10 puntos para practicar yoga al aire libre en Barcelona

Es la niña de nuestros ojos. Es uno de los rincones más especiales de la ciudad. No hay discusión. Es posible que hayáis visitado su anfiteatro con la excusa de un concierto o una obra de teatro. ¡No es necesario! Podéis ir cualquier otro día. Allí mismo, en el escenario del anfiteatro, podréis practicar la postura del guerrero o la cobra. Si sois tímidos y os da vergüenza colocaros ahí solos, Yogaamor organiza domingos de Rocket yoga con música en vivo. Eso sí, durante el festival Grec tendréis que llevar vuestras ganas de hacer yoga hasta otro punto del parque.

Para los que sumáis kilómetros corriendo, no tiene pérdida. La plaza Mireia marca el inicio de la carretera de las aguas en Esplugues. Allí encontraréis el Espai Mireia, un restaurante que es punto de encuentro de ciclistas y runners. Fijaos en el balcón de tierra y césped que tenéis justo en frente: una explanada con mesas de picnic pero con espacio de sobra para observar Barcelona mientras ponéis en equilibrio cuerpo y mente.

Y no nos vamos del paseo más famoso de Barcelona pero ahora nos metemos de lleno en él. A unos 3 kilómetros de la plaza Mireia -o a 6 si comenzáis desde el otro lado- y en uno de los miradores por excelencia de la zona. Más de uno sube solo para sentarse en su banco de piedra interminable. Parece que haya sido diseñado expresamente: se ve toda la ciudad y el banco separa dos zonas: quedaos con la de delante para hacer yoga y la de atrás dejadla para los corredores.

Situaos: ¡es la del Vela! El frente marítimo barcelonés es muy largo pero la parte que más nos gusta para hacer la postura de la pinza o las invertidas es esta. ¿Por qué? ¡Es un 3 en 1! En poco espacio encontraréis una zona de césped, otra de asfalto y la arena de la playa. ¡Escoged terreno! Si trabajáis sobre la arena le añadiréis un punto de dureza al entrenamiento. ¿Un consejo? Id a las seis de la mañana, mirad cómo sale el sol, y haced una buena sesión de yoga terminando con un buen baño en el agua. ¡Está buenísima!

¿Buscáis paz y tranquilidad? Aquí la encontraréis a montones. Los jardines de la Tamarita (Sant Gervasi) parecen sacados de una película sobre la burguesía catalana o del último libro de Carlos Ruiz Zafón. Pequeños estanques con surtidores, figuras de terracota, fuentes de mármol, macetas ornamentales... son una pequeña joya donde podréis hacer yoga rodeados de naturaleza sin que nadie os estorbe. Escoged un trocito con césped y empezad a respirar mientras pasáis de una postura a otra.

Brazos de hormigón que son como olas, montículos cubiertos de hierba y, de fondo, una mezcla de bloques inmensos, modernos, acristalados y grandes chimeneas que recuerdan el pasado fabril del barrio. Sí, estamos en el Parque de Diagonal Mar. Id hacia la parte más diáfana, la del campo de fútbol. Allí podréis plantar la esterilla sobre tierra firme y pasaros una hora o más haciendo yoga.

¡Los yoguis somos muy afortunados! En el Parque del Fórum no hay mucha gente y, sin que sirva de precedente, lo celebramos. Hay metros y metros para ocupar y echamos de menos el calor humano. Vamos, que haréis bien si convocáis a todo vuestro grupo de amigos y ponéis la directa para llegar hasta este extremo de la Diagonal. También podéis llevaros un radiocasete y hacer sonar algunos ritmos: entre Mercès y Primaveras, el Fórum ya tiene los oídos más que acostumbrados a la música.

Una zona de césped interminable. ¡Nosotros no le vemos el final! El Parque Fluvial del Besós también es lugar de peregrinación para cualquier barcelonés con ADN deportivo. Se juega al fútbol, ​​a ecuavolei, ruedan ciclistas, corren runners... y también pueden ir yoguis. Coged sitio en el césped -¡está algo cotizado!- y empezad: manos y rodillas en el suelo, espalda hacia arriba y hacia abajo, torsiones a izquierda y derecha. Si nunca lo habéis visto de cerca, podréis descubrir el río Besós y siguiendo su margen llegaréis hasta el frente marítimo.

Es poner un pie aquí y trasladarnos a una de las historias de Los Siete Secretos de Enid Blyton. El parque de la Oreneta invita a vivir aventuras: en 1910 se construyó un castillo que fue destruido durante la Guerra Civil española pero aún queda una torre, una escalera y algunos trozos de pared. Hay muchos niños -¡normal! - pero entre tanta vegetación y zonas de descanso, encontraréis seguro algún rincón recogido y con sombra para hacer asanas con tranquilidad.

Ya lo avanza el nombre. Aquí hay vistas de escándalo. Os proponemos un plan perfecto: primero dar un par de vueltas corriendo en el Castillo de Montjuïc y, después, bajar hasta aquí para hacer yoga. Escucharéis como brota el agua de las fuentes, daréis indicaciones a más de un turista despistado y haréis posturas invertidas. Comenzad con halasana, llevando las piernas hacia atrás, seguid con sarvangasana subiéndolas hacia arriba y terminad con sirshasana, la postura sobre la cabeza.