Lac d’Annecy  (França)
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Los 25 lugares más bonitos para visitar en Francia

Lagos, canales, castillos, calas... Nuestra selección de los lugares más bellos para visitar en Francia ahora mismo

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Siempre diversa e imposible de catalogar, Francia significa diferentes cosas para diferentes personas. Para algunos, son las playas y el sol mediterráneo. Para otros, las refulgentes pistas de esquí de los Alpes. Para otros, son los campos de lavanda de la Provenza. Y para otros, son todos esos castillos rurales, presididos por jardines 'ingleses' impecablemente cuidados -toda una ironía-.

Entonces, ¿qué tienen en común todas esas visiones de la 'vie à la française'? Todas ellas son tan hermosas (cada una a su manera) que os hará pestañear varias veces. Probablemente, por eso, los viajeros no nos cansamos nunca y volvemos cada año a por más elixir: año tras año, Francia es el destino turístico más visitado del planeta. Anhelamos volver a esa panadería local, a esa pista azul, a ese paseo costero.

Incluso si no habíais visitado antes el país, saldréis alabando las virtudes de cualquier región a la que terminéis yendo primero. ¿Estáis planeando unas vacaciones? Sumergíos en nuestra lista de los 25 lugares más hermosos para visitar en Francia y elegid la próxima escapada 'tricolor' de vuestros sueños.

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  • Viaje
  • Transportes y viajes

Entre Lyon y Aviñón, en medio del imponente parque natural de Vercors, se esconde el que posiblemente sea uno de los secretos mejor guardados de Europa. Un tesoro que se asoma a un acantilado sobre el río que da nombre a la localidad y que recuerda muchísimo a una de las joyas de la arquitectura española: las casas colgadas de Cuenca. Y es que la similitud entre ambos lugares es total: viejas casas encaramadas a la cornisa de la roca, asomadas al río sobre terrazas en voladizo y cuya construcción en altura durante la época medieval parece casi imposible.

2. Gorges du Verdon

Con una altura de unos 700 metros, los flancos de piedra caliza que desafían la gravedad del desfiladero de Verdon son espectaculares por sí solos. Y luego está el agua, que tiene un deslumbrante tono verde turquesa como ningún otro en la Tierra. Este gigantesco cañón del río, que se dice que es el segundo más alto del mundo, es uno de los sitios más bonitos de Francia y atrae a excursionistas, nadadores y kayakistas hartos del bullicio de la cercana Riviera francesa.

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3. Mont Saint-Michel

Objeto ancestral de debate entre bretones y normandos, el Mont Saint-Michel es uno de los monumentos más visitados de Francia. Después de apreciar la impresionante marea, hay que pasear por esta ciudad que vive fuera del tiempo y, concretamente, por la abadía, clasificada como Patrimonio Mundial de la UNESCO. Tal vez acabéis siendo el elegido que encuentra la ubicación exacta del monte.

Podríamos decir que la capital francesa es casi, casi infinita y que, por muchas veces que la hayas visitado, siempre se va a guardar un as en la manga con el que sorprenderte. Sí, has subido a la Torre Eiffel, has paseado por los pasillos del Louvre y ya conoces la plaza de los pintores en Montmartre; pero todavía te queda mucho, mucho por hacer. Opciones relajadas, más propias de los locales que de turistas apresurados: ¿has probado ya a sentarte en la terraza de un café a ver la vida pasar, has hecho un pícnic a orillas del Sena o has asistido a un concierto callejero? París es glamour, sí; pero también vida urbana.

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5. Colmar

En Colmar, en la hermosa región de Alsacia, se pueden combinar historia y arquitectura con una rica tradición gastronómica. Recorred las calles empedradas y maravillaos con las casas de entramado de madera, especialmente en la Petite Venise. Después de pasear, es hora de probar las delicias culinarias locales, como la choucroute, la Tarte flambée con crema agria y beicon; y el Munster, un queso aromático. Y, sobre todo, acompañad la experiencia con un vino Riesling y hacedle un mordisco al Kugelhopf, un bizcocho esponjoso delicioso.

  • Viaje

La costa del País Vasco francés no es Malibú, pero lo parece. Ni el clima (mucho más frío) ni el paisaje (sin duda, más escarpado y vertical) que rodea sus kilométricas playas tienen nada que ver, pero el ambiente surfero no puede ser más auténtico. Tanto es así que a la encantadora villa marinera de Anglet, muy cerca de Biarritz y San Juan de Luz, se la conoce como la 'Pequeña California'. Las escuelas de surf que llenan de tablas todo el litoral junto a los campeonatos que anualmente se celebran en sus aguas, además de las tiendas de ropa de baño y trajes para bailar sobre las olas o los restaurantes informales abiertos a pie de playa (tabernas y chiringuitos, pero con chimenea) hacen el resto. 

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7. Volcans d’Auvergne

Los 'puys' de Auvernia son colinas redondeadas formadas por magma endurecido de una cadena de volcanes inactivos. La atracción estrella del parque natural regional de los volcanes de Auvernia, de 395.000 hectáreas, son la Chaîne des Puys, los Monts Dore, el Cézallier y los Monts du Cantal, que conforman un entorno peculiar pero absolutamente único para caminatas, viajes en bicicleta y paseos en globo aerostático. Imprescindible el sobrenatural lago del cráter Pavin.

8. Côte de Granit Rose

¿Os apetece saborear la 'vie en rose'? El sur de Bretaña puede tener la bahía de Quiberon, la joya indiscutible de la corona de la región, pero el norte puede reclamar los encantos más sutiles de la Côte de Granit Rose. Este tramo de 10 km de largo, desde Perros-Guirec hasta Trébeurden, es conocido como la Costa de Granito Rosa por los enormes bloques de roca rosada pulida por el Atlántico que bordean sus costas. Las visitas obligadas locales incluyen el almuerzo en el antiguo pueblo pesquero de Ploumanac'h, caminar por la ruta Sentier des Douaniers y avistar aves marinas en la reserva natural de Sept-Îles. 

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9. Rocamadour

La región de Midi-Pyrénées alberga una población que está considerada como uno de los sitios más bonitos de Francia. Dicen que parece un lugar encantado. Casas e iglesias rodeadas de pasillos, escaleras, puertas y balcones te transportan directamente a un cuento de hadas. El mirador sobre el río Alzou y el parque natural regional de Causses du Quercy son de gran interés, pero no menos la capilla de Notre-Dame, donde puede contemplarse la estatua de Santa María de Rocamadour, original del siglo XII y conocida como 'la Virgen Negra' (al estilo de la Moreneta). Si os detenéis en la entrada de la capilla, mirad hacia arriba: veréis la espada de Durandal, la legendaria espada de Roldán.

10. Désert des Agriates

El centro de Córcega puede estar dominado por montañas ideales para caminatas, pero las playas del norte también merecen una visita. Una de las más bellas es la Plage du Lotu, a la que se puede acceder en barco de recreo desde el pueblo de Saint-Florent. Pero si preferís poner a prueba vuestro tono físico, podéis pasear por el desierto escarpado, árido y yermo del Désert des Agriates, el único desierto certificado de Europa, que está bordeado por un sendero costero de 40 km de largo.

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Cuando uno visita Marsella corre el riesgo de dirigirse directamente hacia la belleza hipnótica de sus calanques. Ahora bien, no dedicar unos días a disfrutar de la que es la segunda ciudad más importante de Francia sería un error. Merece la pena sumergirse en la vida de su puerto, acercarse hasta la Catedral de Santa María La Mayor para maravillarse con sus dimensiones y su estilo bizantino, aunque para maravillas, las vistas que se tienen desde la colina donde está situada Notre Dame de la Garde. ¿El islote que ves con un castillo? Se trata del Castillo de If, en el que Alejandro Dumas se inspiró para describir la prisión de El Conde de Montecristo. Ah, por si andas buscando la zona de moda, ya te decimos que te adentres en Le Panier, un antiguo barrio de pescadores en el que proliferan los restaurantes y bares con encanto.

12. Faille de Poé

Una foto vale más que mil palabras (especialmente esta), absolviéndonos de tener que remarcar lo impresionante que es la falla de Poé. Clasificada como Patrimonio de la UNESCO, el sitio, ubicado en la parte sur de la isla, es una de las joyas de Nueva Caledonia. Topográficamente hablando, estamos ante un antiguo río que se convirtió en una falla submarina de unos veinte metros de profundidad. Serpenteando a lo largo de varios kilómetros por toda la laguna, alberga una intensa vida submarina compuesta por tiburones, tortugas y corales. El buceo está claramente reservado a los expertos, pero también es posible admirar el lugar desde las alturas en ULM o a vista abierta desde los senderos cercanos... Una gama de azules capaz de desarmar hasta a los ojos más penetrantes.

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13. Dune du Pilat y Baie d'Arcachon

La duna de arena más alta de Europa, situada entre el bosque y el océano, puede que ya esté en lo más alto de tu lista de deseos viajeros. Pero no os perdáis la vecina Baie d'Arcachon, una de las reservas naturales más ricas y diversas del país. Si tenéis suerte, podréis vislumbrar delfines mulares, focas grises e incluso tortugas laúd, sin mencionar miles y miles de aves migratorias.

14. Jardins de Marqueyssac

El valle de la Dordoña está repleto de idílicos bosques y pueblos de postal. Para asimilarlo todo, dirigíos a los jardines colgantes de Marqueyssac, en los terrenos del castillo del siglo XVII del mismo nombre. Sus 150.000 bojes, recortados con formas globulares surrealistas, se asemejan a rebaños de ovejas en la ladera de Vésac, mientras que el sendero de 5 km por los jardines ofrece panorámicas inmejorables desde el mirador del acantilado del castillo.

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15. Plateau des Mille Étangs

Conocida por los lugareños como 'la pequeña Finlandia', la meseta de Mille Étangs, en la región de los Vosgos, es un extenso laberinto de unos 850 estanques que se formaron cuando los glaciares se retiraron de la zona hace 12.000 años. Los 'étangs' cubren en su mayoría alrededor de diez hectáreas cada uno, y están rodeados por prados, arroyos y bosques entrelazados. Cualquier aficionado a la pesca y a los deportes acuáticos estará en su salsa, y también hay senderos y rutas en bicicleta. Aseguraos de pasar por los baños termales en la cercana Luxeuil-les-Bains y por la capilla de Notre-Dame du Haut, diseñada por el maestro Le Corbusier.

16. Calanques marseillaises

¿Necesitáis una salida al campo después de una visita a la divertida pero agitada Marsella? Haced como los lugareños e id a una de las muchas hermosas 'calanques' (calas) de la costa circundante con nombres encantadores como Cassis, Sormiou y Sugiton. Claro que llegar allí puede suponer un largo viaje, pero la sensación de felicidad primigenia, las hermosas aguas azules (y típicamente cálidas) de las 'calanques', el dulce olor de los pinos, el zumbido continuo de las cigarras y el saber que estás en uno de los sitios más bonitos de Francia harán que la travesía valga la pena.

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17. Canal du Midi

'Parfois au fond de moi se ranime / L'eau verte du Canal du Midi' ('a veces dentro de mí cobra vida / el agua verde del Canal du Midi'). Los franceses a menudo recuerdan el clásico de Claude Nougaro cuando el canal más majestuoso del Languedoc surge en una conversación. Y muchos, especialmente los del sur, empatizarían con el sentimiento. Sus 240 km –que conectan el río Garona con la cuenca del Étang de Thau, en el Mediterráneo– hacen del Midi el destino soñado por los amantes de la bicicleta en verano. Fue construido por orden del primer ministro de Luis XIV, Colbert, en el siglo XVII, y ahora está conectado al Canal de Garonne, de modo que las barcazas pueden viajar desde el Atlántico hasta el Mediterráneo. Para vivir la experiencia completa, alquilad una.

18. Les Baux-de-Provence

Más de un millón de visitantes acuden en masa a este espectacular pueblo provenzal cada año. Y por una buena razón. Su espectacular ubicación en un afloramiento rocoso en las montañas Alpilles hace de Les Baux-de-Provence un lugar ideal para contemplar las extensas llanuras del sur de la región. Relativamente cerca de la fotogénica ciudad de Arles, donde Vincent van Gogh pasó un año antes de su muerte, las callejuelas adoquinadas del pueblo albergan un hermoso castillo del siglo XIII y el Musée du Santon, un museo extrañamente fascinante dedicado a los 'santons', figurillas tradicionales elaboradas con cera y vidrio en los alrededores. Cerca de allí, también encontraréis Carrières des Lumières, un antigua cantera de bauxita convertida en centro de arte digital.

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19. Falaises d'Etretat

El mundo literario y pictórico del siglo XIX lo convirtió en uno de sus lugares de vacaciones favoritos. Etretat, su aguja, su arco y sus acantilados cinematográficos de tiza blanca... Toda una inspiración. Como era de esperar, con el tiempo, se convirtió en uno de los destinos turísticos franceses más visitados, en donde recomendamos también pasear por el interior del País de Caux, otro lugar igual de magnífico.

20. Lac d’Annecy

Bordeado por montañas cubiertas de nieve, Annecy es conocido como el lago más limpio de Europa gracias a las estrictas normativas medioambientales locales. Y también es muy hermoso. El tercer lago más grande de Francia, si se descarta la parte francesa del lago Ginebra, este destino de 28 kilómetros cuadrados en Haute-Savoie atrae a sus 'playas' a bañistas, marineros, buceadores y amantes del sol. Las colinas de la zona, ricas en flora y fauna, son ideales para practicar senderismo, y la ciudad de Annecy está repleta de magníficos restaurantes.

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21. Château du Haut-Kœnigsbourg

Si viajáis por carretera a Alemania, haced un alto en el camino y pasad por este castillo increíblemente pintoresco con vistas a la llanura del Alto Rin. Encaramado en una colina rocosa a 700 metros de altura, el Château du Haut-Kœnigsbourg del siglo XII ha cambiado de manos muchas veces a lo largo de los años, más recientemente de Alemania a Francia tras el Tratado de Versalles en 1919. Con su mazmorra y torres intactas, el castillo medieval bien vale la pena, pero los jardines y las vistas que lo acompañan son el atractivo principal. Este complejo épico y sus alrededores pueden recordarte a 'El castillo ambulante' (y, sorpresa, eso será porque Hayao Miyazaki realmente basó su fantástico edificio en él). Para vuestra información, también protagoniza el clásico 'La gran ilusión', que Jean Renoir dirigió en 1937.

22. Cirque de Gavarnie

No lejos de la frontera con España, el Cirque de Gavarnie es un enorme valle parecido a un anfiteatro que Víctor Hugo describió una vez como un "Coliseo de la naturaleza". Ahora Patrimonio Mundial de la Unesco, el circo pirenaico tiene 4 km de ancho y sus paredes de roca se ciernen alrededor de 1.500 metros de altura. Id en los meses más cálidos y podréis contemplar la 'Grande Cascade' de 425 metros de altura, la segunda cascada más alta de Europa (cuando hay agua). Sin duda uno de los lugares imprescindibles que ver en Francia. 

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23. Valle del Loira

Castillos y vino. ¿Qué mas se puede pedir? Así, con esas dos palabras podríamos resumir lo que supone seguir el curso del que es el río más largo de Francia, el Loira. Su recorrido es una suma de paisajes, algunos de ellos declarados Patrimonio Mundial de la UNESCO; de ciudades coquetas para el recuerdo, como Orléans o Tours; y, por supuesto, como ya hemos mencionado, de castillos que parecen sacados directamente de un cuento y que nos hablan de la época en que la monarquía gozó de un desmedido esplendor en Francia. Además, no dejes de hacer un alto en tu camino para disfrutar de los vinos que producen sus bodegas. 

24. Gorges du Tarn

Escondido entre las mesetas de Causses y las montañas Cevenas, el cañón del Tarn es una aventura pintoresca y un lugar ideal para acampar, entre los departamentos de Lozère y Aveyron, en el sur. Las impresionantes cascadas se prestan para la práctica de kayak, buceo y escalada, mientras que las mesetas cercanas son populares entre los espeleólogos aficionados. Pasa la noche en el bonito pueblo de Saint-Énimie del siglo VII, fundado por un santo curado de lepra en aguas cercanas. Y tened en cuenta también que se sabe que los astutos buitres leonados buscan la basura en estas áreas, ¡así que cuidado con el pícnic!

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25. Sentier des Ocres

Rojos, naranjas, amarillos: el Sentier des Ocres abunda en tonos extravagantes que sería difícil encontrar en cualquier otro lugar de este rincón sereno (y muy verde) de Francia, cerca de Aix-en-Provence. Parecido a una versión mucho más pequeña de Monument Valley en los Estados Unidos, el Sentier comprende dos caminos marcados a través de una cantera de pigmento ocre en desuso en Rousillon, en la región de Vaucluse. Con una extensión de 30 hectáreas y famosa por sus aproximadamente 20 tonos diferentes de ocre, es una vista realmente inesperada que está lista para petarlo en vuestra próxima publicación de Instagram.

26. Vignobles de Champagne

El orgullo internacional francés burbujea en este rincón del mundo más que en ningún otro y es que el champán es ineludible. Para encontrar las mejores denominaciones, los mejores ‘crudos’, hay que dirigirse a la región que le dio su nombre, en el nordeste. Desde el macizo de Saint-Thierry hasta el valle del Marne, no dudéis en llamar a las puertas de las bodegas, los productores sabrán serviros como es debido.

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27. Plateau de Valensole

¿No os gusta el olor a lavanda? Entonces es mejor evitar la meseta de Valensole, con sus campos y campos de color púrpura que se extienden en la distancia. No lejos de las Gorges du Verdon, estas laderas provenzales ofrecen 800 kilómetros cuadrados de fragancias y son uno de los sitios más bonitos de Francia. Recomendamos alquilar una bicicleta de montaña y recorrer los senderos de tierra amarilla. Para una parada con encanto, visitad los pueblos de Riez y Esparron-de-Verdon.

28. Pont du Gard

Construido para transportar agua a más de 50 km de la ciudad de Nîmes, el Pont du Gard es, sin duda, uno de los monumentos romanos más impresionantes que aún se conservan. Este acueducto de tres niveles, construido en el siglo I a.C., se extiende a ambos lados del río Gardon, cerca de la ciudad de Vers-Pont-du-Gard, y es asombroso contemplarlo. Dos milenios después de su construcción, la estructura de 275 metros de longitud sigue siendo lo suficientemente resistente como para cruzarla, pero, para tener una idea real de su tamaño puro y ambicioso, admirad este sitio patrimonio mundial de la Unesco desde el agua. El río es ideal para ir en piragüa, así que alquilad una en los puestos cercanos.

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