Bodega Can Massana
Bodega Can Massana

Bodegas y tabernas de Barcelona

Los establecimientos que mantienen o recuperan la esencia de los bares tradicionales

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Algunos de estos locales son clásicos de la ciudad, bares de toda la vida que no se han dejado tentar por las modas. Otros son recién llegados que han querido recuperar la esencia de los establecimientos anteriores a la obsesión pre-diseño. Muchos tienen en común que además de servir comida y bebida de calidad en el local, también venden muchos vinos. Y todos, sin excepción, merecen una visita. No faltéis.

  • Sants - Montjuïc
Bodega Montferry
Bodega Montferry
Esta taberna clásica, reabierta por blogueros apasionados por la bota y la tapa, aplica su filosofía en unos desayunos en los que sobresalen los bocadillos, que por su dimensión, merecen el calificativo de desayunos de cuchillo y tenedor: el de butifarra con dados de berenjena o el de atún del bueno con queso y tomate seco son algunas de las sorpresas que os esperan.
  • Horta - Guinardó
  • precio 1 de 4
Bodega Massana
Bodega Massana
Ni en los pueblos más recónditos de Cataluña encontraréis nada igual: los hombres desayunan de cuchillo y tenedor en mesas con hules de cuadros, y las señoras y abuelos van a buscar vino de mesa al por mayor. Los sábados dan almuerzos a la brasa.
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  • Bodegas
  • Gràcia
  • precio 1 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Bar Bodega Quimet
Bar Bodega Quimet
Hay locales que otorgan carácter al barrio y el bar bodega Quimet es uno de ellos. Cuando el dueño se jubiló, dos hermanos de La Llagosta se lo quedaron. Le dieron lustre, pero sin que perdiese su esencia. Donde antes iban los abuelos a rellenar la botella de vino, ahora van los jóvenes a tomar una caña, un vino o una copa de cava. Y acompañan la bebida con embutidos y quesos extremeños, anchoas, olivas o algún otro plato más elaborado. Todo muy casero e informal. Y sí, todavía venden vino a granel.
  • El Raval
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
El Celler de Frank Petersen
El Celler de Frank Petersen
Como un coágulo de autenticidad resistiéndose a ser disuelto por el turbulento corriente sanguíneo del Raval, El Celler de Frank Petersen engulle al recién llegado sin preliminares y lo incrusta repentinamente en una gruta tabernera atemporal donde la dimensión espacio-tiempo discurre en otra frecuencia de onda desde hace ya muchos años. Este minúsculo espacio, conocido también como taberna Armando en honor a su comandante, es un potente concentrado de todos los ingredientes que todavía hacen del Raval más abisal un enclave singular en la geografía oculta de Ciutat Vella.
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  • Bares de vinos
  • El Raval
  • precio 1 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
La Bodega d'en Rubén
La Bodega d'en Rubén
La Bodega d’en Rubén es uno de los últimos anticuerpos ravaleros que se enorgullecen de repeler infecciones modernas y virus guiris. Dos máquinas tragaperras. Barriles y frigoríficos de madera bastante deteriorados. El suelo de baldosa grisácea, espolvoreado con grasa, servilletas de papel, zumo de Raval: una singularidad que engulle la esencia del barrio y hace un sello definitivo, un anzuelo para freaks de la bebida, un acompañamiento ideal a sus tapas y deliciosas cañas. Es uno de los locales con más personalidad y magia (negra) del barrio.
  • Horta - Guinardó
Bodega Lluís
Bodega Lluís
La Bodega Lluís os romperá el corazón con su vermut cinco estrellas. Las estanterías llenas de botellas de vino, las neveras antiguas y las bolsas de patatas como banderines de fiesta mayor son el decorado para la gente del barrio que se acerca con las bolsas del súper. Por la mañana, la bodega acoge hombres que acuden a leer el periódico y a beberse una cañita. Los combinados de la casa con almejas, navajas y berberechos harían creer a un ateo.
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  • Nou Barris
  • precio 1 de 4
La Bodegueta d'en Miquel
La Bodegueta d'en Miquel
Hace cincuenta años que esta bodega está en Nou Barris. Miquel la cogió hace cuatro años y ha querido conservar todo el mobiliario, los antiguos toneles e incluso el suelo, estropeado por el vinagre y el vino. Las mañanas de entre semana lo pueblan los jubilados. Se sientan parsimoniosos detrás de los cristales con una caña en la mano y dirigen su vista borrosa hacia la vegetación poco frondosa que son los Jardines de l'Alfàbia. Dentro de la tienda, pequeñas pizarras anuncian el precio de las latas, las conservas y las botellas, y las ofertas de la semana cuelgan de unos cubos. Los vecinos entran en la bodega con una garrafa de plástico dentro de una bolsa para que no se escurra el vino. ¡Cuánto tiempo hacía que no veíamos esto! Miquel sabe muy bien en qué barrio está y nos explica que sirve anchoas, combinados... a un «precio razonable».
  • Esquerra de l’Eixample
  • precio 1 de 4
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Gelida
Gelida
Un bar y restaurante de los que ya no quedan, con platos para presupuestos ajustados y buenos paladares. Su almuerzo de cuchillo y tenedor está para chuparse los dedos. Y a la hora de comer, preparaos para una comida comunitaria y unos primeros y segundos deliciosos. El capipota, el codillo y el bacalao son excelentes. Su carta de mediodía tiene casi 30 platos. Regadlo con un buen vino de Gelida que venden a granel.
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  • Bares de vinos
  • Gràcia
  • precio 1 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Bodega lo Pinyol
Bodega lo Pinyol
Lo Pinyol es bonito (techos altos, suelos de baldosa hidráulica, una pila de mármol preciosa, seis tinas sobrevolando una barra de madera hecha a medida) y tiene tres espacios muy acogedores: la entrada-bar tradicional, una habitación interior con libros para intercambiar y un comedor al fondo para cenas más privadas. En Lo Pinyol por 3 euros tienes un vermut y una tapita buenísima a elegir entre esgarradet (bacalao desmigado con pimiento rojo), crema de setas con rebozuelos encima, markina (pimientos vascos fritos), alcachofa en conserva con tomate seco y boquerón. El pan es de Can Turris; los víveres, de Valencia, Teruel y de proximidad. Cuidan tanto el producto que compran el pan por la mañana y por la tarde para que siempre esté recién hecho. Como son una taberna y no tienen cocina, encargan la comida a los mejores especialistas, como la tortilla de patatas de Valentina.
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Un poco antes de llegar a la Travessera de Dalt encontraréis esta taberna de toda la vida, con un apóstrofe impertinente entre seis letras de tipografía sencilla y elegante que nos dicen quién era el dueño de este establecimiento. Pep era un señor con boina y mostacho que tuvo la taberna durante 49 años, del 1937 al 1986, cuando sólo servía vino y agua y repartía hielo. Rafael Ortiz trabaja aquí desde entonces y es el encargado desde hace cuatro años. Me cuenta que por las mañanas se llena de gente que trabaja en las oficinas del Ayuntamiento en Torrent de l'Olla y que se hartan de bocadillos, lacón, tortillas, chistorra, y toman el vermut de la casa (Perucchi, como manda la tradición) o bien un quinto, siempre acompañados con unas aceitunas de Antequera, un puñado de cacahuetes, mezcla o altramuces gratis.
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