La categoría de emblema de Madrid de la que goza la Puerta de Alcalá no ha librado a este monumento del fuego cruzado. No lo hizo en 1808, cuando el pueblo de Madrid se levantó en armas contra las tropas napoleónicas, ni tampoco en la guerra civil. Pese a que ha sido restaurada en numerosas ocasiones, en todas ellas se ha optado por mantener intactos los agujeros de bala, que siguen siendo perfectamente visibles, especialmente en sus columnas, como testigos de nuestra historia reciente más violenta.
Madrid fue el escenario de algunos de los capítulos más trágicos de la guerra civil. Durante los tres años que duró la contienda, los bombardeos y el asedio sobre la capital fueron constantes. Más de 6.000 edificios resultaron dañados. Y pese a ello, Madrid resistió los ataques del bando sublevado hasta el último momento. Aún hoy es posible encontrar algún que otro búnker en Madrid, así como muchas otras de las cicatrices que dejó la guerra civil. Testigos de un conflicto fratricida que nunca debe caer en el olvido y del que puede aprenderse algo más recorriendo estos lugares.
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