Donut de chocolate de Salmon Guru
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Bares y restaurantes para comer y beber con flores en Madrid

Las flores dan color y sabor a platos, cócteles, gentes y espacios. Aquí van algunos lugares para zamparse la primavera

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Son bellas, huelen bien e incluso las hay comestibles. Dan color y sabor a platos, cócteles, gentes y espacios. Las flores son la imagen que nos dice que la primavera ya está aquí, pero en algunos espacios de la capital son una seña de identidad y aderezo gastronómico que va desde recetas de pizzas con flores comestibles hasta vajillas y decorados que recrean verdaderos jardines de las delicias. Aquí van algunos lugares de Madrid para zamparse la primavera en clave florida.

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  • Vegetariana
  • Malasaña
  • precio 2 de 4

"Cuenta colores, no calorías”, es uno de los mantras de este templo malasañero consagrado a la cocina saludable, sin rastro de proteína animal y muy alegre. Y a ello contribuyen las flores, claro. “Utilizamos pétalos de rosa, caléndula, amapola, clavellinas… Transmiten no solo otros matices sino nuestra filosofía positiva de la vida”, dice la cofundadora del proyecto, Rebeca Toribio. Los platos llegan a la mesa y deslumbran con sus diferentes tonalidades. La pizza Rainbow parece un cuadro campestre. “Es la más primaveral con muchos contrastes de sabores. La hacemos sobre una base de tomate y queso vegano de aceite de coco, verduras asadas, pesto vegano de almendra y albahaca, y va coronada con canónigos, rabanitos y pensamientos de diversos colores”, revela la jefa de cocina Ainhoa Romero, “es una flor que aporta un toque agridulce y equilibramos con el resto de ingredientes”.

 

  • Coctelerías
  • Centro
  • precio 2 de 4

Para el bartender Diego Cabrera todo tiene que tener un sentido y un lugar en sus cócteles. Las flores también. “Nuestra filosofía es 360°, es decir, visual, gustativa, olfativa... En este sentido, empleamos muchas flores, sobre todo pétalos. Van muy bien con los cócteles afrutados, sour, sin alcohol y refrescantes”, explica Cabrera. Aquí, en Salmon Guru, las protagonistas solo muestran su belleza cuando se pide algo de la carta y aterriza en la mesa. Las presentaciones deslumbran. Ahí está la Abelha o, si hablamos de cocina, el dónut gurú bañado en cacao con unos pensamientos por encima que le dan un toque silvestre. La presencia floral no solo se ve, sino que se intuye: “Las incluimos con la miel, infusiones de jazmín, siropes, agua de rosas... no solo son decoración”, revela Cabrera.

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  • Tiendas
  • Flores
  • Chamberí
  • precio 2 de 4

Esta pequeña tetería, tienda y floristería de dos pisos conectados con una escalera de caracol, aloja muchos recovecos cuquis donde camuflarse entre las flores y olvidarse del mundanal ruido. Tiene solo siete mesas, así que no es mala idea reservar. Rosas, hortensias, margaritas… Aquí ellas son las protas. Entre sus sillas, mesitas y sofás se puede tomar un té o una infusión (a elegir entre 20 tipos diferentes), un café para acompañar una tarta o mojar un bizcocho (que elaboran en su propio obrador), cookie monster, barquillos, etc. Todo mientras la vista y el olfato se pierden en los aromas de las plantas y en infinidad de artículos (a la venta): cajitas, frascos de cristal, tazas exclusivas... Por supuesto, siempre cuentan con flores frescas, secas y preservadas, confeccionan todo tipo de arreglos florales y organizan talleres de flores, cursos y catas de tés.

  • Comer

A la categoría de lugar bonito es difícil ganar en Madrid, pero el hermano pequeño del restaurante Bel Mondo ya figura entre los más llamativos. Está en la parte baja de la plaza de Santa Bárbara, en Alonso Martínez, y recibe al visitante con flores, por supuesto. Son un leitmotiv en el decorado del grupo de restauración Big Mamma, desde la terraza a los dos salones interiores. Usan flores secas y frescas, y tienen un sistema para mantenerlas vivas y coleando. Son una seña de identidad de la casa que incluso se refleja en su vajilla italiana, de la marca Fima Deruta, que les ha hecho un plato con forma de girasol donde sirven sus famosos raviolis rellenos de carbonara y yema de huevo con crujiente de guanciale de la Toscana y pecorino. Mientras, para el tiramisú, usan unos cuencos pequeños con dibujos florales en su interior, pero para descubrirlos hay que terminar el postre, claro.

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  • Comer

Este lugar es como caerse por el hueco del árbol de Alicia en el País de las maravillas. Se accede por la tienda de Salvador Bachiller, en la calle Alberto Aguilera, y luego se baja por unas escaleras que forman un túnel de flores iluminado. Ahí la gente se para extasiada y posa para inmortalizar la visita. Casi es obligatorio hacerlo. Una vez dentro, hay infinidad de rincones para comer, el más cotizado es el quiosco central acristalado que tiene incluso un cerezo en el centro. Por supuesto, las flores copan cada esquina: en el techo, en jarrones, en forma de lámparas, en las paredes, en esculturas… Para disfrutarlas, ofrecen una carta moderna para todos los paladares, desde hamburguesas a pizzas, especialidades veganas y postres como la torrija de brioche con helado de turrón.

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