Buscábamos emprendedores. Queríamos reivindicar su papel y el de todas las personas que, estando en una situación complicada, deciden dar un puñetazo sobre la mesa e iniciar un proyecto. Desde entonces hemos recibido más de 250 correos electrónicos con muchas ideas. Y muy diversas. La selección ha sido complicada. Nos habéis hecho llegar desde grandes proyectos que ya están funcionando con éxito y que han sido capaces de reunir grandes presupuestos, hasta pequeñas, minúsculas, propuestas de gente con pocos recursos que con poco han tirado hacia adelante con ilusión y, sobre todo, con esfuerzo. Son tiempos difíciles, pero nos habéis dejado claro que Barcelona está llena de nuevas ideas y de gente valiente que, como vosotros, se atreve con todo. Aquí tenéis los 20 proyectos que hemos escogido.
Esteban Bernatas es un auténtico loco del cine. Y que está loco es algo que ha escuchado muchas veces en los últimos meses. Se lo ha dicho mucha gente cada vez que hablaba de su gran proyecto: el cine-bistrot Zumzeig (Béjar, 53), una nueva sala de proyección y bar francés que ha abierto recientemente en el distrito de Sants, a cinco minutos a pie de la plaza de Espanya.
¿Puede haber algo más a contracorriente que abrir un cine dedicado a pequeñas producciones independientes? Bernatas, antiguo productor de documentales, lo tiene claro: "No sé si es el momento o no. Pero no me podía quedar con la duda de no probarlo", afirma con rotundidad.
El impulsor del Zumzeig es un barcelonés que ha vivido muchos años en Francia y que al volver a la ciudad pensó que la programación cinematográfica era pobre en comparación con la del país vecino. Por eso se le metió entre ceja y ceja abrir una sala inspirada en cine como el Panthéon de París y el Spoutnik de Ginebra, donde se puede ver películas fuera del circuito comercial y comer algo.
Hace tres años que entró por primera vez en el almacén que ahora ocupa la nueva sala y bar. "El proceso para tenerlo todo a punto ha sido largo. La Administración no nos lo ha puesto nada fácil", es queja. Pero la espera ha valido la pena. El resultado es una sala con 70 butacas y un acogedor bistrot con productos de calidad. "Queremos ser un lugar donde reunirse con amigos para comer algo o intercambiar impresiones después de ver una película, un punto de encuentro para cinéfilos y espectadores de todo tipo con ganas de vivir una experiencia cinematográfica diferente. Gracias a nuestra programación se podrán ver en Barcelona obres atípicas que raramente se proyectan en pantalla grande" añade. Y nosotros no podríamos estar más contentos.
Si decidís ceder vuestro espacio, lo podéis hacer para que os organicen alguna actividad para vosotros y vuestros amigos, o un acontecimiento privado por el que recibiréis una compensación económica. "El alma del proyecto es involucrar cada vez a más gente y conseguir nuevas localizaciones. Todavía somos muy pequeñas, pero están saliendo muchos planes y alianzas bastante interesantes", apuntan. No les falta ganas y motivación.