Burning nunca han sido un prodigio de márquetin: la banda madrileña cumple este año su 40 aniversario, desde su formación en 1974. ¡Y no han utilizado este hecho como gancho de márquetin! Johnny Cifuentes, cantante, teclista y cabeza visible de la banda desde la muerte de Pepe Risi, en 1997, ha preferido apoyarse en las canciones de 'Pura Sangre' (2013, autoeditado), su primer disco de canciones nuevas desde el lejano 'Altura' (Avispa, 2002).
Y ha hecho bien: son once buenas canciones, la mitad de ellas espléndidas, melodías certeras. Algunas se desenroscan como medios tiempos perezosos y emotivos, otras como rocanroles adictivos de efecto inmediato, que no sabe uno bien cómo se las apañan para esquivar el tópico después de cuatro decenios ejerciendo. ¿Decía tópico? Cifuentes lo ha visto todo y lo ha hecho todo. La mala suerte y la mala vida se cebó en la banda de sus amores (Toño, el cantante, murió el seis de mayo de 1991, el icónico guitarrista Pepe Risi murió el mismo día con seis años de diferencia). Después de décadas de tozudez y de puteos con las discográficas, queda descartado el triunfo comercial masivo que algunas veces acariciaron.
Pero esto no importa. Sólo el puñado de canciones que tienen a mano, y las que guardan en el zurrón, es uno de los repertorios definitivos del rock en español. El uno de marzo estarán en Bikini. Hablamos largo y tendido con Johnny Cifuentes.
Históricamente sois un grupo con problemas de producción. ¿Estáis satisfechos con el sonido de 'Pura Sangre'?
Muy, muy satisfechos. Y no ha hecho falta irse a Nueva York. Era cuestión de ponerle un poco de preocupación, y elegir el sitio idóneo, lo grabé en un estudio de Vallecas y luego lo mastericé con Frank Gudek. Seguramente todo lo que hagamos será con este chico. Es un sonido potente, limpio, para ser rock and roll. Está todo muy bien colocado. El puzle está bien hecho. Decidimos apostar por una mezcla muy americana: subir mucho las baterías, la base. Y a partir de ahí colocar las guitarras en otro plano. Estoy muy contento.
De once canciones, siete son medios tiempos. ¿Es una manera de evitar, a estas alturas del tema, seguir ahondando en lo de soy el tipo más duro y más malo del bar, el rock 'marcapaquete'?
¡Eso es! No hay que demostrar nada. Eso se demuestra en los conciertos, en el manojo de canciones que has hecho en el disco, en cómo te sientes de estado de ánimo. Yo seré concreto: hay tres baladas muy baladas, tres medios tiempos, y unos cinco rocanroles. Sin llegar a ser los más sangrantes, pero del estilo de 'Mueve tus caderas'. Y repito otra vez: es el sello de Burning: medios tiempos, baladas y rock and roll. Es una frase muy manida, pero para nosotros es todo rock and roll. Llevamos muchísimos años haciendo medios tiempos, y los controlamos mucho. Lo que priman son las melodías, intentar tener una letra cachonda y emotiva. No decir tonterías, y menos a estas alturas de la vida. Y sobre todo disfrutar mucho de la canción
Vuelvo a repetir: a estas alturas de la película, el disco es mucho mejor de lo que me esperaba. Las canciones entran a la primera y emocionan, como las buenas de Geen On Red o de los Stones.
¿Sabes que te digo, macho? Que de repente me han caído los 40 años de Burning encima. El otro día alguien me dijo: Oye Johnny, si empezasteis en el 74, pues son 40 años. Pues es verdad. Ni siquiera lo había pensado. En esto del rock and roll, creo que existe esa especie de magia. Como si el que manda dijera: pues para vuestros 40 años os vamos a dar esa dulce inspiración. Yo me quiero dejar llevar por ese lado, que es el que más me gusta. Siempre intentas hacer lo mejor. Y el que diga lo contrario miente. No somos un grupo de disco por año. Pero ha dado la casualidad que hemos estado especialmente mágicos. Tanto por los músicos, que lo han hecho de una manera exquisita, como los textos. Me gusta pensar que es así. Pero siempre intentas hacerlo lo mejor posible.
¿Es mejor no hacer un disco por año e ir acumulando un buen poso de canciones?
Así es. Un disco no se compone en los últimos dos años o en seis meses. Empiezas un disco nuevo -y esto lo hacemos todos- después de sacar el anterior. Vas anotando frases, pequeñas cosas, poco a poco, y esas historias se van acumulando. Y luego empiezas a montarlo. Pero ahora mismo no tenemos ninguna prisa. Además es un disco autoeditado. Tuvimos el prurito de llamar a algunas puertas. Y lo del perfil. Te dicen: Johnny, lo sentimos mucho pero no es nuestro perfil. No llamé a más gente porque eso golpea mucho tu corazón y tu autoestima. Decidimos hacerlo así y el viaje ha sido bonito. Grabar el disco, editarlo, te das de alta en una empresa y haces tu compañía.
Es vuestro primer disco autoeditado ¿no?
Exacto. Francamente, así tienes que aprender muchísimas más cosas. Y sabes ya de qué palo van las discográficas.
40 años, decías. Pero ya casi han pasado 20 desde que cogiste la mochila de Burning tú solo, en 1997, después de la muerte de tus dos compañeros.
Me sale el chiste ese. ¡Joder, se me han pasado 40 años, sobre todo los últimos 45, a toda ostia! Como te diría, en este caso me tocó a mí. El haberme echado Burning a la espalda: creo que si hubiera sobrevivido cualquier otro de aquella primera formación, hubieran hecho lo mismo. Incluso los que están ahora. Tenemos ese rollo: Burning nunca se va al garete, por muchas complicaciones que hayan. Siempre se soluciona de alguna manera. Los músicos de ahora llevan casi veinte años conmigo. Es todo de largo recorrido. El futuro es impredecible. Siempre lo digo: no os perdáis a Burning en directo, porque tal vez sea la última vez. Y no estoy amenazando. Llevamos muchísimo tiempo y nunca sabes cuándo se acabará. No es nada nuevo. Y ahora es el momento de ver a Burning, con un buen disco y muy bien engrasado.¡ Llevamos 40 años!
Cuando pienso en buen rock en castellano, sólo se me ocurren cuatro o cinco bandas. Vosotros, Enemigos, Lagartija Nick, Dogo y Los Mercenarios. Y pocos más.
Me pasa lo mismo. Sigo escuchando muchísima más música de fuera que de aquí. Luego entras en mi bar, el Cocodrilo Club, y hay muy poquito español. Más o menos lo que has dicho tú. Siempre ha ocurrido esto. Somos muy pocos los de verdad que estamos ahí.
Es curioso. Cuando escucho a grupos jóvenes como los Zigarros, teóricamente con la frescura juvenil, percibo un refrito de tópicos rock. La diferencia entre vosotros o Lagartija Nick es abismal.
Simplemente por el tema de cuándo han nacido. Ahora mismo están cociendo influencias de lo que les gusta. Todavía tienen que buscar su sitio y su sonido. Cuando empezamos, había una fiereza y un salvajismo. Utilizábamos mucho más eso que la técnica. Y son los principios de cada grupo. Tienen lo que hay que tener, que es mucha fuerza cuando empiezan, pero se tienen que ir depurando.
Habéis envejecido bien. Evitáis la radio fórmula de rock adulto o una producción ampulosa de heavy metal, sin solos épicos ni virtuosismo. Todo muy austero.
Los temas piden ese tratamiento. Los músicos de Burning han entendido muy bien ese tipo de sonido. No he hecho mucho caso a nadie; lo he producido yo, ha sido simplemente llevar un poco más las riendas. Tirar del carro implica saber qué sonido tienes en el cerebro. Que la tecnología y el sentimiento coincidan. De botones no tengo ni idea, pero sé muy bien lo que me gusta y lo que no. Y no hemos intentado hacer una gran producción: todo suena muy casero, muy emocional. Es un disco muy adictivo. Después de grabar un disco, no lo escucho más. Y éste lo llevo en el coche y lo pongo en mi bar. Y no es que te quiera comer la cabeza, pero me acaricia cada vez que lo oigo. ¡Tengo un bar y hay que poner buen material a los parroquianos!
¿Pasas mucho tiempo llevando el bar?
En el Cocodrilo estoy poco, sinceramente. El bar tiene ese peligro: estás muy bien cuando entras, pero es difícil irse, tío. Estoy bastante agobiado. Y tengo que cuidarme porqué tengo que durar todo lo que se pueda. Es un sitio magnífico: cruzas el umbral del Cocodrilo y parece que no has pasado de los años setenta. Me gusta mucho poner discos y comentarlos con la gente, todos muy burgnianos. Es un sitio estupendo, pero peligroso.
¿Qué te pareció la biografía de Alfred Crespo, de 66 rpm? ¿Se queda corto o exagera?
Yo me lo pasé muy bien. Nos vimos muchos ratos, muy intensos, recordando historias, me parece que es una mirada desde una óptica perfecta. Imagino que el próximo libro que se haga se intentará llevar de otra manera o sacar otro tipo de cosas, pero el trabajo de Alfred es buenísimo. Calca todo lo que ha ocurrido. Lo conocemos desde hace muchísimos años. Era el indicado para escribir ese libro. Estoy muy contento.
Por cierto, tú estabas en la sala cuando Ramoncín hizo la versión de Nirvana. ¿Qué te pareció?
Que cabrón, jeje. Pienso que la elección no fue muy acertada. Yo elegí una que me fue muy bien, 'Sweet Virginia' de los Stones, creo que el problema radica en saber muy bien qué canción es la que te va en cada momento. A cada uno le puede salir intentar hacer el canario y acabar haciendo del gorrino de vez en cuando.