Si sois de los padres, tíos o abuelos que le tienen pánico a la terrible combinación agua-arena-niños, mejor que no subáis a los jardines de Joan Brossa, porque lo primero que harán cuando vean las atracciones de madera será montar un complejo circuito que implique utilizar profusamente este material. Mientras contempláis cómo se ensucian, podéis sentaros en la hierba, disfrutar de la vista y coger fuerzas para iniciar un circuito relacionado con el sonido, que les permitirá aprender y experimentar, y que empieza con unos cojines musicales y termina en una tirolina. Los jardines todavía conservan algunas de las esculturas de que lo fue, no hace tanto, el parque de atracciones, como las dedicadas a Charlie Rivel y Carmen Amaya.
Montjuïc está lleno de lugares sorprendentes y rincones escondidos para disfrutar con los niños. Podéis optar por su inabarcable oferta de parques y jardines, hay muchos, no os los acabaréis. Por otro lado, museos, teatros y otras dotaciones culturales que habitan en él ofrecen programación regular para los más pequeños. ¡Una montaña mágica y tantas aventuras posibles!