Quizá los franceses son la segunda colonia más numerosa en Barcelona, pero esto no se refleja en la aparición de restaurantes franceses de uso diario (léase bistró). Nuevísima excepción a la regla: Le Bistrot d'Amélie. Y aviso: lo único que tira para atrás aquí es su nombre. El resto es una bocanada de aire fresco del norte.
El padre del invento es el joven (31 años) Marc Antoine Lemaistre -pronunciad ¡le maître!-, un joven que lleva el oficio en el apellido y la pasión por la cocina popular en la médula. La educación de Lemaistre pasó entre Inglaterra, España y Francia. Su socio, el cocinero Jaume Morera -franco-catalán hijo de republicanos exiliados, harto de cruzar la frontera y de los gelificantes del Michelin donde trabajaba- comparte el mismo objetivo: "Aplicar la bistronomía francesa, el rigor del restaurante gastronómico a los productos sencillos y asequibles", explica.
Lemaistre refunfuña contra el restaurante franco-barcelonés genérico: "O son demasiado caros o son brasseries con carta larguísima y plato del día. No hay bistrós". Ellos proponen una carta corta, corta, y buena, buena: "Ningún plato pasa de los quince euros. El lujo es trabajar el buen producto fresco y ecológico, en la medida de lo posible". Cuatro primeros y cuatro segundos, con intenciones de arqueología popular (crema de tupinambo o tuétano) y segundos de nobleza popular como el magret de pato con salsa de jengibre o el pollo de corral a la crema. Y un menú de mediodía donde caen delicias como un excelente petit salé -estofado de lentejas con todos los colores del cerdo, salchicha, tocino y costilla- y el flan de pan perdido, hecho con pan seco mojado en leche, canela y azúcar, tostadito.
Son viscerales: los jueves, el plato del día son menudillos cargados de vitamina A. Y catadores de la gastronomía extrema, cuidado: cuando localicen un buen proveedor avícola, servirán ensalada de 'gésiers' (corazón e hígado de gallinas). Todo son ventajas: desde un vino de la casa cojonudo, de La Loire, a 18 euros la botella, hasta una preciosa barra de quesos, con entrada propia, donde el marchante Giles Camacho -todo es muy franco-ibérico- promete emociones fuertes en breve. El maître cita a Robuchon; "Los cubiertos de plata me dejan mal sabor de boca". Pues eso.
Riñones al vinoSirven el rey de la cocina de los menudillos cada jueves, hechos con Cabernet Sauvignon, cebolla glaseada con vinagre y una acompañamiento de pastel de patata Dauphinois. No da asco, chicos. Au contraire.
Mollejas
Aquí tratan la glándula protuberante de la ternera con exquisitez: primero le extraen la piel con cuidado, y la pasan por la sartén hasta que carameliza: queda crujiente por fuera, y melosa por dentro.
Más opciones
Claro que si pasáis de las vísceras, en su menú diario o en la carta siempre encontraréis delicias como el confit de pato con manzana al horno. Todos los segundos se acompañan de verduras y pastel de patata.