Hay quienes cuentan los días que faltan para las vacaciones como si vivieran en una cárcel. Y hay otros que no lo contamos porque esto también nos agobia. A todos, todavía nos quedan unos cuantos madrugones, un montón de alarmas de despertadores y algunos transportes públicos perdidos. Este festival de desgracias cotidianas importa poco si almuerzas en la Cafetería Algueró, una de las esquinas más bonitas de Barcelona. Como si fuera una bombonera de cristal, el Algueró fue una pastelería hasta el 2010. Laura se quedó este local del barrio para hacer realidad el negocio deseado. Cansada de trabajar en la hostelería en turnos de noche, abrió la cafetería para procurar felicidad desde primera hora. En el Algueró son unos hooligans del café y esta es una de las materias primas que tratan con un cuidado especial.
Pau, un barista que Laura conoció en las redes sociales, también trabaja aquí. Con él servirán un nuevo blend, para los curiosos que no tienen suficiente con un "cortadito, reina". Además del café, es uno de los pocos lugares de Barcelona donde os harán un chocolate a la taza durante todo el año. El excelente café de la casa puede enorgullecerse de ir acompañado de unos dulces exquisitos que elaboran Laura y su madre.
Una buena manera de saber todo lo que os pueden ofrecer es haceros amigos de su Facebook. Cada mañana cuelgan una foto del pastel del día. De cerezas, coco, chocolate, naranja, castañas, avellanas... siempre de temporada, además de un gran surtido de galletas artesanas. El Algueró ha buscado alianzas con pasteleros del barrio como Isaac Balaguer. Su brazo de gitano hace que caigan lágrimas de felicidad Guinardó abajo. Si todas las cafeterías fueran como el Algueró, yo también querría vivir, como Bill Murray, en un interminable día de la marmota. Me sentaría en la butaca de color magenta y no tendría prisa por la llegada de las vacaciones.
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