Las cosas más extrañas que han pasado en los bares de Barcelona

¿Qué tipo de sitio es? ¿Bromeas? Boadas abrió en 1933 y significó la inauguración de la coctelería contemporánea en Barcelona y en España, como quien dice. Si fue lo suficientemente buena para abrevar a Vázquez Montalbán y Hemingway, por ejemplo, para ti también debería serlo.

¿Y qué pasó? Pues aquí, de todo, pero Juanjo González, propietario de la no menos exquisita Caribbean Club, tiene una anécdota de alto voltaje: "Empecé en coctelería el 1987, en el Boadas. Un director de doblaje –el que sería la voz del Follet Tortuga en el anime 'Dragon Ball'! - se presentó en calzoncillos. Todo un personaje. Y decía que no pasaba nada porque ya llevaba calzoncillos bajo los calzoncillos. Y eso que el tipo tenía 70 años". Si en según qué bares no aceptan pantalón corto ¡pues entras en calzoncillos!

¿Qué tipo de sitio es? Con Boadas, es el otro gran templo coctelero de Barcelona. Rincón cálido, rodeado de madera milenaria y clientes con corbata y frondosos bigotes. Abrió en 1931, se convirtió en coctelería el 1950. 

¿Y qué pasó? El 'bartender' y propietario, Josep Maria Gotarda –degano de la coctelería en Barcelona– empezó a trabajar aquí a mitad de los años sesenta. Y recuerda esta deliciosa anécdota: "Un señor muy importante de Barcelona se metía tres dry martinis seguidos cada mediodía. Cuando me tocó preparárselos a mí, descubrí que la ginebra era agua. Tenía una botella de ginebra especial ¡rellena de agua! Bebía agua fría con dos gotitas de vermut y salía haciendo ver que daba eses". Lo hacía para no perder su fama de bebedor y mujeriego, claro está.  

¿Qué tipo de sitio es? El espacio pequeño, oscuro, minimalista pero acogedor de la coctelería Negroni despierta cierta modernidad a pesar de tener un espíritu clásico, protagonizado por un atrezzo de color negro y siempre elegante. Abrió en 2004, todo un clásico, y no es nada raro ve a 'rockstars' locales 'ultracool' como Mishima o Manel en su barra. 

¿Qué pasó? Su barman y propietario, Javier Cejas, recuerda que en el 2018 vino a tomarse algo el cantante de Bauhaus, Peter Murphy, después de un concierto en Barcelona. (sí, el tipo de 'Bela Lugosi's dead' en la peli de Bowie). "Más que tomarse algo, probó toda la carta, se lo quería beber todo, muy loco el tipo", recuerda. Poco después, dio con sus huesos en una cárcel sueca por zurrarse con el público y la seguridad de un concierto en Estocolmo.  

¿Qué tipo de sitio es? En la calle del Rec, uno de los símbolos del barrio, la legendaria coctelería Gimlet, con casi 40 años de historia, revivió como Marlowe en el 2018 para una filosofía ajena a los bares de cartón piedra para guiris que inundan la zona.

¿Y qué pasó? A Marc Pinotti le ha pasado de todo tras una barra, pero esta es divertida: "Un día un tipo me pidió si podía pasar tras la barra a hacerse la copa, porque no había encontrado una buena coctelería jamás. Me insistió bastante. Yo le dije: 'No te puedo dejar pasar tras la barra, pero no te preocupes, te la haré bien'. Y salió satisfecho".

¿Qué tipo de sitio es? Un restaurante 'ultracool' de cocina romana donde la coctelería juega un papel clave, con tragos inspirados, directos y a precios asequibles, inspirados en el 'classic rock' que suena siempre de fondo. Copazos a ritmo de Grandfunk Railroad o Deep Purple. 

¿Y qué pasó? Más que una anécdota concreta, el 'bartender' Carles Fuentes constata que en la noche dominan tres perfiles: el agresivo que se pone violento, el cariñoso y el extrovertido. Pero lo mejor de su trabajo, explica, es esta faceta: "Hay gente que viene a cenar sola, ha vivido mucho y te cuenta cosas muy interesantes". No todos los que se acoden en la barra del bar son unas palizas. 

¿Qué tipo de sitio es? Esta es la gran ocurrencia de Lito y Enric (que también montaron La Confiteria, l'Alegria, el Maravillas y el Paradiso), unos entusiastas del buen beber que ya venían a este local (el mítico Nus) cuando estudiaban. Y lo convirtieron en uno de los mejores bares del mundo, gracias a fabricar sus propios licores en el mismo bar, y con la concurrencia del bartender Antonio Naranjo –ahora propietario de su exquisito Especiarium– 

¿Y qué pasó aquí? Naranjo recuerda un suceso extremo: "A un cliente le gustó tanto la carta que tomó 25 cócteles en una misma noche. ¡Como consumo responsable es una atrocidad: quería probarlo todo! Me hizo un poco de miedo". Y sí, el tipo se metió entre pecho y espalda casi toda la carta y pese a todo salió por su propio pie. No lo intentéis en casa, ni en el bar ni en ningún sitio.   

¿Qué tipo de local es? Un restaurante de cocina creativa elegante y con personalidad propia, refinada, sabrosa y donde cada ingrediente juega un papel importante con el resultado final de la excelencia. Y con un bar de vinos con una carta extraordinaria.  

¿Y qué pasó? Agarraros: Armando Álvarez recuerda que en el antiguo Capet, en Gràcia, "en pleno servicio nos entró un patinador volando por la ventana: un coche lo golpeó y entró rompiendo el vidrio. Se hizo mucho daño. Quedó tendido en el suelo inconsciente". ¿Se mató? "No, pero por la seriedad de los paramédicos se notaba que era un accidente grave". Nadando en la ambulancia, que dirían los Surfing Sirles. 

¿Qué tipo de local es? Barcelona ha maltratado hasta la aniquilación sus cafés históricos. Nos congratulamos, pues, que en La Rambla perviva el casi centenario Cafè de l’Òpera, donde los elegantes espejos grabados con figuras femeninas reflejan la sana promiscuidad con que se mezclan en sus mesas transeúntes, habituales del Liceu, vecinos, noctámbulos, bohemios y turistas.

¿Y qué pasó? Permitidme la batallita: después del concierto de Lou Reed en la plaza de la catedral (1998), fuimos a tomar algo aquí. Y a los diez minutos entra Mike Rathke, guitarrista de Reed y factótum de obras maestras como 'Magic & Loss'. Como buenos fans, lo asaltamos y se sentó a nuestra mesa. Todos con una copa de más, le expresamos nuestra intención de ir al hotel le Meridién a esperar al genio huraño de NY para que nos firmara discos. "¡No lo hagáis! Lou tiene muy mala leche y un guardaespaldas que es un armario". Para disuadirnos, el bueno de Rathke, todo un 'gentleman', pidió una botella de Jameson, y nos invitó a whisky y anécdotas de Reed, Jerry Garcia y los Dead Boys. Nos echaron a las tres del bar, y el músico, con gana de marcha, nos propuso ir al Karma "to see if we can meet some chicks". Inexplicablemente decliné la oferta: todavía me arrepiento.