Lo mejor de La Rambla que no te puedes perder

Hundida en la plaza neoclásica de Sant Josep, La Boqueria no puede presumir de una majestuosa arquitectura como el mercado del Born, ni de la grandiosidad del de Sant Antoni. Sin embargo, es el mercado más vistoso y concurrido de la ciudad, donde coinciden vecinos de toda la vida y recién llegados, los que compran un bocadillo, delicatessen, los vendedores de producto local y los que comercian con alimentos exóticos. La Boqueria es el centro de gravedad de Barcelona.

Mercat de Sant Josep. La Boqueria.

Hace siglos que las floristas le ponen color y olor a La Rambla. Glosadas por Josep Maria de Sagarra, cantadas por Miquel Porter i Moix y Serrat, inspiración de pintores como Ramon Casas, las floristas son el patrimonio humano más valioso del paseo. Como proclama Antonia, la protagonista de Las floristas de la Rambla de Sagarra, “uno se da cuenta / que este rojo carnoso, tenso y húmedo, / es el color que dura más tiempo / encima del labio fresco de Barcelona, ​​/ que no se cansa de reír, día y noche “.

Puestos de La Rambla de les Flors.

Fuera prejuicios, ya. Una entrada para una función en el Liceu puede resultar mucho más barata que la de un concierto de la banda pseudoalternativa de moda. Así que no hay excusa para no ir, aunque sea una vez en la vida, al gran templo barcelonés de la lírica.

El Liceu.

Barcelona ha maltratado hasta la aniquilación sus cafés históricos. Nos congratulamos, pues, que en La Rambla perviva el casi centenario Cafè de l’Òpera, donde los elegantes espejos grabados con figuras femeninas reflejan la sana promiscuidad con que se mezclan en sus mesas transeúntes, habituales del Liceu, vecinos, noctámbulos, bohemios y turistas.

Cafè de l'Òpera

En la Antiga Casa Figueras, quizás la tienda modernista más bonita de la ciudad, se fabricó pasta durante décadas. En los años 80, la familia Escribà restauró el establecimiento y abrió una sucursal de su pastelería. Ahora venden filigranas pasteleras tan bonitas y elaboradas como los mosaicos que decoran las fachadas. Un desayuno en la pequeña terraza de la calle de la Petxina es una forma inmejorable de empezar el día.

Pastelería Escribà.

Decir que el restaurante del Centro Gallego de Barcelona es singular es quedarse corto. Se accede a la antigua residencia del conde Güell -la sala interior tiene un pasillo proyectado por Gaudí que conecta con el Palau Güell! - por una majestuosa escalera de mármol, agazapada en un amplio vestíbulo a pie de Rambla. "Esto es el 'speakeasy' definitivo, no lo podemos anunciar más porque el edificio es patrimonio. Es el centro gallego más antiguo de Europa, de 1892 ", explica Rubén Bermúdez. Este gallego -que opuesto al tópico siempre habla eclaro- es uno de los socios del Louro, el restaurante que desde el 2018 ocupa la concesión que dejaron Jacinto López e hijo: "Estamos en la Rambla. La gente que quiere comer bien no en la Rambla, la evita ", ríe. Bermúdez y compañía saben lo que hacen: en 2010 abrieron el Arume y el Cera 23 el Raval profundo, y son abanderados de la nueva cocina atlántica en Barcelona. "No son platos que te encontrarás en el típico gallego, pero sí son platos que te hablan de Galicia", resume.

Restaurante Louro

Donde estuvo el Baviera, en 2022 abrió Canaletes, “una masía urbana de carne a la brasa”, como dicen, que funciona como restaurante del hotel Yurbban. Al frente está el cocinero Germán Lérida, un experto en carne que también ha trabajado con Xavier Pellicer. Lérida saca del fuego platos de carne sensacionales: como un contramuslo deshuesado de pollo, hecho a baja temperatura y remate en brasa, o un costillar de cerdo con salsa barbacoa catalana, con ratafía. Han jubilado la freidora: la patata brava es un patatot al rescoldo y salsa brava, y los vegetarianos tienen opciones muy atractivas, como el repollo a la brasa con mayonesa y crema agria.

Restaurante Canaletes

Es un espacio donde las disciplinas de creación artística se encuentran con la ciencia, el pensamiento y la comunicación. La programación tiene lugar en varios espacios de este edificio de la Rambla: el quiosco (espacio fronterizo entre contenidos y red), el balcón de la Rambla (espacio polivalente de acciones y debates), el archivo (sala de exposiciones de la memoria), el claustro (gran espacio de exposiciones de tesis, colectivas...) la anilla (sala de recorridos expositivos) y el laboratorio (sala de exposición y de creación de proyectos que relacionan el arte, la ciencia y la técnica).

Centre d'Arts Santa Mònica

El restaurante Nuria, la primera cosa que muchos catalanes veían cuando visitaban por primera vez Barcelona, lleva casi un siglo abierto en la esquina de La Rambla con Pelayo. Ahora los propietarios, nietos de los fundadores, lo han renovado por dentro y por fuera para que vuelva a ser punto de encuentro de aborígenes catalanes. El proyecto busca parecerse a cómo era el lugar hace 90 años, con una buena carta de tapas -para comer algo y tomar una buena copa de vino por cinco euros- y también prestan especial atención al buen bocadillo (mención al de calamares a la romana con alioli). Vale la pena contemplar las ilustraciones que genios del dibujo como Nazario han dedicado a la historia del local.

Bar Núria

Ubicado en plena Rambla de Barcelona, el restaurante del Hotel Le Meridien es una apuesta segura, tanto por su alta calidad –gastronomía trabajadísima y directa– como por su precio. Y que decir de ese fabuloso comedor acristalado, desde el que se domina todo el ajetreo del paseo en una burbuja de paz. 

Restaurante CentOnze

Es considerado uno de los mejores exponentes del barroco aplicado a la arquitectura civil de Cataluña. Las dependencias y el patio sirven de marco a importantes exposiciones temporales y es la sede del área de cultura del Ayuntamiento. En su interior también se pueden ver de forma permanente los Gigantes y el águila de Barcelona y acoge el Virreina Centre de la Imatge.
A finales del siglo XVIII, Manuel Amat i Junyent, marqués de Castellbell que había sido virrey de Perú, volvió con una gran fortuna. Para hacer ostentación se hizo construir este palacio que mezcla decoración barroca y rococó. Se construyó entre el 1772 y el 1778 y, después de su muerte prematura, lo ocupó su viuda, motivo por el cual es conocido como palacio de la Virreina.

Virreina. Centre de la Imatge.

¿Recordáis los helados de máquina? Los 'soft ice-cream', que los llaman. Despreciados como helados de mala calidad, pero que avivan un recuerdo inseparable de los veranos infantiles. Los hermanos Roca han fundado Rocambolesc –helados inspirados en los postres del Celler de Can Roca–, en la que expenden un helado de máquina de calidad excelente.

El helado no se hace y se archiva en los 'pozetti', sino que cada vez que se pulsa la palanca de una máquina propia –esta gente desarrolló el Roner– el helado se fabrica al instante a partir de una base artesana y con formas divertidas, como el dedo de Colón. El resultado es un sorbete cremoso y un helado lleno de matices y menos frío, sin el choque gélido en tu dentadura. Tienen seis gustos con guarniciones: a mí me ha flipado el de manzana al horno con manzana caramelizada. Y los panecillos calientes, sellados y rellenos de helado, son para morirse de gusto.

Rocambolesc

Partituras para flauta, arpa, órgano, de música clásica o moderna ... En la Casa Beethoven si no la tienen, te la encuentran. Escondida al lado del Palau de la Virreina, esta tienda abierta en 1880 es uno de los tesoros musicales de la ciudad. Unos números más arriba, en el 129, Musical Emporium lleva más de un siglo vendiendo instrumentos.

Casa Beethoven. La Rambla, 97.

Los bajos del edificio que Josep Domènech i Estapà diseñó como sede de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona han funcionado de forma alterna como cine y como teatro, pero desde los años 70 se dedican a las artes escénicas . El Poliorama es uno de los coliseos más populares de la ciudad.

Teatre Poliorama.