Este barrio representa la fusión de culturas que ha experimentado Madrid en las últimas décadas. Los restaurantes hindúes se intercalan con las típicas tabernas castizas madrileñas y los inmigrantes forman el tejido social sobre el que se sustenta Lavapiés. Son famosas también sus fiestas de San Lorenzo, que se celebran en el mes de agosto y atraen a muchos madrileños a recorrer estas calles de empinadas cuetas. Tapapiés, una ruta de tapas muy internacional, también se ha convertido en un evento imprescindible y, cómo no, El Rastro, el mercadillo más famoso y popular de la ciudad que se celebra cada domingo.
Existe un Lavapiés para cada tipo de visitante. Por ello, no te extrañe encontrarlo siempre algo concurrido. ¿Una recomendación? La vida de barrio todavía existe y resiste y cuando más se aprecia, es a primera hora de la mañana, cuando poca gente está mirando. Pasea por sus callejuelas, escuchando cómo se levantan las persianas y prepárate para disfrutar de todo lo que esta zona de Madrid tiene preparado para ti.
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Si hay un barrio que puede presumir de ser genuinamente madrileño, ese es Lavapiés. Es aquí donde se encuentra el origen del llamado casticismo, así como de lo que antaño se llamaron Manolos. Se dice que este fue el nombre asignado a los habitantes judeoconversos que vivían en la zona. Hoy, y aunque el barrio ha sufrido una transformación profunda, esa autenticidad sigue presente en cada esquina, cada calle y cada plaza.
Este barrio concentra una diversidad de inmigrantes mayor que cualquier otra zona de Madrid. Siempre ha sido un barrio humilde, habitado hasta los años 80 por personas de avanzada edad en su mayoría que vivían en las típicas corralas madrileñas. Actualmente, atrae a muchos jóvenes que conviven con ciudadanos de hasta 88 nacionalidades diferentes, sobre todo marroquíes, ecuatorianos, colombianos, chinos y bangladeshíes.
Los bares y las terrazas se amontonan a lo largo de esta calle, que une la plaza de Lavapiés con la Ronda de Atocha. Es habitual encontrarse los fines de semana con las barras y las mesas llenas de grupos de amigos que charlan en torno a unas cañas. La ruta de tapas conocida como Tapapiés tiene lugar, sobre todo, en esta vía. En los últimos años, las tabernas tradicionales están dejando paso a locales más modernos, especialmente a bares y restaurantes de comida internacional, muy demandada por los vecinos del barrio.
El 10 de agosto se celebran las fiestas del barrio en honor a San Lorenzo. Las celebraciones duran varios días y acude gente de todo Madrid para asistir a los concierto gratuitos, participar en los concursos populares de chulapos o en el que busca la mejor tortilla española, beber limonada gratis y tomar algo en las barras que los propios bares de la zona sacan a las abarrotadas calles. ¡La diversión está asegurada!
No se puede hablar de este barrio sin hacer referencia a uno de sus iconos por antonomasia: El Rastro. Las mañanas de domingo, así como los festivos, las aceras de la cuesta de Ribera de Curtidores se llenan de puestos para conformar el mercadillo más popular de todos los que se celebran en Madrid. ¿Que qué hay en El Rastro? Absolutamente de todo. Pero, ante todo, un bullicio y una vida que definen a la perfección el carácter de los madrileños.
En un esquinazo de la calle de Embajadores, una cristalera llama la atención de quien pasa cerca. Al otro lado del ventanal, en el interior, la promesa de una cena con acento italiano se sirve en las mesas de Éccolo. Al fondo, en un espacio diáfano, un gran horno de leña absorbe el incesante ir y venir de pizzas. Biológicas, con ingredientes selectos, mucha D.O.P y de buen tamaño. No querrás ceder ni media porción, pero deja espacio a los piattini –sbriciolona toscana, caponata, coppa...– y a la panna cotta. Su envidiable oferta de cervezas artesanales redondea el plan.
Hasta Grecia ha venido a poner su granito de arena en el barrio más cosmopolita de Madrid. De todos los restaurantes en Lavapiés, este será el que te permita disfrutar de un buen souvlakis (pequeños trozos de carne y verduras que rellenan una masa de pan de pita, a modo de bocadillo, con salsas como la famosa tzatziki). Fue en 2016 cuando abrió sus puertas aquí trayendo con éxito esta especialidad del país mediterráneo. No es un kebab, aunque guarde algunas similitudes, ni un restaurante griego al uso.
Restaurante, sidrería y bar de copas. Su aventura empezó allá por 1999, cuando dos primos de Luarca decidieron abrir aquí un auténtico chigre (sidrería típica asturiana) y traer hasta la capital la buena comida y bebida de allí. Al cruzar sus puertas se mezcla el olor de la sidra y el cabrales, aunque lo más demandado suele ser su terraza en verano. La calidad de su comida y sus precios más que asequibles son sus puntos fuertes, pudiendo disfrutar de una fabada asturiana, unas setas con cabrales o un churrasco troceado sin dejarte un dineral. Conviene apuntarse sus coordenadas para cuando andes buscando dónde comer en Lavapiés.
Aquí no solo puedes pedir decenas de vinos por copa sino que además, si quieres catar varios en una misma visita, puedes beber medias copas. Tienen una sencilla carta con todos los caldos. Pregunta y te sugerirán; es fácil sentirse perdido ante el tamaño de la oferta y los nombres de las referencias. Son poco habituales y se agradece. Para comer ofrecen embutidos, quesos, carrilleras al oporto, pimientos asados con caballa, salmorejo eco... No solo hay calidad en su selección. También cuidan el detalle. Hasta el pan es artesanal de masa madre.
Solo por pedirte una ración de gambas (a la plancha) acompañada de un vermú (con seltz de grifo incluido) merece la pena. Y mucho. Tienen un saloncito tras la barra donde darse un atracón de notable producto fresco: ostras, percebes, cigalas… Los camareros apenas te conceden una mueca (no digamos una sonrisa), pero en eficiencia y diligencia no tienen rival. En hora punta saldrás con la ropa impregnada del humillo de la plancha, pero satisfecho y chupándote los dedos. Para muchos, un plan fijo, un acierto siempre.
El bar de bares en Lavapiés. Pequeño, pero apañado, este establecimiento es un clásico del barrio. Famoso por sus zapatillas, enormes y de lacón y queso, sirven también grandes y riquísimas croquetas. Un favorito de la zona, siempre lleno hasta la bandera. Más si cabe, desde que cerró sus puertas por jubilación de sus dueños de siempre y, para gran alegría del respetable, volvió a abrir gracias a tres amigos que decidieron lanzarse a la aventura de la hostelería. ¡Larga vida al Melo's!
El antiguo bar del Teatro Pavón volvió a abrir sus puertas tras el cierre del espacio escénico manteniendo toda su autenticidad, con una larga barra de zinc, sus mesas junto a sus enormes ventanales, sus lámparas art decó y hasta el techo original de 1924. Ahora, además de ser uno de los rincones preferidos por actores y actrices para tomar un café, también cuenta con una pequeña oferta gastronómica y hasta un plato del día. No faltan, por supuesto, el vermú de grifo ni la cerveza artesanal.
Música y espectáculos en directo más la posibilidad de bailar hasta que salga el sol. Esta mezcla de atractivos ingredientes da forma a la propuesta de ocio que cada fin de semana, desde 2012, despliega Club 33 para quien guste de visitarlo. Escriben en su página web que tienen licencia para casi todo y también mucho talento, por lo que no debería sorprender que por su sala hayan pasado artistas de casi cualquier palo musical, y que sus sesiones de clubbing suenen a electroindie, pero también a temas (más bien, temazos) de los 80 y de los 90, a rock y a pop.
Un lugar de reunión bohemia, fresco y relajado para aquellos a los que les gusta el ritmo de la noche de esta zona de Madrid. Siendo enérgico, pero no demasiado frenético. La barra de ladrillo rojo con la parte frontal desnuda y cromada proporciona un fondo frío para el público, que escucha una banda sonora de jazz y soul de base amplia. Después de la medianoche, el ritmo se acelera en la parte de atrás. El DJ residente hace girar los platos con una mezcla de soul, latin y funk.
Esta tienda de discos del barrio de Lavapiés está especializada en vinilos nuevos y usados y en LPs o singles de todo tipo de estilos y épocas. También compran vinilos de segunda mano y cuentan con una sección de librería especializada en música, cine y narrativa actual, además de un servicio de envíos que incluye “cualquier lugar del mundo”. Es una de los locales favoritos para comprar música de artistas como Christina Rosenvinge.
La Oficial es una tiendita de cerámica al peso que ha abierto en la zona de moda de La Latina, a un paso de la calle Santa Ana. Vajillas, cuencos, fuentes, soperas y todo el menaje que se te ocurra hecho en cerámica es lo que encontrarás en sus estanterías. Lo traen todo desde Portugal, cuna de artesanos y de porcelana tremendamente colorista pintada a mano. La venden al peso, algo nunca visto hasta ahora en Madrid. Y si necesitas alguna excusa para dejarte caer y perder la cabeza entre tanta cosa bonita, ve rompiendo tus platos.
La más atractiva librería del barrio. Está ubicada a pocos metros del Mercado de la Cebada y en sus estanterías, además de novelas, ensayos, cómics... podréis encontrar una amplia variedad de vinilos procedentes de los sellos más independientes del país. También cuentan con una parte destinada a la venta de vinilos de segunda mano y una amplia selección de libros de música y fanzines autoeditados.
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