Cachopo, fabada, sidra y filloas: los mejores restaurantes asturianos en Madrid

Un referente de la cocina asturiana en Madrid. Casa Hortensia nació hace casi 30 años, ganándose desde entonces una clientela fija y aficionada a su cocina de calidad. Ganador del premio a la mejor fabada de la capital, este restaurante está especializado en la cocina tradicional con sabrosos platos caseros inspirados en el Principado, desde la tortilla asturiana hasta el arroz con leche. Todo gracias al buen saber hacer de la chef Adela Besteiro, que convierte la materia prima de gran calidad en exquisitos platos.

Muchos lo conocen por su premiado cachopo, que se alzó ganador en 2016 y, desde entonces, ha quedado finalista en otras cuatro ocasiones. Pero más allá de ser uno de los habituales en las quinielas en el certamen organizado por la Guía del Cachopo, hay otras muchas razones por las que merece la pena acercarse a conocer el restaurante creado en 1959 por varios hermanos provenientes de una familia de Santa Eulalia de Cueras (a unos tres kilómetros de Cangas del Narcea). Y esto ya nos da una pista acerca de lo que nos vamos a encontrar en la carta del local que fundaron los hermanos Manolo y Pepe Ordás (otros miembros de la familia se encargaron de otras aperturas en Madrid). Lo que no muchos no saben es que hubo varios Hermanos Ordás en activo en calles tan importantes como Mayor o Jorge Juan. Pero vayamos a lo mollar del asunto. En la linde que separa los barrios de Salamanca y Guindalera hoy uno puede seguir disfrutando a lo grande de recetas asturianas como la fritura de pixín, la fabada, los escalopines en salsa de cabrales o la merluza a la sidra. En la actualidad lo regentan Pedro Rodríguez, uno de esos empleados que termina siendo como de la familia, y su esposa Marcia Silva. Y tanto ellos como su equipo te lo van a poner muy fácil para salir de allí más que satisfecho. 

A estas alturas es medio Madrid el que ha pasado por La Bobia (San Millán, 3), un asturiano tan famoso por su fabada como por ser uno de los locales más emblemáticos en tiempos de La Movida madrileña. A la vuelta de la Plaza de Cascorro, principio o final de muchos en sus paseos por el Rastro, se encuentra esa histórica taberna de puchero, cocina tradicional y precios para todos los bolsillos que ahora abre una segunda sucursal en un barrio no menos legendario y con una vida desbordante ahora mismo. 

Si hay una sidrería que no te puedes perder, sobre todo si te gusta perderte por las calles de la zona de Ibiza, esa es la que fundaron Roberto y Juan Carlos Rubio en 1998. Como ya habrás adivinado, el restaurante Carlos Tartiere toma su nombre del que fuera presidente del Real Oviedo entre 1926 y 1950. Así que no es muy complicado imaginarse de dónde vienen estos maestros del escanciado. El plan aquí es juntarse con los amigos o la familia para compartir todo tipo de tapas y raciones: desde un bollo preñado al imperdible lacón cocido de Avilés, sin hacer de menos al pastel de cabracho, al chorizo a la sidra o al pulpo con patatinas. Todos los bocados que proponen son perfectos para picotear o darse un homenaje, sobre todo si los acompañas de una buena sidrina. Y si lo tuyo es el pescado del Cantábrico (rodaballos, merluzas o rapes), no puedes pasar por alto que los que sirven aquí les llegan diariamente de las lonjas de Burela, Cudillero y Avilés. Otro dato interesante es que disponen de menús para grupos (que oscilan entre los 50 y los 60 euros) que son perfectos para quienes no quieren pensar mucho o, sencillamente, prefieren evitar el tener que ponerse de acuerdo con los platos a elegir. ¡Con cualquiera de ellos vas a acertar de pleno!

El espectacular cachopo de metro tiene ahora una nueva versión. El emblemático plato asturiano que sirve el restaurante Urumea se ha convertido en un 3 en 1. Ahora la pantagruélica creación llega a la mesa, por el empeño de los clientes más fieles, con tres rellenos distintos. Además del tradicional de jamón ibérico y mezcla de tres quesos asturianos, sus centímetros cuenta con una parte de cecina, queso de cabra y cebolla caramelizada y otra de morcilla de Burgos con pimientos del piquillo asados y jamón ibérico.

Esta restaurantito está en boca de todos los mejores paladares de la ciudad. La muy querida Julia Bombín es la artífice de esas portentosas verdinas, de ese bonito con tomate, de las carrilleras al vino tinto, del flan de queso... La esplendorosa oferta se extiende también a su bodega, ilustre como pocas en la capital, más aún si apreciamos la humildad que viste este espacio. Aplauso merecido para sus hijos, siempre atentos a novedades tanto en cocina como en caldos. Quien viene, repite. Pocas satisfacciones tan felices como la de encontrar una buena mesa de corte casero.

Abrió sus puertas en la calle Andrés Mellado allá por 1997, pero sus propietarios decidieron mudarse a la vecina Vallehermoso hace unos años para seguir haciendo muy felices a aquellos que saben valorar los platos caseros de calidad. Esos que siempre se les ha atribuido a las abuelas y a las madres pero que también cuentan con expertos guisanderos como los que ofician en este restaurante de Chamberí (de Arapiles para ser más exactos). Lo suyo es la cocina tradicional elaborada con mucho cariño y esmero, algo que queda perfectamente reflejado tanto en su menú del día como en la mayoría de platos de la carta: cachopo, fabada, pote asturiano, verdinas con pulpo, entrecot al cabrales… Todos ellos los sigue facturando la tercera generación con el mismo acierto que las dos anteriores y eso es ya de agradecer hasta el infinito y más allá. Por cierto, si no vas a La Montaña, sentimos decirte que La Montaña no va a ir a ti (no nos consta que tengan servicio de delivery). Así que no seas vago y acércate después de tomar una caña en el Mercado de Vallehermoso, que te pilla al lado. Nos lo vas a agradecer.

Un restaurante perfecto para los amantes de la cocina asturiana y las carnes a la brasa. Sus dos plantas están decoradas en madera vista y cuenta con una barra perfecta para el tapeo. También cuenta con un salón privado para la celebración de cualquier evento. Empanada de bonito fresco, tortilla melosa de bacalao, caldero de arroz marinero, chuletillas de lechal fritas, leche frita a la naranja o tarta de queso son solo algunas de las exquisiteces que podrás degustar aquí.

No muchos saben que a escasos dos minutos de la Plaza de Felipe II se esconde un mesón con más de medio siglo de historia que es un canto a la gastronomía asturiana más tradicional. De su cocina salen a diario cachopos, fabadas, patatas al cabrales y otras muchas recetas que todos tenemos identificadas como 100% asturianas, pero también otras que no son tan habituales en este tipo de establecimientos. Nos referimos, por ejemplo, a los mejillones a la sidra, los medallones de pixín con gambas al ajillo o un plato de callos, pata y morro que se agradece especialmente cuando el frío aprieta. Y algo estarán haciendo bien en Mesón Paxairiños cuando puede presumir de llevar en pie desde 1969 en un barrio donde las aperturas y los cierres están a la orden del día. Así que ya sabes dónde ir a recargar las pilas antes de un concierto en el Movistar Arena (aunque para entonces seguramente haya vuelto a cambiar de nombre). Lo que seguro no habrá cambiado es lo que ha hecho tan popular la gastronomía asturiana, que no es otra cosa que la combinación de raciones generosas con sabores potentes y reconocibles. ¡Ambas cosas te esperan al comienzo de la calle Lope de Rueda!

Si quieres tomarte una buena sidra, probar un queso de cabrales de verdad, y saborear esos platos asturianos de siempre pero de otra manera, Couzapín es el lugar. Con una cocina asturiana-chic-modernizada, sus platos estrella son sus pescados (no te vayas sin probar su bonito asado con sofrito tradicional y crema suave de quesos asturianos), sus arroces (su rissotto de quesos asturianos con gambas y trigueros no tiene parangón), y, cómo no, sus postres caseros (los golosos no olvidarán su arroz con leche “requemado"). Si sólo quieres tapear, las croquetas crujientes de cabrales con compota de manzana son obligatorias. Que aproveche.

Ubicado en el barrio madrileño de Tetuán se encuentra ubicada esta auténtica sidrería asturiana. Antes de entrar, el Principado ya está presente en la figura del aparcacoches que, vestido de gaitero, da la bienvenida al cliente. Teitu ofrece una cocina típicamente asturiana así como una decoración que rememora al más auténtico Cudillero, con trampantojos en las paredes, elementos decorativos como fuelles, madreñas y barriles de sidra. Croquetas paisanas con ibérico, chocos en su tinta, fabada asturiana auténtica o entrecote en salsa de cabrales son algunos de sus mejores platos.

Una sidrería asturiana de las que no abundan en Madrid. En La Tonada son capaces de traerte a la mesa esos sabores ancestrales que a todos nos transportan a las montañas y los mares de la tierrina. Es lo que llevan haciendo desde hace poco más de un año en pleno distrito financiero de la capital dentro de un local al que te recomendamos peregrinar recurrentemente si eres de los que saben reconocer el mejor producto. Sobre todo porque, a diferencia de la mayoría de restaurantes de cocina asturiana en Madrid, en La Tonada hay espacio para la modernidad y lo gastronómico. Tanto sus carnes como sus legumbres, pescados y mariscos son capaces de que trasladarnos a verdes valles y playas de ensueño. Su fabada, por cierto, resultó finalista en la última edición del certamen La Mejor Fabada del Mundo, así que no te puedes ir de allí sin dar buena cuenta de ella. Del resto se encarga un servicio atento y profesional que se preocupa de que estés pensando en volver antes de enfilar la salida. ¡Una cosa más! También merece mucho la pena dejarse caer por su terraza cuando las temperaturas acompañan, ya sea para pasar un buen rato con amigos o para hacer negocios. 

Una taberna de toda la vida reinventada en una moderna coctelería y restaurante. Ubicado junto a la Plaza de España, podéis empezar vuestra visita por un cóctel o unas cañas en su bonita barra, donde también cuentan con una carta de picoteo muy atractiva. Si lo preferís podéis pasar a su acogedor comedor, donde probar su cocina tradicional con un toque creativo y un claro guiño a la gastronomía asturiana. Así, podréis degustar desde una lasaña de marisco hasta un arroz con meloso con bogavante asado, lomo de merluza de anzuelo y por supuesto un jugoso cachopo de solomillo y arroz con leche de postre.

¿Mono de asturiano? Entonces tienes que dirigirte al restaurante El Oso, toda una institución en la materia, ubicado en la carretera de Burgos y muy cercano a la Moraleja. Este clásico entre los clásicos madrileños, supone una apuesta segura a la hora de ponerse las botas con cocina de mercado asturiana. En El Oso todo cobra sentido. Si tienes una comida o celebración familiar o si simplemente quieres descubrir las tradiciones culinarias que se han consolidado durante más de veinte años en la capital. 

Si lo vuestro no son los gastrobares o la cocina fusión y os va más la cocina tradicional, de platos llenos a rebosar y tapeo de toda la vida, El Hórreo Asturiano os va a encantar. Es el típico restaurante donde las sobremesas se pueden alargar horas de lo a gusto que te sientes. El local, decorado con piedra, madera y techos con azulejos, recuerda a un típico restaurante asturiano, así como su carta, donde destacan  el revuelto de oricios y algas, los fritos de pixín, la caldereta de pescado y los medallones de solomillo al cabrales. Si prefieres ir solo a picar algo, busca un hueco en su larga barra o en una de sus mesas altas ¡y que vuelen las raciones!