Desde 2014
L'Harmonia nació en las calles y las plazas de Sant Andreu, donde el vecindario y la federación de entidades socioculturales y de ocio reclamaban un espacio del recinto de la Fabra i Coats para la gestión comunitaria. Esta es la mayor diferencia entre un centro cívico y un ateneo popular: su gestión; empresarial en el primer caso, comunitaria en el segundo. Este matiz lo es todo, porque significa que aquí nadie manda más que otro y que todo el mundo es bienvenido desde el respeto y la voluntad de aprender, de enseñar, y de hacer que la cadena se alimente y se fortalezca. Hablamos con Emma Llésera, responsable de comunicación, y David Vallverdú, dinamizador cultural. Este edificio luminoso y cercano hace de hogar de asociaciones y grupos vecinales que van desde 'diables' hasta cooperativas de consumo, desde grupos de pintura hasta fabricantes de cerveza. Se hace política sin partido y sobre todo se va a una. Se acoge a quien quiera participar, pero a la vez, recuerda David, "esto no es un hotel de entidades". Como espacio de conocimiento, el retorno se da por hecho. También se realizan talleres y actividades, cada año más cuidadosos respecto a la línea comunitaria e inclusiva del proyecto: hay autodefensa feminista y cocina vegetariana, circo y fotografía, por citar algunos. Sólo tiene cuatro años, y ya es un espacio imprescindible.