Lo mejor de cada barrio: Chamberí

Chamberí (Madrid) siempre se ha caracterizado por sus tabernas tradicionales de azulejos azules y blancos y barras de acero donde tomar unas cañas o el vermut del domingo rodeados de la gente del barrio. Sin embargo, en los últimos años, cada vez más bares y restaurantes de nueva cocina han elegido esta zona para abrir sus puertas. Y no solo hablamos de la calle Ponzano, de visita imprescindible para probar lo último de la gastronomía madrileña, sino también de los alrededores de la Plaza Olavide (Mama Campo, Perrachica, etc.) y también las calles más cercanas a Alonso Martínez y Castellana (Benares, La Vaquería Montañesa, etc.). ¿Lo mejor? Que los bares de toda la vida no solo siguen abiertos sino que estas aperturas atraen a grupos de amigos a estos rincones tradicionales. Además, el propio Mercado de Chamberí se ha reinventado con un nuevo espacio ‘gastro’, La Chispería.

Alejado de lugares turísticamente masificados como la Gran Vía, los cines de este barrio han corrido mejor suerte que los de la emblemática calle madrileña. A pesar del cierre de los Renoir Cuatro Caminos, otras cadenas siguen apostando por el séptimo arte (Conde Duque, Verdi, Palafox, etc.) Y no solo el cine se mantiene con vida por estos lares: esta zona acoge algunos de los mejores teatros de la ciudad, como los del Canal, los Luchana o el Abadía. En cuanto a los museos, aquí conviven desde bonitas pinacotecas como el Sorolla (no os perdáis su jardín) hasta otros menos convencionales como el Geominero o el Andén Cero, que incluye una visita a la estación de metro fantasma de Chamberí.

Aunque se dice que el barrio tomó el nombre de ‘Chambery’ -así llamaron las tropas francesas al campamento militar que instalaron en la plaza principal del distrito-, la historia de esta zona de la ciudad se remonta a la Edad Media, cuando los terrenos eran propiedad de los templarios. Más tarde, pasarían a ser utilizados por los miembros de la Corte para realizar cacerías hasta que la zona se repartió entre la Iglesia, la monarquía, los nobles y algunos campesinos acomodados. Un carácter castizo, señorial y aristocrático que ha mantenido intacto hasta nuestros días. Está dividido en seis barrios, Gaztambide, Arapiles, Trafalgar, Almagro, Ríos Rosas y Vallehermoso y uno de sus mayores defectos es la escasez de zonas verdes, a excepción del Parque Santander y poco más. Aquí se encuentra también “una de las mejores calles de Europa”, según el New York Times.

El estilo arquitectónico de este distrito es único en todo Madrid, ya que a sus señoriales edificios de pisos inmensos y techos altísimos, se suman también una gran cantidad de construcciones de estilo modernista y neomudéjar, además de dos creaciones únicas del racionalismo: la Estación de Servicio de Vallehermoso y la Casa de las Flores. Merecen una visita por ejemplo el Hospital de Maudes, un recinto amurallado de diseño octogonal que albergó un hospital, una chatarrería y ahora una institución pública de la Comunidad de Madrid; el Frontón Beti-Jai, declarado monumento del patrimonio histórico de España; o la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía.