Chino-chino
Lo mejor aquí es olvidarse del engañoso sushi y del menú de mediodía, anzuelos coyunturales. Este es un restaurante chino-chino –donde el personal, amabilísimo, apenas habla español– y vale la pena sumergirse en una carta larguísima que pocas veces se puede probar. Por ejemplo: una nutritiva sopa de verduras y albóndigas de marisco rellenas de cerdo picante, o unos fideos estilo Pequín, con salsa de carne mezclada con seis verduras crudas. Si os gusta el mítico chino de Trafalgar, pasad por aquí: es un poco más caro pero bastante más limpio.
De acuerdo, la cocina del extremo oriente está más que implantada en Barcelona, pero un goteo incesante de nuevas y buenas direcciones hace que sea necesario que hablemos de ello a menudo. No es ninguna tendencia, es una realidad palpable que ha hecho que hoy incluso tu abuela distinga ramen de yakisoba.
¿El sushi os parece caro? Pues vale la pena saber que Taka, el cocinero detrás del exitoso La Cuina de l'Uribou ha abierto el bar SushiBou (Poeta Cabanyes, 6), en el que sirve piezas de sushi de primera categoría a 3 euros el platito de dos piezas. Sí, por este precio no tendréis ventresca de bluefin, pero sí dos nigiris de salmón, dorada o atún exquisitos. Si queréis asiático bueno, tenéis dos opciones low cost -en el Chen Ji (Alí Bei, 65), el chino de Trafalgar, un plato de sopa de costilla de cerdo y unos dim sum os salen por menos de 10 euros- hasta gigantes de la restauración, como el Koy Shunka (Sagristans, 5), uno de los grandes restaurantes nipones del mundo y que abrió el camino al galardón Michelin para la cocina japonesa en Barcelona.