Picasso se trasladó al barrio de La Ribera de Barcelona con su familia en 1895, a la edad de 14 años; tras pasar periodos en Madrid y París, abandonó la capital catalana definitivamente por la francesa cuando tenía 23. Durante esos años asistió a la escuela de arte La Llotja , alquiló sus primeros estudios (no lejos de donde está ahora el museo) y encontró un hogar entre las vanguardias catalanas al frecuentar la taberna Els Quatre Gats, que fue su centro neurálgico en ese momento y donde realizó su primera exposición individual.
Establecido en 1963, el museo –que celebró su 50 aniversario el año pasado– fue el primer museo Picasso que se abrió en el mundo mientras que el artista estaba vivo, lo que demuestra la profunda relación con Barcelona y la influencia en su obra.
El museo debe su nacimiento a la amistad y la visión compartida entre Picasso y Jaume Sabartés. Nativo de Barcelona, Sabartés conoció al artista en 1899 y más tarde se convirtió en el secretario personal del artista en París. En colaboración con el pintor, Sabartés sentó las bases del museo donando su colección personal de 574 obras, en su mayoría de la etapa temprana de Picasso, a la que el Museo de Arte de Barcelona añadió una pequeña donación propia, sobre todo 'El Harlequin' (1919).
El 9 de marzo de 1963 la 'Colección Sabartés' abrió sus puertas en el Palau Aguilar. Tuvo esta denominación debido a la oposición de Picasso al régimen de Franco, que imposibilitó abrir el museo con el nombre del pintor. Desde entonces, la colección permanente del museo ha crecido hasta las 4.249 obras, muchas de ellas cedidas por el propio Picasso. En 1970 el pintor donó la colección que su familia mantenía en Barcelona, unas 920 obras compuestas por óleos y dibujos de su infancia y juventud.
Para poder mantener el ritmo de crecimiento de la colección, el museo ha adquirido en los últimos años cuatro palacios medievales de piedra adyacentes a sus instalaciones, dos de los cuales albergan exposiciones temporales.
Las Meninas de la A a la Z
Los visitantes no encontrarán en este museo los Picassos de gran renombre, ni tampoco obras emblemáticas como 'Las señoritas de Avignon' (1907) o las primeras pinturas cubistas de la época (muchas de ellas realizadas en Cataluña), o sus collages y esculturas. Pero el museo sí proporciona un panorama sin igual del desarrollo del artista entre 1890 y 1904, con obras que van desde hábiles retratos preadolescentes y bocetos de paisajes, hasta las intensas innovaciones de su período azul, su primer estilo personal.
Y todavía hay un montón de grandes obras de Picasso para ver, empezando por 'Las Meninas', una serie de 58 pinturas realizadas en 1957 que analizan, reinterpretan y recrean el famoso cuadro de Diego Velázquez. Picasso donó esta serie al museo en 1968 en homenaje a Sabartés, quien murió ese mismo año.
Junto con los trabajos formativos, 'Las Meninas' es la otra particularidad del museo, ya que es la única serie del artista que está completa. Es fascinante observar en cada uno de estos cuadros de Picasso qué elementos ha mantenido de 'Las Meninas' de Velázquez y cuáles ha alterado. Hay un gráfico comparativo en la sala 16 que puede ser de mucha utilidad, ya que muestra qué personajes fueron inspirados por cada uno de los artistas (incluyendo el perro, por supuesto).
Por último, se puede echar un vistazo a la vida y obra del Picasso maduro gracias a las 40 obras de cerámica donadas por su viuda, Jacqueline Roque, en 1982. En ese mismo año Roberto Oterpo cedió 80 fotografías del artista ya mayor y de su entorno.
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