Los mejores cheesecake de Barcelona

Las credenciales reposteras de Hide Oda no pueden ser mejores: una década en la cocina de Koy Shunka, que se dice pronto. Ayame, que significa flor de iris a japonés, es su pequeña tienda y obrador especializado en dulces nipones. Ofrece tres tipos de pasteles de queso; el de algodón (esponjoso hasta el infinito), el vasco de matcha y el raro de fresa. La producción artesanal de Oda cumple con todas las características de la repostería tradicional japonesa; presentaciones meticulosas, combinaciones de distintas texturas y dulzura moderada para resaltar los sabores naturales de los ingredientes. Muy recomendable.

Sugar Pastry Company es una pastelería de estilo estadounidense que destaca por tres especialidades principales: los pasteles de queso, las cookies y los brownies. En cuanto a los 'cheesecakes', ofrecen una gran variedad de sabores y texturas, tales como cabra, brie, camembert, roquefort, Lotus, pistachos, brownie, frutos del bosque y más. Las dueñas son de origen colombiano, así que han incorporado a la oferta algunas especialidades de su país, como el pastel de mango 'biche'. La carta se renueva semanalmente y el precio de cada porción de pastel de queso oscila entre 4 y 5 euros.

En este pequeño local encontraréis solo dos especialidades; pasteles de queso de estilo japonés y 'choux' franceses. Hablemos de los 'cheesecakes'; tienen cuatro tipos —original, matcha, chocolate y ediciones limitadas— y todos son ligeros, esponjosos y delicados, con una textura que recuerda al aireación de un suflé. En cuanto le peguéis el primer mordisco entenderéis por qué se llaman 'algodón'. Los elaboran a diario, se pueden tomar fríos, templados o calientes, y valen entre 14 y 18 euros.

La Fundente ofrece una selección de tartas de queso tan variada como sorprendente, con opciones que cambian constantemente. Destacan las combinaciones de doble sabor, como Oreo y tiramisú, natilla y crema catalana, o chocolate blanco y dulce de leche. También triunfan las versiones inspiradas en iconos de la bollería industrial —de Pantera Rosa— y barritas de chocolate; Kinder Bueno o Twix. A pesar de esta apuesta por la innovación, no dejan de lado a los 'cheesecakes' más clásicos. Uno de los más populares entre los clientes es el de queso payoyo. Tiene un segundo local en el barrio de Gràcia (Travessera de Gràcia, 139).

El rasgo distintivo de esta cafetería-pastelería cerca del Mercado de Sant Antoni es que solo trabajan con quesos con DO —Manchego, Cabrales, Idiazabal, Mahón y parmesano— y a partir de aquí juegan con sabores más contemporáneos —Oreo, Lotus, Kinder, Toblerone— y propuestas híbridas y originales como el 'carrote cheescake' o el 'red velvet cheescake'. Las tartas son de formato individual y pesan 120 g. Los precios son razonables y lanzan ofertas con frecuencia; 4 pasteles por 10 euros. Estad atentos a sus redes sociales.

Las tartas de queso de Jon Cake son famosas en las redes, pero también en los paladares de media Barcelona. Y no se han hecho tan populares y valoradas por una campaña de marketing sino por una receta magnífica. De su pequeño obrador salen unos 400 cheesecakes cada semana y los pedidos solo se pueden hacer, por ahora, para Whatsaap. Jon y su equipo preparan de manera artesanal cinco variedades de pasteles fijas: la clásica (auténtico sabor a queso), la azul ("la más cañera"), la de cabra, la de queso Idiazabal (ahumada y con un sabor fuerte) y la de chocolate. Cada dos semanas incorpora uno nuevo, por ejemplo uno de camembert, de quesos gallegos, de tiramisú, de té matcha, con cacahuete... Y todo en diferentes tamaños y precios.

Esta escuela de pastelería con espacio degustación combina la creatividad y experiencia docente del chef Eric Ortuño, antiguo chef pastelero de la escuela Hofmann, con la visión empresarial de la también chef Ximena Pastor, ex jefe de pastelería de Albert Adrià. El establecimiento destaca por la calidad excepcional de sus ingredientes y el bagaje de alta cocina de sus fundadores. Un imprescindible de su carta es la tarta de queso individual (5,8 euros), que nunca falta. Tiene un segundo local situado en Sarrià (Doctor Fleming, 16).

Hugo Roche, con una formación en repostería sólida y mucho empuje, decide abrir una pastelería online en el 2019. Tiene buena acogida y pocos meses después inaugura local en la plaza del Diamant. La especialidad de la casa son los pasteles de queso y ofrece doce clases diferentes. Desde el clásico con un toque de manchego, pasando por el de galletas de Lotus, matcha, Nutella, pistachos, limón... hasta llegar al de chocolate 70% y sal Maldon. Las fusiones no le dan miedo, y os propone híbridos de pasteles clásicos, como el cheesecake de brownie o el de zanahoria. El atrevimiento creativo de este joven repostero no termina aquí; en fechas golosas señaladas, adapta el recetario tradicional catalán a su obrador y se saca de la manga maravillas como el pastel de queso de Sant Joan. Pura magia. Los pasteles se venden en porciones individuales y enteros.

En los bajos del Hotel Rec tenemos este restaurante donde dominan la cocina de mercado, bien trabajada y original, y preparan un 'cheesecake' demoledor, diferente y para los verdaderos amantes del queso. El postre es casero y se adapta a la temporada y a lo que ofrece el mercado, pero esta joya no falla. Un pastel muy cremoso a base de queso Idiazabal, queso crema y Gorgonzola.

El servicio a domicilio del Fismuler se llama Escalope Armando y allí se puede pedir algunos de los platos del restaurante y, sí, el pastel de queso es uno de ellos. ¡Viva!

En Barcelona, ​​algunos restaurantes también destacan por sus pasteles de queso, como el del Santornemi, en Sarrià. Esta tarta, elaborada con quesos seleccionados y una salsa de frutos rojos aparte, es el acompañamiento perfecto para culminar una comida. Laura, propietaria del local, expone con orgullo sus creaciones caseras de dulce en la barra. ¿Y antes del 'cheescake'? Platos clásicos como los buñuelos de bacalao, las albóndigas con sepia y los garbanzos con calamares.

Para los veganos, la pastelería La Besnéta es lo más parecido al paraíso en la tierra. Para los que no lo son, también. Además, puede presumir de ser uno de los lugares más cuquis de Barcelona: además de pasteles de todo tipo, en porciones o enteros, venden unos potecitos de vidrio espléndidos. En uno de ellos es donde sirven su 'cheesecake' vegano, diferente y delicioso. La receta va variando y podéis encontrar de mango, de dulce de leche a base de coco... Visitadlos y volved a casa cargados con sus pasteles.

Aquí todo es bueno y tiene pintón. El recetario lo forman adaptaciones de la artesanía materna, practicada durante años en un bar de menú y un catering. Además de probar obligatoriamente su fabuloso bocadillo de cerdo cocinado durante tres horas, no paséis por alto su 'cheesecake' con mermelada de frutos rojos. Todo casero, hecho con amor y dedicación: los ingredientes fundamentales para regresar a La Porca. ¡También ofrecen su comida para llevar y tienen servicio a domicilio!

El Funky Bakers del Born es una panadería y pastelería que hace maravillas desde sus 40 m2 de obrador: de ahí salen, en la mejor de las versiones posibles, recetas pasteleras de todo el mundo. Y arrasa su pastel de queso vasco al estilo de La Viña, uno de los grandes bares de pinchos de San Sebastián. Es un beso de azúcar quemado con lengua. La parte húmeda corresponde a un delirio de cremosidad láctea difícil de explicar, y que sirven en formato individual (7,9 euros).

Si os queréis 'estimar', es decir, daros un homenaje sin pensar demasiado en el bolsillo, en este pequeño local, Rafa Zafra –de escuela elBulli– ofrece recetas sencillas que respetan al máximo un producto que le llega del puerto de Roses. Podéis comer mejillones ahumados o calamares fritos acompañados de gota negra (mayonesa y tinta). Pero el plato que os ha traído a esta lista es su 'cheesecake'. Bonito como un sol de verano, cremoso, potente y con una mermelada 100% casera brutal.