La Masía El Bellver, construida en el siglo XI-XII, es lo primero que encuentra el visitante cuando llega al Pla de la Calma. Restaurada recientemente por la Diputació de Barcelona, ahora el espacio es un restaurante Slow Food y el punto de información del Parque Natural del Montseny. Solo abren los fines de semana y festivos, y sólo ofrecen el menú degustación gastronómico km 0 (45 euros adultos, 25 euros niños). Aquí se practica cocina de territorio de verdad, con sólo productos de campesinos, artesanos y pescadores comprometidos con la ecología. Traducido en platos; una ensalada de tomates de variedades antiguas, una caballa a la ratafía con berenjena blanca o un milhojas de cordero hecho a baja temperatura con parementier y patata 'charlot'. La terraza exterior es, sin duda alguna, una de las mejores de todo el territorio catalán. Es necesario reservar.
Restaurantes del Vallès Oriental
En el mismo campo de tiro de Mollet existe un restaurante que, más que un restaurante, es un templo del producto excelso. David Mazuca y Dominga Gil (jefa de cocina) llevan 20 años despachando carne (ibérica, vasca, Angus, vaca vieja, etc.), pescado y marisco (catalán, gallego y francés) de altísima calidad. El servicio es cercano y familiar. El local tiene peceras a rebosar de crustáceos, una bodega con 2.000 referencias de vinos y licores y una excelente terraza con vistas al campo de tiro. Los clientes son mayoritariamente molletanos y empresarios de la región. Es necesario reservar (especialmente los fines de semana).
Justo detrás del centro comercial outlet de la Roca del Vallès hay una masía del siglo XVIII sobre una colina. Reconvertida en restaurante en 1970, aquí se especializan en brasa, arroces y bacalao. Tiran de clásicos (pimientos del Padrón, croquetas, etc.) y también de creatividad personal (remolacha a la brasa con queso a la menta y pistachos). ¿Nuestros favoritos? Cualquier corte de carne premium a la brasa, el arroz de chuleta de vaca con caracoles y el bacalao con cebolla caramelizada en el horno Josper. Pero, vaya, elijáis lo que elijáis, acertaréis. Al estar el restaurante en un buen enclave, tiene varias terrazas exteriores y una piscina. Aparte de comidas y cenas, los sábados también organizan sesiones de 'tardeo'.
Aquí la cosa va de vermuts, platillos y tapas muy bien hechas. La carta cubre un poco de todo; cositas para picar (ibéricos, quesos, patés, rusa), clásicos (canelón de pollo asado, dados de meloso de ternera, lomo de bacalao), sección internacional (hot dogs, bao buns, makis, yakisoba), opciones sin gluten y vegetarianas, y postres caseros. La carta de vermuts, vinos y cócteles, clavada. La relación calidad-precio, perfecta. El local es un antiguo almacén de planta baja rehabilitado con una terraza envidiable. Muy recomendable para ir en grupo. Hay un segundo Pitapes en Mollet (Berenguer III, 73).
El Rebost dels Guiu es un bar (abajo) y un restaurante (arriba). La especialidad de la casa son las carnes de proximidad a la brasa, guisadas, adobadas y la losa. También ofrecen excelentes aperitivos, bocadillos fríos y calientes, platos combinados y buenas opciones de pescado. Tres menús disponibles; desayuno de tenedor (9 euros, sin bebida), mediodías laborables (12,5 euros, sin bebida) y fines de semana y festivos (18 euros, sin bebida). Las raciones son generosas, el ambiente es familiar y el servicio atento y rápido. El local tiene terraza. Clientela de la comarca y mucho ciclista del domingo.
Masía del siglo X reconvertida en un hotel y restaurante con encanto. Éste se ve por todos los lados: en las habitaciones, cálidas y bien cuidadas, en la terraza con vistas al Vallès, a la piscina o en la bodega excavada en la roca. Centrémonos en el restaurante; ofrecen una cocina delicada y de vanguardia, con mucha personalidad, basada en la calidad y excelencia de las materias primas. Ofrecen un menú de degustación de 75 euros muy generoso; aperitivo, dos entrantes, dos segundos (pescado y carne), surtido de quesos de km 0, pre postre y postre.
El chef piamontés Mirko Carturan no engaña a nadie: hace una cocina tan personal, tan de autor, que el restaurante lleva su nombre. Asimismo, tiene la cocina a la vista del comensal. Se trata de un local exquisito, y en el que la trufa, sea blanca, negra o de verano, toma el protagonismo casi todo el año. Su propuesta se basa en dos menús degustación; uno de 30 euros (primero, segundo plato, postre y bebida) y otro por 58 euros (tres entrantes, pescado, carne, dos postres y sin bebida). Reconocido por la Bib Gourmand Michelin por servir cocina de calidad a precios contenidos.
El nombre que dieron al establecimiento fue todo un acierto, o una declaración de intenciones de lo que querían conseguir, tanto en la mesa como en el ambiente. El secreto: un trato cercano y cocina de mercado, tradicional y de calidad. La carta que presentan es generosa, y nos cuesta aconsejaros, pero os recomendamos el solomillo de ternera con salsa de oporto e hígado de pato, y, si sois más de pescado, los medallones de rape con gambas en el almendra. Jordi Bruguera, el actual dueño y chef, os propone un menú de más de 40 opciones que, por 30 euros, incluye; primero, segundo plato, postre y café.
A medio camino entre el Montseny y el Mediterráneo, encontrarés el restaurante La Parra de Sant Celoni. Aquí se practica la cocina sencilla, tradicional, de proximidad y con toques de temporada. ¿Unos ejemplos? Los otoñales canelones de confit de pato, setas y foie, el cordero del Montseny al horno o las veraniegas sardinas a la plancha. Ofrecen carta y dos menús; el semanal de 16 euros (martes fideuá y jueves paella) y el de fin de semana de 26 euros.
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