Algo está pasando en las calles, en las noches, en las salas madrileñas. Algo que nos hace movernos, vibrar y ¡sonreír!: una revolución silenciosa (o no tanto, porque más bien es sonora) que reivindica la alegría en los tiempos que corren. Una alegría a ritmo de swing. Es el baile de moda: se calcula que más de 3.000 españoles lo practican en Madrid, Valencia y Vitoria, aunque la fiebre lleva más tiempo y tiene más adictos en Barcelona, donde llegó hace casi una década (en Europa, hace treinta años que se baila con auténtica devoción). Si consideramos que hay unos 40.000 ‘lindyhopers’ en todo el mundo (apunte para recién llegados: el swing es la música; el lindy hop o el balboa, los estilos), nosotros representaríamos casi un 8% del fenómeno mundial. Una cifra nada despreciable.
¿Por qué aquí? ¿Por qué ahora? Para algunos sí hay una explicación sociológica para este furor actual por el swing: “Surge en medio de la Gran Depresión, en Estados Unidos, dentro las comunidades negras, es decir entre los excluidos de los excluidos, y el baile pasó a representar una liberación dentro esa opresión que significaba la recesión económica y la tristeza que traía consigo. El swing representa la alegría, y esa es la similitud con la crisis actual en España, por eso podríamos explicar su fuerza en este momento”, nos cuenta Alba Mengual, de la escuela Big Mama. Para otros “tampoco podemos negar que es una moda, como lo fue bailar sevillanas o salsa, e igual que ha venido puede irse, aunque en Barcelona o en Europa está muy instaurado”, como opina Cristina, de Vintage Club.
Moda o no, lo cierto es que quienes lo practican lo reivindican como un auténtico estilo de vida. “El swing es un baile precioso, con valores humanos y que sirve para mejorar el tejido social, donde las personas se relacionan para pasarlo bien, y se retoman espacios de diversión compartida que tendemos a perder (vivimos en una cultura donde estamos todo el día en el trabajo y luego el ocio –salir a tomar algo, etc – es individual), con el swing recuperamos la conexión con el otro, lo grupal, y el espacio público”, apunta Pablo Sánchez, de Big South. “Tus intereses empiezan a girar en torno al swing, sales a bailar seguido para practicar, a algunos les da por la ropa...”, cuenta Javier Santos, de En Modo Swing.
Si después de leer esto ahora lo único que quieres es salir ya mismo a bailar, no hay problema. En Madrid hay clases y eventos prácticamente todos los días. Una auténtica ruta del swing. Si aún no lo has hecho, te decimos dónde apuntarte para aprender el baile que lleva tres décadas moviendo a Europa.
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