Mdina. El tesoro escondido de Malta para viajar en 2024
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Los mejores lugares del mundo para viajar en 2024

Ha llegado el momento de descubrir las ciudades alternativas, pequeños tesoros escondidos a la sombra de grandes capitales conocidas por todos

Noelia Santos
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¿Cuáles son los mejores lugares del mundo para viajar en 2024? Nos hacemos esta pregunta porque, entre nuestros propósitos de año nuevo, siempre (pero siempre) hay uno que se repite: viajar. Las tendencias viajeras para el próximo año, además de recomendar lugares idílicos como Cerdeña (la isla favorita en todas las quinielas de los mejores destinos para 2024), dicen que lo que lo va a petar es descubrir tesoros ocultos y viajar a lugares desconocidos. Por eso en Time Out vamos a apostar por aquellos países y ciudades escondidos, o mejor dicho, esos que parecen estar a la sombra de las grandes capitales del mundo, a pesar de estar muy muy cerca de destinos conocidos por todos (y por tanto, masificados casi en cualquier época del año). Son pequeños destinos alternativos que, por motivos propios, nos parecen los más interesantes para visitar en este 2024.

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1. Portugal: Setúbal

A solo 40 minutos de la siempre apetecible y decadente Lisboa, espera Setúbal. Rodeada del verde de su naturaleza exuberante (el parque Natural de Arrábida) y del azul del mar infinito (a orillas del océano Atlántico), este es un municipio que esconde algunos de los paisajes más bonitos de Portugal, como los que aguardan en Azeitao. Y es que, además de mar y montañas, la región de Setúbal presume de tener una de las bahías más bonitas (dicen que del mundo): se encuentra situada en un estuario, justo en la desembocadura del río Sado, y sus humedales, salinas y la diversa fauna local caracterizan el paisaje de esta preciosa bahía. Sobra decir que el pescado fresco es la base de su cocina y uno de los platos estrella. Degustarlos en el Mercado de Livramento bajo la atenta mirada de su impresionante panel de azulejos del siglo XIX es toda una delicia. 

2. Grecia: Paxos

Santorini es un paraíso, Mikonos un placer, y Corfú, un delirio de verano. Pero eso no quita que todavía queden lugares maravillosos por descubrir en Grecia, como Paxos, una isla en medio del mar Jónico de menos de 20 kiómetros cuadrados. Sobra decir que es una de las islas más pequeñas de este mar, pero en sus pequeñas dimensiones hay sitio para mucho: desde encantadores pueblos, a playas de ensueño e incluso acantilados vertiginosos con vistas a un paradisíaco mar de color azul turquesa. Relax y mucha historia en esta isla que fue conquistada por los romanos, cedida a los franceses, tomada por la flota ruso-turca y más tarde por los británicos, hasta que en el siglo XIX se unieron a Grecia. Gaios es la capital de la isla, con un bucólico puerto rodeado de olivos que da la bienvenida a quienes lo visitan (las grandes fortunas de medio mundo lo hacen en yate). ¿Se puede ser más todo? 

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3. Irlanda: Waterford

Ni Dublín, ni Belfast, ni Cork. La ciudad más antigua de Irlanda es Waterford, un tesoro casi escondido en el Ancestral Este de Irlanda que aguarda mil y un secretos: fundada por los vikingos (en el año 914) fue uno de los grandes puertos del país (si vas al muelle y cierras los ojos podrás imaginar el bullicio de los barcos cargando y descargando mercancías procedentes de Terranova en el siglo XVIII) y, cómo no, se convirtió en todo un reclamo para las grandes fortunas comerciantes de la época que construyeron aquí sus residencias (la arquitectura elegante y señorial que brilla en la ciudad data de esa época). La torre Reginald es el monumento más emblemático de la ciudad, y la House of Waterford (la fábrica de cristal tallado), una visita indispensable. Y lo mejor es que Waterford está muy muy cerca de algunos de los paisajes costeros más bellos de la isla Esmeralda, como se conoce a Irlanda: el que forman los acantilados, las bahías y las playas de arena del Geoparque de la Costa del Cobre. 

4. Malta: Mdina

La capital de Malta, La Valetta, o las paradisíacas Gozo y Comino, las otras dos islas que forman el arhicpiélago maltés, son destinos imprescindibles para una primera vez en este país del Mediterráneo. Pero una vez vistas, ha llegado el momento de dar una oportunidad a Mdina, uno de los grandes tesoros de Malta. Se la conoce como la 'ciudad silenciosa', y basta poner un pie en el interior de la zona amurallada para descubrir por qué es así (a pesar del turismo). Siglos de historia descansan en cada rincón, y el misterio sobrevive en sus palacios y casas señoriales. Como un escenario de piedra (sin cartón), esta ciudad museo es una joya arquitectónica que ha sido (cómo no) incluso escenario de la mítica 'Juego de Tronos'. Imprescindibles la puerta de la Mdina, el Palacio de Vilhena (dentro está el Museo de Historia Natural de Malta), el Palacio Falzon (además de sus colecciones de pintura, esconde una biblioteca con más de 4.500 volúmenes) o la catedral de San Pedro y San Pablo.

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5. Japón: Narita

Si ya has viajado a Japón alguna vez, es más que probable que esta ciudad te suene, porque es la que da nombre a uno de los dos aeropuertos internacionales más importantes de la ciudad de Tokio, el de Narita. Está a solo diez minutos en coche de distancia, y sin embargo, pasa desapercibida para la mayoría de viajeros que enseguida ponen rumbo a la capital del país sin saber que se están perdiendo la oportunidad de descubrir una deliciosa ciudad: cuenta con uno de los complejos de templos budistas más impresionantes de la región de Kanto. El Shinshoji (o Naritasan) es uno de los más conocidos, y se llega después de atravesar la sinuosa calle comercial Omotesando, en la que sí o sí hay que aprovechar para probar el ramen o comprar alguna pieza de artesanía popular. 

6. Inglaterra: Cirencester

Puede que por ese nombre no te venga nada, pero apunta porque Cirencester, a medio camino entre Oxofrod y Bristol, y a poco más de dos horas en coche desde Londres, puede presumir de ser la puerta de entrada a la región de los Cotswolds (sin llegar a ser una aldea bucólica, como la preciosa y ancestral Bibury). Y eso ya es más que motivo suficiente para escaparse hasta el interior de la Inglaterra, a la campiña profunda, para descubrirlo. Esta ciudad de fachadas de colores y edificios victorianos es la más grande de la región, una ciudad mercado a orillas del río Churn, que cuenta con la universidad agrícola anglosajona más antigua del mundo (se fundó en 1840) y el legado de su pasado glorioso, cuando en tiempos del imperio romano (bajo el nombre de Corinium) llegó a ser la segunda capital de Inglaterra, por detrás de Londinium. ¿Os suena? 

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7. Francia: Provins

¿Y si os decimos que a menos de una hora de París está una de las ciudades medievales más bonitas de Francia? Se trata de Provins, un bellísimo pueblo declarado Patrimonio de la Humanidad que en el pasado fue un centro de comercio tan importante que tenía hasta su propia moneda acuñada. Su trazado medieval se conserva prácticamente intacto, incluidas sus murallas, y buena parte de sus edificios conservan la arquitectura típica alsaciana (con vigas y traviesas de madera a la visa en las fachadas). Y todo eso le da un carácter único que la posiciona en el ránking de las ciudades más bonitas para visitar.

8. Suiza: Friburgo

Si Ginebra es la ciudad más internacional de Suiza (y las manufacturas relojeras), y Zurich la financiera (además de la capital del mejor chocolate suizo), Friburgo es la cuna medieval del país y la ciudad con más puentes, y fuentes, de Suiza. Su origen es medieval y su legado sobrevive en la Basse-Ville (o barrio bajo), un entramado de callejuelas salpicado de edificios medievales, rodeado de restos de muralla y atravesado por el río Sarine. De ahí la cantidad de puentes que hay en la ciudad, necesarios para atravesar de una a otra orilla. El más antiguo es el de Berna, construido en 1250. Eso sí, lejos de ser una ciudad anclada en el pasado (con una catedral que es una joya del siglo XIII con maravillosos vitrales), sobresale su carácter universitario, su ruta de tiendas boutique, anticuarios y encantadores cafés, y su vibrante ambiente nocturno. La fiesta está servida. Imprescindible: subir a la parte alta de la ciudad en el teleférico vertical y disfrutar del verde paisaje.

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9. República Dominicana: Las Terrenas

El paraíso caribeño del todo incluido esconde un destino secreto y biodiverso que poco tiene que ver con Punta Cana, Puerto Plata o La Romana, sus 'all inclusive' más conocidos y masificados. Se llama Samaná, una península al noreste de la isla en la que, además de hoteles de pulserita (aquí nació el imperio de cadenas como Bahía Príncipe), playas de postal (playa Rincón es una de las más bonitas del mundo) y riqueza natural casi virgen (el parque nacional de los Haitises es un paraíso) hay lugares encantadores y tremendamente cautivadores, como Las Terrenas, el pueblo marinero con más encanto y villas de ensueño por metro cuadrado de Samaná. Las casitas de colores de su centro histórico a orillas del mar recuerdan ese pasado marinero (se las conoce como Pueblo de Pescadores), aunque hoy en día viven más del turismo. Su calle principal es un ir y venir de motocicletas (como en todo Samaná, en realidad), abundan las tiendas de artesanía y los chiringuitos más ‘cool’ para tomar una Presidente (o lo que se tercie) bajo las palmeras de sus playas de finísima arena blanca. Hay que ir. 

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1. Japón: Tohoku

Quien no haya estado en Tokio, que lo haga. Pero en otro momento, porque ahora toca conectar con la biodiversidad y el país nipón cuenta con regiones de paisajes casi vírgenes y costumbres ancestrales. Si nos ponemos en ese plan, se nos ocurre viajar al pasado en Ouchi-juku, una histórica ciudad de postal entre las montañas de Fukushima; o refugiarse de los 'demonios' en un kamakura o iglú de hielo durante el festival de Namahage Sedo de Akita. 

Más información: japan.travel

2. Jordania: As-Salt

En el ‘reino del tiempo’ nada se puede comparar a Petra. Pero frente a la monumentalidad del tesoro nacional, a pie de calle brillan joyas comoAs-Salt (muy cerca de Amman), pueblito de callejones empedrados que acaba de ser inscrito en el patrimonio de la Unesco como ‘el lugar de la tolerancia y la hospitalidad urbana’, que falta hace.

Más información: visitjordan.com

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3. Sri Lanka: Jaffna

¿Sol y playa en Sri Lanka? Sí, pero no es solo lo que se pretende. Para conocer a fondo este país, rico en especias (el té de Ceilán), templos budistas e interesante legado de antiguas civilizaciones, Jaffna (la segunda ciudad más importante después de Colombo) es buena puerta de entrada, más ahora ¡que vuelve a estar abierta!

Más información: srilankatourismalliance.com

4. Malasia: Cameron Highlands

Cuesta no pensar en el inconfundible skyline de Kuala Lumpur. Pero el interior del país es un remanso de paz, un bucólico mar verde de plantaciones de té y el lugar favorito de los malayos para desconectar. Eso sí, para conocerlo a fondo, hay que calzarse las botas de trekking y recorrer sus campos a pie.

Más información: malaysia.travel

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5. Irlanda: Islas Aran

En este remoto archipiélago frente a la bahía de Galway se tejen a mano los jerséis de Aran (de lana cruda), básicos para sobrevivir en el Atlántico Norte con estilo. Y el encanto de sus tres islas (Inis Mór, Inis Meáin e Inis Oíir) es todavía uno de los secretos mejor guardados del país (hasta que ‘Almas en pena de Inisherin’ se lleve alguno de los Oscar a los que dicen estará nominada). 

Más información: ireland.com

6. Suiza: Aletsch

Ver de cerca el glaciar más largo de Europa es un privilegio suizo. Y las mejores vistas se tienen desde el Aletsch Arena, un territorio todavía desconocido donde los vehículos a motor son casi inexistentes. ¿Un plan? Moverse en el Glaciar Express (el expreso más lento del mundo) y viajar por el sur de Suiza, de Zermatt a San Moritz, en un paseo de ocho horas.

Más información: myswitzerland.com

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7. Turquía: Riviera turca

Y de repente emerge del fondo de las cálidas aguas del Mediterráneo un destino de belleza natural, con más de mil kilómetros de costa (y playas paradisíacas, como las de la isla Kekova), al que va a ser imposible resistirse. Región bonita y, además, cargada de historia: dicen que en uno de sus bellísimos pueblos, Patara, nació San Nicolás (antes de ser Santa Claus).

Más información: turismodeturquia.org

8. República Checa: Liberec

En la frontera con Polonia están los paisajes más misteriosos de la República Checa. Y una región donde la riqueza natural se alía con la tradición y la artesanía más conocida de Bohemia: el cristal. De no ser por las montañas Jizerské y Lužické, no hubiera existido jamás. Y visitar el Valle de Cristal es descubrirlo (y caer rendido a sus encantos).

Más información: visitczechrepublic.com

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9. Finlandia: Kittilä Levi

Levi es el pueblo de la mejor estación de esquí del país, y un retiro de cuento para ir de vacaciones (todavía sin masificar). Visitarlo en invierno es descubrir la esencia de la Laponia finlandesa: bosques nevados, deporte, saunas, kotas (esas cabañitas de madera con hoguera en su interior) y mucha fiesta. ¿Una dirección? De cabeza a El reno loco (Hullu Poro). 

Más información: visitfinland.com

10. Groenlandia: Ilimanaq

Sentarse a la mesa del restaurante más remoto del mundo es un motivo para perderse en un pueblito de apenas 50 vecinos de la Groenlandia profunda. Es Koks, un dos estrellas Michelin de las Islas Feroe, que se ha mudado por un tiempito a una cabaña del siglo XVIII en estos confines helados. Y ahí permanecerá hasta que terminen las obras de su nuevo hogar, previstas para 2024.

Más información: visitgreenland.com

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11. Estados Unidos: Colorado

El viejo oeste es mucho más que carreteras secundarias, ranchos y paisajes solitarios. Viajar hasta Glenwood Springs, en la América profunda, es descubrir un oasis increíble de termalismo, rodeado de montañas, ríos y manantiales junto a las Montañas Rocosas. Se conoce como el Colorado Hot Springs Loop (Circuito de Aguas Termales). Relax en estado puro.

Más información: colorado.com

12. Perú: Chachapoyas

Carretera y manta rumbo al norte para conocer el legado de los chachapoyas, antiguos habitantes de Perú que mil años antes de Machu Picchu construyeron la enigmática e inaccesible fortaleza de Kuélap. Los sarcófagos de Karajía, de más de dos metros de alto, son también parte de su historia. Ir a conocerla es puro espíritu mochilero para adictos al trekking en el país que ha vuelto a ser elegido como el que tiene la mejor gastronomía del mundo. 

Más información: peru.travel.es

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13. México: Mazatlán

Es la perla del Pacífico, en Sinaloa, y su malecón, una extensión de 21 kilómetros con vistas a las aguas azul turquesa del océano, es uno de los más largos del mundo. Pero Mazatlán no sería lo mismo sin su majestuoso carnaval, el tercero más importante del mundo, que este año celebra su 125 aniversario. Dos buenos motivos para visitarla.

Más información: visitmexico.com

14. Egipto: El Cairo

A pesar de la inminente apertura, el Gran Museo Egipcio sigue rodeado de mucho secretismo por parte del Ministerio de Cultura egipcio. Lo que sí se sabe es que será faraónico (podría rondar los 45.000 metros cuadrados), tanto por dentro (con más de cien mil objetos) como por fuera: una estructura translúcida gigantesca clavada en medio del desierto, cerca de las pirámides de Giza. Y hasta ahí podemos leer.

Más información: egypt.travel

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15. Kenia: Malindi

Malindi, a medio camino entre ciudad y parque natural de aguas cristalinas, es la otra cara de Kenia, la exótica (y nada desértica). Uno de sus paraísos todavía secreto, excepto para la comunidad de italianos, instalada allí desde los 80, y las grandes fortunas europeas, como la de Flavio Briatore, propieratio del mejor boutique resort de África: Billionaire.

Más información: visitkenya.com

16. Botsuana:Kasane

En el África Subsahariana todavía quedan sitios donde hacer un safari de manera discreta, sin turistas y como un local. El Parque Nacional de Chobe es uno: al norte de Botsuana, una extensión de casi 12.000 kilómetros cuadrados en la frontera con Namibia, Zambia y Zimbabue (muy cerca de las cataratas Victoria). No ver un elefante aquí es imposible: se calcula que hay más de 120.000.

Más información: botswanatourism.co.bw

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17. Australia: Sidney

No es fácil no caer en los tópicos en una ciudad tan llena de iconos. A no ser que te pongas a callejear, y hacerlo tiene premio: el bellísimo y decadente jardín de Paddington (servía para suministrar el agua de la ciudad) o Bronte Baths, una de las mejores piscinas oceánicas de Australia. Está escondida (solo acuden locales), pero abre todo el año. Es uno de los secretillos de Sidney, el segundo mejor destino del mundo para conocer en 2023 según Airbnb

Más información: australia.com

18. Tasmania: Maria Island

Es el único parque insular de Tasmania. Tan aislada (por eso fue prisión) y salvajemente natural, que no hay ni coches: el ciclismo de montaña y caminar son las únicas maneras de explorarla y llegar hasta su parte más alta. Merece la pena: el avistamiento de delfines, ballenas y focas está casi asegurado.

Más información: discovertasmania.com.au

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