Cuenta la leyenda que lo que se ha acabado convirtiendo en un icono tex-mex nació en 1943 en la localidad fronteriza de Piedras Negras. Allí, ya con la persiana medio echada, Ignacio Anaya tuvo que improvisar una comida para los últimos clientes. Cogió las tortillas, las partió en forma triangular, las metió en el horno con queso y luego le añadió, claro, unos jalapeños. Aquellos proto-nachos han evolucionado mucho, han ido sumándose más ingredientes pero siguen siendo un fijo en todas las cartas mexicanas y en casi todas las comandas. Podéis comerlos en esta receta o acompañando a un buen guacamole.
RECOMENDADO: Y sigamos con unos tacos
Aquí, donde se llaman por su nombre más auténtico, totopos, el chef Roberto Ruiz da salida a su lado más callejero sin dejar de ser gourmet y diseña recetas tan auténticas como personales. Su guacamole, quizás el mejor de la ciudad, no puede tener mejor compañero de viaje que estos totopos. Y si os habéis quedado con ganas de más, podéis comprar ahí mismo, en El Corte Inglés, un par de bolsas para preparároslos a vuestro gusto en casa.
Hay un pedacito de México en cada uno de los tres locales con los que la familia que regenta este negocio cuenta en Madrid. Practican una cocina sencilla, callejera, de clara influencia tex-mex, donde los nachos, que sirven en tres versiones: zacatecas, mayas o malinches (los más picantes) abren la veda de un largo catálogo de tacos, burritos, quesadillas...
Tras su exitosa apertura en Valdemarín (Aravaca), llega a Madrid apostando por la auténtica cocina mexicana. Para abrir boca tenéis su Paraíso del guacamole, que llega a la mesa acompañado, claro, con los clásicos totopos, que, como ellos dicen en la carta, "los gringos lo llaman nachos".
Dos colores, dos matices. Su guacamole, que no falla, podéis pedirlo nada más sentaros. Así podéis ir viendo el buen nivel de su comida mientras decidís entre la estupenda oferta de tacos que sirve en esta fabuloso localito mexicano en el corazón de Chamberí.
En la extensa carta de la familia Goicoechea, venezolanos de origen vasco, más conocida por su hamburguesas, no falta su plato de nachos que se corona con chili con carne, nata agria, queso fundido, guacamole, tomate picado y jalapeños. Uno de sus clásicos para compartir.
Todo lo que sale de la cocina de Uriel Coria, un mexicano de Cuernavaca, es suculentamente casero. Todo menos, por infraestructura, sus totopos de maíz. Pero para eso también se han buscado unos buenos proveedores. Un poco de queso fundido, un poco de guacamole y, por qué no, un sorbito de tequila.
Elote, cajeta, tlacoyo, chilaquiles, huitlacoche... En este espacio tan auténtico como estiloso no solo vas a comer padre, también ampliarás tus conocimientos culinarios. Rodeada de suculentos guisos y frente al comal, se afana Blanquita a diario. Entre sus botanas, resulta imprescindible pedir el guacamole con totopos. Lo tienen en ración o media ración y entra genial con alguna de sus aguas de sabores.
O cuando la cocina mexicana se funde con el producto mediterráneo. En sus entrantes hay mucha competencia (sope de pato azulón, quesadillas fritas de guiso de oreja...) pero es fácil caer, aunque sea para ir despertando el paladar, en su guacamole clásico, que suma chicharrones a los totopos de maíz.
Gente joven abarrota las mesas de este mexicano que empezó con un localito (aún en c/ Fuentes 11) sin mesas -para comer y marchar- y que se ha convertido en una referencia para darse un atracón de tacos (muchas opciones para elegir) a un precio muy económico. Servicio rápido y, como dicen en méxico, buena onda.
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