Los mejores restaurantes de cocina creativa

En este restaurante de cocina moderna catalana no encontraréis carta. El chef Jordi Artal considera que la mejor forma de degustar su cocina es a través del menú degustación (189 euros sin maridaje), que cambia según temporada. Mantiene la segunda estrella Michelin, y sigue en el Olimpo gastronómico de la ciudad. Con tres comedores diferentes (uno de ellos, la mesa del chef, donde comes junto a la cocina) y una zona de entrada compartida, donde se realizan las primeras tapas, el Cinc Sentits juega con técnicas para elevar productos conocidos. ¿Un ejemplo? El solomillo de venado a la brasa con puré de rúcula ahumada, croquetas al ajoarriero, salsa de vino del Priorat, garum de anchoa y aceite de cebollino. Si no os queréis emplatar porque preferís un formato más informal, también podéis encontrar sus creaciones culinarias en el Time Out Market Barcelona.

Me hace sentir viejo decir que Alkimia es un clásico, pero es cierto: Jordi Vilà y otros tres o cuatro definieron, hace veinte años, por dónde iría la alta cocina moderna de Barcelona. Por encima de todo, Vilà ha conseguido la meta de hacer creación sin desligarse del camino de la cocina catalana 100% reconocible. Sobre la Fábrica Moritz despliega sus mejores armas: producto, tradición y creatividad. Una apuesta que, después de veinte años desde que abrió su primer restaurante en la ciudad, ha consolidado con éxito. No se pierda la versión 'unplugged' del restaurante, con una cocina más directa y para bolsillos más ajustados: Alkostat.

El restaurante Xerta, situado en el hotel Ohla del Eixample, es una excelente puerta de entrada a la cocina de las Tierras del Ebro desde Barcelona. El chef Fran López, que se formó con el maestro francés Alain Ducasse, a los 25 años logró la estrella Michelin en el Villa Retiro (Xerta) y más tarde también en el local de Barcelona, ​​ofrece platos donde se combina el poder crudo de la mar con la creación gastronómica. Ejemplos; sipión de pincho y popet orejudo con tinta de naranja y albahaca; arroz de mar con erizos, gamba roja y ostra, y fondo cítrico marino con yuzu, pasión y chocolate. Cuatro menús: ejecutivo (45 euros), Delta del Ebro (60 euros), degustación (105 euros) y homenaje (162 euros). El local, con predominio del blanco, desprende mucha tranquilidad. La cocina es semivista y el jardín vertical, precioso.

Los chefs Lena Maria Grané, de Barcelona, ​​y Ricky Smith, de Londres, se conocieron y enamoraron en la capital inglesa. De los nombres de sus respectivas ciudades surge el de este restaurante gastronómico que apuesta por una cocina mediterránea con toques atlánticos. El menú de mediodía, con platos frescos y estéticos, es una opción ideal para conocer su cocina impecable. Tienen dos menús de degustación, de 7 y 12 platos, con especialidades como el croissant de patata, las texturas de mandarina y el donut de gamba. Para maridar, la bodega tiene referencias internacionales, también del sur de Inglaterra, y un fantástico destilado floral de La Destilateca que se inspira en uno de sus primeros platos, la caballa con base de yogur con eneldo, pepino y apio.

En Giacomo Giannotti (Paradiso), en Gabriele Milani (Algrano), en Giovanni Pepe (Gravin) i l’Andrea Civettini (campió del món de The Vero Bartender 2018) han aplicat al món de la cocteleria i la gastronomia d’alt voltatge la teoria de Galileu, la que sosté que l’art i la ciència han de col·laborar en paral·lel per aconseguir un resultat perfecte. Com que tots tenen moltes hores de cuines i barres, han aconseguit el que es proposaven amb escreix. Setze còctels impol·luts i una carta sòlida de vins catalans i espanyols. Molta creativitat a la barra i als fogons. Per exemple, les corquetes són de formatge Iraty amb amb pebre d'Espelette i gel de vermut vermell i el tàrtar de llagostí és amb alvocat, ou i sopa d'ametlla amb sriratxa. El menú de degustació amb maridatge val 63 euros (tres passos i postres) i el brunch, 35 euros (selecció de tapes, plat principal i dos còctels). Val la pena.

Oriol Castro, Mateu Casañas y Eduard Xatruch son tres ex Bulli que no han parado de recibir premios y reconocimientos (tienen tres estrellas Michelin; '50 Best Resturants' le sitúa en el primer puesto del podio mundial) por su cocina tecnoemocional (claro, de reminiscencias bullinianas) que ponen en práctica en el Eixample. Para muchos, es simplemente el mejor restaurante del mundo. Disfrutar es imaginación al poder y mucha técnica para sorprender al comensal en cada mordedura. Un reto constante. Platos no pueden destacarse porque no acabaríamos y porque los evolucionan en cada menú. Destacamos la mesa viva que han instalado en el sótano del restaurante.

Después de trabajar en el bar-rostería que la familia tenía en las afueras de Terrassa y cursar estudios de cocina, en 2002 Artur Martínez convirtió el negocio familiar en el restaurante Capritx y ganó la primera estrella Michelin. Hace siete años que lo cerró para abrir el Aürt en el Hilton: de la Michelin más pequeña de Europa al emblema de un hotel gigantesco. La cosa le ha ido muy bien y sigue siendo un chef con estrella. El menú: dieciséis pasos a 145 euros, donde tras la aparente obviedad de enunciados como el pil-pil del Ganxet y mole de piparras o el muslo de pichón relleno en civet de aceituna negra. Artur y su equipo ponen el plato dentro y fuera de contexto y lo rehacen en maravillas comprensibles. Toda la cocina se elabora frente a los veinte afortunados clientes y es todo un espectáculo.

En Sant Gervasi en 2023 está abierto Mae, un restaurante de altos vuelos dirigido por el chef catalán Germán Espinosa (ex Fonda España), el chef colombiano Diego Mondragón (ex Bodega de Can Roca, Àbac y Fonda Espanya) y la restauradora costarriqueña Mariella Rodríguez. Practica el 'glocalismo' gastronómico, esa sinergia entre el globalismo y el localismo con el que se puede crear en un plato. Una suerte de sincretismo culinario, para entendernos. Mae tiene un pie aquí y otro en América Latina de la guayaba, el lulo –una fruta que parece un tomate, pero tiene un delicado aroma cítrico–, el tomate de árbol y el ají amarillo. Ofrecen dos menús de degustación y uno ejecutivo a precios nada astronómicos y llenos de infusionados, cocciones largas a baja temperatura, curaciones , guisos suflados, aires y criofiltrados.

Después de la pandemia, Rías de Galicia, marisquería abierta en 1986, reabrió como Rías/Kru. Antes subías las escaleras del Rías y te encontrabas el Espai Kru, donde lo que dominaba eran porciones excelsas de producto marino crudo y marinado con elaboraciones de alta cocina moderna. Los hermanos Iglesias han optado por unificar la carta en ambos espacios. En la misma mesa puedes optar por Rías, el mejor de la ortodoxia gallega (percibes, conchas, caracoles punzantes); o por Kru, poco fuego y mucha Asia, con maravillas como la navaja de las Islas Cíes con miso blanco y ajo negro o la ventresca de atún braseado con ponzu de pera. En la cocina, el chef Robert Gelonch, un barcelonés que ha trabajado codo con codo con los mayores (Gaig, Adrià, Freixa y De Muelas).

Vuelve el espectáculo donde estuvo el Tickets: el restaurante que inauguró el Paral·lel como meca de la alta cocina moderna de Barcelona ahora funciona con la dirección de los Iglesias y personal de cocina vinculado al ecosistema Michelin creó. Lo dirige el chef Oliver Peña, bulliniano de pro (su anterior trabajo fue como chef ejecutivo de Enigma). Se mantienen los snacks de elBulli (el airbaguette, el corte de helado parmesano...), y se introducen platos principales con un estilo más tradicional ya precios más contenidos. La cocina de Peña es creativa pero comprensible y confortable, fácil de comer: tapa fría y caliente, bocadillos de altos vuelos y muchos platos que se comen con las manos. Ver a los 30 profesionales de alta gama en acción sigue siendo un show.