La escuela Big South lleva algo más de tres años entregada a esto del swing, con casi doscientos alumnos en estos momentos que no se pierden ni por nada una de sus clases o de sus esperadísimos Big Martes, en el Centro Gallego (calle Carretas 14, 3º planta), organizados junto con Big Mama (“lo que los hace especial”, nos explica desde la escuela Pablo Sánchez, “es que pinchamos música y cada pareja de una de las escuelas da algún consejo, alguna propuesta de baile en la propia fiesta, es como una práctica guiada, pero en un contexto de fiesta”). En esa 'Big fiesta' se escucha y se baila swing de los años 30, 40, jazz de Nueva Orleans, a veces un swing más puro... Y, como casi siempre en esto del baile, “suele haber más chicas, lo cual no sería un problema si rompiéramos con la tradición de que no pueden bailar con otras chicas o sacar a bailar, aunque alguna hay que sí se atreve, pero aún nos pesa más el código tradicional”. Aunque esto no es óbice para que la diversión continúe. “El swing es difícil, tanto como el tango, o incluso más si se quiere. Lo que pasa es que el proceso de aprendizaje está más logrado porque es divertido y la gente lo disfruta muchísimo”, explica este profesor.
¿Por qué gusta tanto este baile? “Porque es un estilo de vida y no sólo 'ocio', sino que forma parte de tu vida, de ese compartir con los demás, de bailar y retomar un espacio público para vivirlo de manera social, en grupo”, opina Pablo, quien también apunta que “más que estar de moda, lo que se ve ahora es el resultado de un proceso que lleva treinta años en Europa”.
Big South imparte clases regulares (y también particulares) de lunes a viernes, en diferentes horarios.