Guillem Clua, cuyas obras 'Piel en llamas' y 'El sabor de las cenizas' se estrenaron en los Estados Unidos, dice que "estamos viviendo nuestro mejor momento como dramaturgos con respecto a las oportunidades internacionales y tenemos que aprovecharlo. Hay varias voces emocionantes fuera de Barcelona, como Esteve Soler, y esto está pasando porque no nos sentamos a mirarnos el ombligo, o a hablar de problemas matrimoniales o temas fuera de nuestro alcance. Hablamos de lo que pasa en la calle, lo que está en los periódicos. Hoy nuestro público es global". Las producciones de Clua para esta temporada en Barcelona son 'La terra promessa' (La tierra prometida) y el musical '73 raons per deixar-te' (73 razones para dejarte).
Todos estos dramaturgos vienen de la fábrica dramática más grande de Barcelona, la Sala Beckett, un teatro de 60 asientos en Gràcia que hace 10 años dedicó una temporada entera al tema de Barcelona y, dos años más tarde, al teatro catalán. Fue en esa primera temporada en Barcelona cuando irrumpieron en escena nuevos autores. Pau Miró estrenó en 2004 'Plou a Barcelona' (Llueve en Barcelona), que ganó el premio del Círculo de Críticos a la mejor nueva obra de teatro y viajó después a Italia, donde la montó la compañía del Teatro Uniti. Y su 'Els jugadors' (Los jugadores) ganó el premio Ubú (premios del teatro italiano) a la mejor obra extranjera.
Hace dos años, el Teatre Nacional de Catalunya dio la oportunidad a algunos dramaturgos de montar sus obras en uno de los teatros más grandes de la ciudad: el TNC de 900 asientos, un recinto normalmente reservado a las grandes producciones de Shakespare o Lorca. Fue la señal de un futuro saludable: los dramaturgos locales pueden atraer al público. En Barcelona no sólo Hamlet habla catalán, sino que las obras más populares también están escritas en catalán.
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