Frankfurt
© Iván Moreno
© Iván Moreno

Los mejores frankfurts de Barcelona

Os explicamos donde se encuentran y porqué debéis visitar estos establecimientos de perritos calientes de Barcelona. ¡Se os hará la boca agua!

Ricard Martín
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En cualquier bar de la ciudad podréis encontrar un buen plato de patatas bravas, y no son pocos los establecimientos que nos permiten comer rápido y bien. Pero los frankfurts son como aquellos colegas de toda la vida que nunca fallan cuando los necesitas. Estos nueve establecimientos hace muchos años que están a pie de plancha para ofrecernos, simplemente, buenos bocadillos de salchichas. ¿Simplemente? ¡No es poco!

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Frankfurt Pedralbes
Frankfurt Pedralbes
Alfa y omega de la salchicha en Barcelona, ​​no se están de ostias. Tras la barra, un señor de acento germánico y chaqueta blanca de maestro salchichero fríe salchichas tan gruesas como el muslo de un niño de dos años. Muerdo un bratwurst con avidez (que te colocan encima de la barra sin plato, sobre dos pañuelitos translúcidos). Saboreo con deleite la grasa y el limón, la tripa tiene muescas de dos centímetros. Y pienso en las generaciones de estudiantes de la Politécnica que se han alimentado de ellas desde 1973. Caray, si de aquí salen ingenieros, tan malo para la salud no puede ser.
Puerta con puerta con el Pedralbes -no tienen nada que ver-, Leo Boeck -con fábrica propia- ofrece exactamente lo mismo, pero con aspecto de fast-food. Y tiene su gracia, pero falta el carisma brutal del venerable vecino. Análisis epidérmica: aquí las salchichas no son tan gruesas como en Pedralbes, pero sí más largas. Eso sí, el pikantwurst que me meto, especialidad de la casa, es bien bueno y me deja cantando aquello de los Stooges "Y've been dirt, and I do not care". El inodoro, me sorprende una cafetera exprés colgada en la pared. ¡No! Es un dispensador de flúor para lavarse la boca. Y está vacío. Mala suerte.
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  • Hamburguesas
  • Eixample
El Pibe
El Pibe

Daniel, Oliver y Manuel Berja –todos familia– están al frente El Pibe –que se llama así porque el primero abrió en República Argentina–, un templo del frankfurt cuyo lema es "lo hacemos especial desde 1974". A pesar de su popularidad, sólo tienen cinco locales, y su obsesión es controlar todos los aspectos del negocio: incluso tienen su máquina de ensobrar tomate y mostaza con su toque especial. Con un pie en el bar de barrio y otro en la producción industrial, su clave es la calidad, la higiene y la rapidez: te sientas y en diez minutos tienes el pedido.

En la Sagrada Familia, barrio en perpetua mutación turisticoeclesial, el Frankfurt Estanc -antes era un estanco- permanece inmutable desde el 1977. "Sólo han cambiado la cocina y la refrigeración, el resto sigue exactamente igual", explica Enric Bellsolà, ex-jefe de geganters del barrio que heredó el establecimiento de los padres. Encontraréis un estándar de calidad alto -salchichas Max Zander, proveedor de Casa Vallès- y hamburguesas de carnicería. Y mucha variedad: el clásico frankfurt de barrio, donde igual te clavas un bratwurst con cebolla y queso que un bacalao con pisto.
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En mayo de 2016, Núria Moreno pasó de un lado a otro del mostrador de su bar favorito, el Clot. Era clienta y cuando los anteriores dueños, los hermanos Romero, le explicaron que marchaban tras 45 años a la plancha ella decidió continuar el negocio. "Lo dejamos todo igual, hacemos exactamente lo mismo, porque todo era de calidad ", explica Núria, que ha mantenido en la carta el biquitoni, un bikini enrollado de tortilla a la francesa creación de los anteriores propietarios. Aparte de la lista canónica de salchichas, tienen una generosa carta de hamburguesas y bocadillos, peña futbolística y, atención, ¡terracita con cinco mesas!

No todo es rusticismo y austeridad en el mundo del frankfurt barcelonés. También hay propuestas como el Chelsea, un local decorado al estilo del dinero americano que surte de fast-food a ambos lados del Paralelo desde 1977. Empezaron con hamburguesas -aseguran que fueron los primeros en preparar en Barcelona- y bocadillos de salchichas, pero ahora ofrecen una carta variada que incluye kebabs. A diferencia de la mayoría de locales especialistas, aquí el pan no es estilo Viena, sino que utilizan un panecillo crujiente. La oferta de salchichas no es profusa, pero se pueden acompañar de unas patatas caseras que no se encuentran en todas partes.

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Frankfurt La Carpa
Frankfurt La Carpa

En Barcelona hay muchos frankfurts pero bien mirado tampoco hay tantos que se dediquen en cuerpo y alma. El Frankfurt La Carpa lo es: una esquina marmórea, con plancha y una barra en forma de U que Álex Fontán cogió con su hermano en 1996 -ya era un Frankfurt desde hacía lustros- y que se ha mantenido como pièce de Resistance curriqui en la zona alta. Tiene un repertorio de doce salchichas y una macropizarra con todas las combinaciones que podéis hacer con salchichas, huevos, tocino, patatas, cebolla y queso. No, no encontraréis nada vegano, pero la calidad de las salchichas es más que buena y la cerveza está muy bien tirada.

  • Barcelona
Frankfurt Sant Jaume
Frankfurt Sant Jaume

Este minúsculo establecimiento es una de las piedras angulares de la plaza Sant Jaume, y puestos a exagerar, de la ciudad. Desde 1955, generaciones de barceloneses han pasado por aquí para calmar el apetito cuando estaban por el centro. Hace 44 años el matrimonio formado por Juan e Isabel cogieron el relevo y desde entonces han compartido penas y alegrías, y también los siete metros cuadrados que forman este local con una lista de bocadillos más larga que la barra: hasta 27 propuestas en las que el frankfurt (2,70 euros) sigue siendo el rey. Abren de lunes a domingo: "Antes trabajábamos 16 horas, ahora lo hacemos 12", dice Joan. ¡Salchichería de guardia!

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Frankfurt Creu Coberta
Frankfurt Creu Coberta

Un local amplio, abierto en la calle de la Creu Coberta, que invita a entrar. Suelos de terrazo, fluorescentes amarillentos y, como muchos de estos locales, mostradores y taburetes que sustituyen las encorsetadas mesas y sillas. Aquí se va a piñón fijo. Un miércoles por la noche, el local está lleno de parroquianos que piden alguna de las 24 especialidades de la carta -bockwurst, krakoski, húngara, Grobe, criollo ...-. Tras la barra, tres tenores con impoluta camisa blanca reparten con una plancha que no escatima ni cariño ni aceite.

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