Quien dude del buen rollo de la ciudad, que se pase por Madrid al Cubo, una tienda de regalos originales solo, solo, de Madrid. ¿Por qué? Porque “Madrid es una ciudad guay”, dice Javier, propietario junto a su hermana Gloria de este local abierto entre la plaza Jacinto Benavente y Canalejas. Él, periodista retirado, y ella, diseñadora en activo, han sabido contagiar su afición por la capital a quienes caminan delante de su fachada, plantada en una de las zonas más turísticas de la ciudad y que poco tiene que ver con las típicas tiendas de souvenirs. Lo mejor es que una buena parte de las piezas de diseño que venden han sido creadas por ellos mismos con una interesante dosis de imaginación, creatividad y mucha guasa. “El descojone está asegurado. Solo tenemos cosas chulas y superdivertidas”. Premisa que dice el propio Javier y que cumplen a rajatabla tanto en sus propios diseños –el felpudo alcantarilla es uno de sus clásicos– como en los de otros artistas. Los jabones con aromas de Madrid –a fiesta, a torrijas o a vermú de aperitivo– ya se están haciendo notar. Entre las láminas, otros nombres propios, desde los skylines de José G. Alcalá y el Mazinger Z sobre la Gran Vía de José Liébana, a las ilustraciones costumbristas de Nathan Brenville, un británico enamorado de Madrid.
Si nos fiásemos de las tiendas más comerciales de souvenirs, podríamos llegar a convencernos de que el plato típico de Madrid es la paella, se baila flamenco por las esquinas y bebemos de botijo en cada bar. Menos mal que hay otras que las contradicen a golpe de cultura de barrio, jerga popular y mucho diseño local. Porque nadie mejor que la gente de aquí para enseñar a los viajeros –y a los propios madrileños– que Madrid sí es una ciudad para recordar. Pasen y vean porque estas son tiendas a las que no da vergüenza entrar para llevarse un bonito recuerdo de Madrid.
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