de mantequilla de cacahuete y haba tonka, licor de plátano y zumo de limón). Segundo, porque todos los licores de los tragos que no son de barril llevan una especie (u otras cosas) incorporada artesanalmente, mediante, por ejemplo, procesos de infusión, maceración o 'fat-wash', una técnica que extrae el sabor de un alimento graso. Y así pueden hacer... ¡Bourbon con croissant!
¡O macerar tequila con cera de abeja! Que es un ingrediente del cóctel 666, que además lleva chiles y Coca-Cola con toques especiados, de la que Naranjo es co-responsable. «Son tragos delicados y no invasivos, podemos jugar con muchas cosas, y el reto ahora es explicarselo al cliente», dice Giacone. La mejor manera, claro, es la práctica: tomarse un curryquiri (mezcla de ron con críticos, lima y tres curris diferentes) y apreciar la sutileza de las especies en un trago bajo en alcohol que el bebedor moderado y curioso hace bajar como si fuera liviana ambrosía. «Aquí la estrella es el sabor, podemos tener presentaciones más o menos coloristas, pero no usamos ningún gadget porque sí», argumenta Giacone. Los precios, sin ser de derribo, tiran a lo socialdemócrata: a diez euros todos los tragos.